Play off de ascenso a Segunda División
El Real Murcia llora su eliminación del play off de ascenso
Los granas dicen adiós al sueño del ascenso tras caer en Nueva Condomina ante un Nástic que decidió el partido de vuelta con un gol de Pablo Fernández

Alcaina remata a puerta en el inicio del partido / Israel Sánchez
Ha vuelto a ocurrir. Una vez más Nueva Condomina se ha convertido en la tumba del Real Murcia. Recordábamos esta semana todas las veces en las que los granas habían dicho adiós a sus esperanzas de ascenso en su estadio. Contábamos que no había una victoria en play off en casa desde 2010. Las ventajas en Nueva Condomina siempre habían sido desventajas. Tenía la oportunidad el Real Murcia de Fran Fernández de cambiar la historia. Después del 1-1 de la ida, a los murcianistas les valía con el empate frente al Nástic. Pero, en un estadio lleno a rebosar, con una afición volcada desde la previa, las lágrimas volvieron a imponerse a las sonrisas. El Real Murcia no podrá ascender a Segunda División esta temporada. La vuelta al fútbol profesional tendrá que esperar por lo menos un año más. Porque el Real Murcia ni ganó ni empató al Nástic. Porque el Real Murcia fue eliminado por los de Tarragona tras perder por 0-1. Si Pablo Fernández daba vida en la ida a los catalanes, este sábado fue el autor del tanto que tumba a los murcianos, que les aparta de la final del play off.
Y eso que esta vez no especularon los granas. Desde el inicio, con dos delanteros en el once, salieron a presionar. Llegaron incluso a tener contra las cuerdas a los visitantes. Pero el fútbol son goles, y el Real Murcia no fue capaz de marcar, porque el Real Murcia apretó, pero no tiró a puerta. Así se cerró la primera parte, y en la segunda, tras el gol de Pablo Fernández, todo fueron nervios. A base de centros intentaron cargar el área de Rebollo, pero ni así hacían cosquillas a los visitantes, que acabaron logrando el billete para la final.
Dos delanteros en el once
Ha conseguido Fran Fernández esta temporada que las alineaciones del Real Murcia sean igual de comentadas que el resultado final. Ha logrado incluso generar expectación alrededor del once. No podía dejarnos sin cambios en la vuelta de la primera eliminatoria de play off ante el Nástic. Pero, a diferencia de otras veces, en esta ocasión logró sacar una sonrisa a una afición que no acaba de esconder las uñas contra el técnico. Lo que más se le ha pedido a lo largo del curso, lo que apenas se ha visto en un par de ocasiones aisladas, este sábado se hacía realidad. Para sorpresa de todos, el Real Murcia afrontó esta primera final por el ascenso con dos delanteros.
Con Juan Carlos Real en el banquillo, ha dejado de ser imprescindible para el entrenador justo en el partido decisivo, Raúl Alcaina aparecía junto a Flakus, y con dos futbolistas de área el Real Murcia consiguió sorprender al Nástic de inicio, tanto que durante muchos minutos los visitantes no dieron pie con bola.
Mucha presión, poco peligro
Apostando por la presión alta cuando tocaba defender y por balones largos cuando había que salir de atrás, el Real Murcia desmontó a los tarraconenses, pero ese esfuerzo y ese trabajo no fue suficiente para poner en aprietos a Rebollo. Apenas inquietaron los murcianistas al meta visitante, y eso que hasta la media hora los granas asediaron, agobiando a la defensa del Nástic y ganando la batalla del centro del campo, con muchos robos de balón gracias también a las importantes ayudas de futbolistas como Loren Burón y Pedro Benito, que repetían en las bandas.
Pero al Real Murcia le faltó algo más que batalla en los últimos metros. Al Real Murcia le faltó calidad. Porque el Real Murcia careció de desborde y de velocidad por bandas. Aún así Alcaina ya había avisado a la defensa de que se iba a pegar como las lapas, como ocurrió en el minuto 3, cuando ganaba un balón largo de Kadete, aunque su remate fue muy forzado.
