Fútbol

El error de Romo al asumir las riendas del FC Cartagena

El técnico madrileño lleva ocho derrotas en ocho partidos con una plantilla que se debilitó en el mercado invernal y en el que casi todos se irán en el mes de junio

Guillermo Fernández Romo en el duelo ante el Levante.

Guillermo Fernández Romo en el duelo ante el Levante. / FRANCISCO CALABUIG

Paco Sarabia

Paco Sarabia

La decisión que tomó Guillermo Fernández Romo era arriesgada, eso es indudable. Es más, gran parte del entorno y de la afición, cuando el club toma la decisión de prescindir de Jandro Castro, entiende que es demasiado tarde. Se hizo a mediados de enero, tras un final de año muy malo por parte del cuadro albinegro y con la sensación de que se debían tomar decisiones, tanto en el banquillo como respecto a la plantilla, aprovechando el parón navideño. No se hizo nada y, tras las vacaciones, volvieron los mismos para el partido copero ante el Leganés. Ese día el equipo es competitivo, pero pierde. Y en Ferrol, la semana siguiente, saca un insuficiente empate, dando de nuevo una imagen bastante pobre.

A mediados de enero se empiezan a tomar decisiones. Se prescinde de Jandro Castro y se decide que hay que cambiar muchas caras en la plantilla para que llegue gente con la cabeza limpia y sin la losa de haber realizado una mala primera vuelta. Para el banquillo, el club apuesta por Guillermo Fernández Romo, un técnico que ya había estado en Segunda División con el Real Racing Club y que además es uno de los entrenadores que mejor conoce la Primera Federación. Un posible descenso, pero manteniendo a un técnico que ya puede ir creando automatismos a una plantilla, podía colocar al Cartagena en la ‘pole’ el próximo curso, ya que entre una base de jugadores que se conozca y el hecho de adelantarte a tus rivales podía ser muy beneficioso.

El mercado invernal no ayudó

Los movimientos que se produjeron en la segunda quincena del mes de enero condenaron a un equipo que ya estaba muy tocado. Se marcharon jugadores como Jairo y Cedric, se lesionó de gravedad un pilar como Luis Muñoz y llegaron muchos futbolistas sin ritmo y que no habían demostrado ser diferenciales en la categoría. Además, la gran mayoría de ellos en forma de cesión. Tras varias jornadas donde se ha podido ver el nivel de los fichajes, salvo Nacho en el lateral izquierdo, el resto no ha mostrado ser apto de forma continuada para un equipo de Segunda División. El panorama con el que ha tenido que trabajar el entrenador no era el ideal y, pese a sus intentos, variando los onces, intentando ser competentes, como él mismo esperaba que lo fueran en el día de su presentación, lo cierto es que el Cartagena dura en los partidos lo que tarda en llegar el primer revés. Cuando algún jugador comete algún error individual que de forma habitual cuesta goles, la reacción por parte del equipo es inexistente y la duda que queda en los partidos es finalmente de cuántos goles de diferencia es la siguiente derrota del equipo.

Ocho partidos, ocho derrotas

Son ocho partidos y ocho derrotas hasta el momento. Nadie en el club ni en el entorno ha señalado al entrenador como culpable de que el equipo no haya sido capaz de reaccionar. Guillermo Fernández Romo es una víctima del mal proyecto del equipo porque, al final, el fútbol es de los jugadores y si no hay mimbres para competir, salvo raras excepciones, los entrenadores llegan hasta donde llegan. Lógicamente, en estas ocho derrotas, el técnico madrileño también es culpable, ya sea por no haber conseguido que sus futbolistas, pese a no dar el nivel, sí que han estado por el nivel competitivo que pueden dar y eso es culpa de todos. Cuando un equipo es incapaz de levantarse tras el primer golpe que recibe, no tiene un solo culpable. En la última rueda de prensa, tras la derrota ante el Levante, Romo decía que va a seguir insistiendo hasta que el equipo funcione. La salvación es inviable, pero acabar la temporada siendo competitivo es una obligación.

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