Copa del Rey

Rodrygo le da la Copa al Madrid y cierra el círculo virtuoso de Ancelotti

Dos goles del brasileño le dan la Copa ante Osasuna, el título que le faltaba para conquistarlos todos en dos años con Ancelotti

Fermín de la calle

Tiene el Madrid un jugador que juega alejado del radar de las cámaras y de las defensas. Un veinteañero que vive a la sombra de una estrella como Vinicius, su gran amigo. Y sin embargo, Rodrygo es a día de hoy el jugador más en forma del Real Madrid. Puede marcar goles jugando de Benzema, destrozar defensas disfrazándose de Vinicius o ganar títulos haciendo de sí mismo. En Sevilla Rodrygo le regaló a Ancelotti la cuadratura del círculo con dos goles que tumbaron a un Osasuna indómito que lo puso todo en el campo: las ganas, el corazón y el fútbol. Pero, como apuntó Ancelotti tras ser derrotado en Anoeta, "en el fútbol lo importante es lo que pasa en el césped". Y ahí el Madrid tiene más pegada arriba. Título para los blancos, el tercero de la temporada, y ahora a por Haaland y Guardiola con nada que perder.

El Real Madrid, el equipo que nunca se rinde, se medía a Osasuna, "alma, alma y más alma", en palabras del añorado Michael Robinson. Para los blancos era la tercer final de la temporada. Para los rojillos, la posibilidad de ganar el primer título de su historia. EL PARTIDO. LA FINAL. Advertía Jagoba que la idea era "mantener el partido vivo lo más posible y hacérselo largo al Madrid". Pero Ancelotti apuntaba, en esta lucha de estrategias, que había despejado cualquier atisbo de holgazanería en los suyos con un sencillo mensaje: "Por experiencia sé que cada final puede ser la última. Y eso les he dicho. Que salgan y disfruten porque no saben cuándo jugarán la próxima". Ante tal argumento no hay coartada posible. 

Gol de Rodrygo

Y el mensaje caló en sus jugadores. Tanto que a los 90 segundos Vinicius le ganó la línea de fondo a Rubén Peña y la puso atrás para que Rodrygo adelantase al Madrid. La primera mandaba a Osasuna a la lona. Como también dijo el italiano tras la derrota inapelable en Anoeta: "El césped siempre dicta sentencia". El corazón de los pamplonicas y su gente llevó el partido al área de Courtois, que a los siete minutos ya había hecho tres paradas. Los cinco primeros balones llovidos en el área blanca fueron cabeceados por los atacantes rojillos. 

Ante la baja de Nacho Vidal, y con Vinicius en estado de gracia, apostó Arrasate por un doble lateral en la derecha, pero puso a Moncayola, de naturaleza medular, a tapar al brasileño. Ante de los dos minutos ya estaba señalado por la jugada del gol y antes de los veinte por una tarjeta amarilla. Era obsceno, cada acometida por la izquierda del Madrid marcaba al osasunista. Vinicius se iba en cada control orientado. Pudo llegar el gol en las dos porterías, pero una parada majestuosa de Herrera y una vaselina de Abde que Alaba sacó cuando iba camino de la red lo impidieron. A la media hora Alaba sacó astillas al larguero rojillo con el partido jugándose en el alambre. 

Vinicius, Benzema y Rodrygo parecían los Globertrotters ante un corajudo Osasuna que atacaba reciclando los balones robados al Madrid. El partido se tomaba un respiro, en el medio de fragor, pero Vinicius seguía encendido. Un minuto antes del descanso el brasileño vio la amarilla por protestar volviendo a ponerle al borde del abismo. Y Osasuna se molestó en crear esa situación con un rosario de jugadores encarándose con él: David García, Rubén Peña, Sergio Herrera y hasta le señaló el siempre moderado Arrasate. El descanso vino bien a ambos. 

Empata Torró

No movió pieza Arrasate tras la reanudación y el Madrid se aculó alrededor de su área invitando a Osasuna a ir a buscarle. O esa sensación daba. Pero le salió mal. Porque en una pelota cruzada apareció en segunda línea Torró para poner el empate y calentar más el ambiente. El orgullo rojillo parecía que iba a hacer largo el partido al Madrid. Pero solo un cuarto de hora más otra Vinicius, como en el primer gol, ganaba la línea de fondo y la ponía atrás. Disparaba Kroos en primera instancia, tras error en el despeje de David García, pero tapaba el tiro Aridane. Sin embargo, la pelota salía mordida y el más listo, Rodrygo, la empujaba a la red.

El brasileño se empeñaba en el cerrar el círculo de la excelencia de los blancos, ganando todas las competiciones en dos años. No se rindió Osasuna, todo alma, que con Chimy en el campo le metió más colmillo y arriesgó más. Pero Carletto le metió cloroformo con Modric y Camavinga barriendo la medular con Valverde. Lágrimas rojillas que merecieron mayor alegría por todo el entusiasmo que desplegaron fuera y dentro del campo. Pero el Madrid no juega finales, las gana. Al menos así ha sido en 18 de las últimas 20. ¡Que pase Haaland!