Pero dónde se vio la mejoría del Real Murcia fue en el paso al frente en las segundas jugadas. Esas segundas jugadas este sábado fueron una realidad para los granas. Sin embargo, están tan poco acostumbrados los de Fran Fernández a rematar desde fuera del área, que en el día que tuvieron la oportunidad, estuvieron tremendamente desacertados. Prácticamente al aire le pegó Moha con todo a favor en el 9; y es difícil saber qué quiso hacer Kadete en el 13, cuando tenía el horizonte despejado para centrar.
El Nástic, a sobrevivir
Y con errores tan garrafales como esos los esfuerzos en la presión quedaban en nada y el Nástic intentaba coger aire a la espera de su oportunidad. Si el Real Murcia cerraba la primera parte con apenas dos ocasiones entre los tres palos -un disparo de Moha que acabó manso en las manos de Rebollo y un intento forzado de Yriarte tras un córner que también fue frenado por el meta local-, el Nástic es que ni hizo cosquillas a la defensa local. Bastante tenían los de Luis César Sampedro con aguantar la presión de su rival.
Gazzaniga ni la tocó. Solo la vio cerca en un mal centro de Roberto que se marchó fuera (28). Por no ver no se vio al Nástic ni desde la esquina. De hecho, hasta el 39 no llegó el primer córner para los visitantes.
Al descanso, daba la sensación que el Real Murcia ganaba a los puntos, pero el 0-0 lo dejaba todo demasiado abierto y con la duda de si el Real Murcia iba a ser capaz de mantener el poderío físico que le estaba permitiendo maniatar completamente a los catalanes.
Jarro de agua fría
No había desagradado la primera parte del Real Murcia a sus aficionados. Acostumbrados a muchos partidos para olvidar en Nueva Condomina, el paso al frente de los granas ya era premiado por la grada. Pero no habían sido capaces los murcianistas de mover el marcador y una vez más sufrirían un auténtico jarro de agua fría cuando en la primera combinación de los visitantes lograban hacer un roto por la banda derecha, donde Moha no era capaz de retener a un Narro que se inventaba un centro al segundo palo donde Pablo Fernández remataba prácticamente a placer.
El escenario que nadie quería se producía en el minuto 59. Todos los aficionados granas contaban con ganar o empatar, las dos opciones que metían a los de Fran Fernández en la final, pero el gol del Nástic destrozaba el plan, obligando al Real Murcia a reaccionar cuando los nervios estaban a flor de piel.
No dejó el Real Murcia de mirar arriba, aunque el problema era el mismo. No había forma de generar ocasiones claras. La entrada de Toral daba alegría a los granas por banda. El de Pliego ocupaba el lugar de un Loren Burón más que apagado. También Carlos Rojas e Isi Gómez -Alcaina y Moha abandonaban el césped- saltaban al campo para intentar reactivar al equipo. Pero fue el Nástic el que a la contra pudo matar el partido. La tuvieron Narro y Pablo Fernández, pero salió ganador un Alberto González al que no le pesó la soledad más absoluta.
Toral y poco más
Mientras tanto Toral se empeñaba en meter balones al área, pero no había forma. Unas veces el Real Murcia pecaba de precipitación, con remates para olvidar, y otras, la defensa del Nástic salía ganadora, evitando que Rebollo tuviera que intervenir.
Le podía al Real Murcia la desesperación. Como tantas otras veces, no había ideas. El recurso de las bandas no funcionaba, y el Real Murcia empezaba a sentir que moría en la orilla cuando el reloj ya se acercaba al minuto 90.
Fue en el 86 cuando más cerca estuvo el cuadro local del gol. Un centro de David Vicente encontró a Toral en el segundo palo, pero entre que el murciano llegaba muy forzado y que Rebollo se hizo enorme, el balón se marchó a córner.
Cualquier cosa podía ocurrir en los últimos minutos. Asediaban los granas el área, pero el Nástic también aprovechaba cualquier oportunidad para salir a la contra, teniendo situaciones más que interesantes, aunque no fueron capaces de resolver para suerte del Real Murcia.
Daba igual el tiempo que añadiera el colegiado, el Real Murcia ya estaba muerto, el Real Murcia estaba condenado a la eliminación. Y así ocurrió. Una vez más Nueva Condomina se llenó de lágrimas. Una vez más, el sueño del ascenso a Segunda acabó con pesadilla.
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