Pasando la cadena
La intensidad salva el crédito de Xabi

Real Madrid's Vinicius Junior is restrained by coaching staff duringa post match scuffle at La Liga soccer match between Real Madrid and Barcelona in Madrid, Spain, Sunday, Oct. 26, 2025. (AP Photo/Bernat Armangue) / Bernat Armangue / AP
José Luis Ortín
A veces, en la vida, echarle ganas sirve más que nada. Y a veces, desgraciadamente pocas, se aprende de los errores, que son fuente de sabiduría para la inteligencia.
El Madrid y el Barça solo se jugaban tres puntos y un liderato provisional, aparte de la honra que siempre suponen los partidos de máxima rivalidad. Quien se jugaba su crédito era Xabi Alonso tras la apabullante derrota sufrida ante su rival capitalino.
El Atlético de Simeone había sacado los colores a los jugadores y al entrenador blanco con una garra al alcance de pocos. Porque a esas alturas competitivas, aunar ganas con calidad es sinónimo de triunfo. Y ayer domingo, el Madrid venció al Barcelona con las mismas armas; esas que no sacaron contra los colchoneros.
Llegaba Xabi al Clásico tocado de falta de confianza por aquella humillación y debió estar entonando desde entonces el ser o no ser shakesperiano de las grandes tragedias. Como dijimos tras aquella inesperada goleada, las semanas que faltaban para el enfrentamiento contra el Barcelona serían de tensa espera, por muchas victorias que acumularan. Y hoy, tras la tan sufrida como merecida victoria ante los de Flick, puede respirar tranquilo por varios motivos.
El primero y más importante en lo personal, por haber renovado el crédito ante su parroquia ganándole al máximo rival histórico, el Barça, que el año pasado le endosó cuatro sonadas derrotas con Ancelotti al frente. El segundo, afianzarse en el liderato con cinco puntos de distancia frente a los culés, campeones la pasada temporada, lo que supone dos partidos de ventaja. Y el tercero y tal vez más relevante para el club, recuperar el espíritu madridista de pelear sin descanso hasta que el árbitro pite el final de los partidos, incluso anteponiendo esa virtud racial a la excelsa calidad que se le supone a la plantilla del club más laureado de la historia.
El Madrid ganó al Barça por un exiguo dos a uno cuando debió golear con holgura. Un gol anulado por un fuera de juego milimétrico del mejor delantero del mundo hoy por hoy, un penalti fallado del mismo Mbappé, con gran parada del mejor jugador barcelonista del Clásico, Szczesny, y varias ocasiones de gol abortados por el excelente meta polaco. Sin embargo, Courtois, que tantas veces ha salvado a los blancos, pasó prácticamente inadvertido porque los blaugranas hicieron un ejercicio constante de intento de control del juego, pero sin pegada arriba.
El Madrid es superior al Barça en las áreas porque reúne al mejor delantero de la liga y al mejor portero con compañeros aseados, y el Barça es claramente superior en el medio campo. Y en ese terreno fue donde los madridistas sacaron todo el coraje para contrarrestar el juego barcelonista, robando balones y presionando a los defensas para impedirles que se impusieran por control y dominio del balón. Por eso, al descanso, comenté a los amigos que la clave iba a residir en si los de Xabi aguantarían el ritmo. Y las fuerzas les llegaron hasta mediada la segunda parte, momento en que se echaron claramente atrás para aguantar el resultado.

Real Madrid players celebrate after a La Liga soccer match between Real Madrid and Barcelona in Madrid, Spain, Sunday, Oct. 26, 2025. (AP Photo/Bernat Armangue) / Bernat Armangue / AP
Partido entretenido hasta el final, incluso más allá, con tangana entre unos y otros cuando el árbitro, Soto Grado, que hizo un arbitraje solo aceptable porque hubo de ser auxiliado en momentos clave por el VAR, pitó el final tras nueve agónicos minutos de añadido. Y es que, el partido venía caliente por las inoportunas palabras de Lamine Yamal en los días previos.
A este muchacho deberían hacerle desde el Club un curso rápido de contención verbal porque puede derivar, tontamente, en un jugador conflictivo por su actitud fuera del terreno de juego, cuando sobre él no lo es en absoluto. Y me refiero a la boca porque doy por descontado que respecto a otros pecados de juventud todavía debe madurar y sería un esfuerzo en vano. Creo que en esas cosas es incontrolable. Y sería una lástima que el jugador más determinante de la Selección española se perdiera también por gilipolleces tan evitables.
El domingo tuvo un ejemplo claro en el Bernabéu de lo que le puede ocurrir, cuando al finalizar el partido varios jugadores madridistas, con el equilibrado Courtois al frente, se dirigieron a él gritándole que hablara ahora. Mal asunto si no corrige.
Resumiendo, Flick tiene trabajo para enderezar el rumbo —el regreso de los lesionados puede ayudarle—. Y Xabi, renovado el crédito, gana tiempo para continuar enhebrando equipo.
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