Pasando la Cadena

Por cuchillos o jubilaciones

José Luis Ortín.

José Luis Ortín. / José Luis Ortín

José Luis Ortín

Vuelven a brillar dagas en el fútbol español y suenan también clarines de retirada. Real Madrid, Barça, Atlético y Sevilla echan cuentas.

Ancelotti puede anticipar su retirada si acaban en blanco los blancos, cosa bastante probable si no enderezan el carro. Suena a alarmista, pero el bajón de los merengues tras el Mundial se suma a las debilidades que arrastraban en defensa, con demasiados goles en contra; a uno por partido en liga. Alaba parece otro, Rüdiger no termina de cuajar, Mendy está en la rampa de salida por deméritos propios, Carvajal es su sombra y Lucas luce más en ataque que defendiendo, como es natural. Solo Militao y últimamente Courtois mantienen el tipo entre los habituales, y el comodín Nacho cuando lo ponen en el centro, que también es su sufrido hábitat natural. La desgracia del canterano ha sido que estando siempre de notable alto nunca han confiado en él.

En el centro del campo, la marcha de Casemiro ha terminado por notarse demasiado, aunque al principio parecía que Tchouaméni las iba a dar todas; un espejismo. Nótese en este punto la ascendente marcha del Manchester United desde que al brasileño le dieron galones. Solo Kroos mantiene el tipo porque Modric y Valverde han vuelto fritos de Qatar, Camavinga está aún demasiado verde y Ceballos no acaba de arrancar.

Y en ataque, Benzema ya no es Benzema; idéntica calidad, pero menos goles. Vinicius ha cambiado la seda de sus aciertos goleadores por el percal de la bronca, aunque mantenga destellos determinantes. Y Rodrygo sigue de becario con su suplente Asensio viviendo sus últimas lunas blancas. Sin embargo, el punto fuerte del Madrid antes del Mundial era que con Benzema a medias encabezaban la tabla goleadora, pero ahora alumbran con demasiada dificultad sus goles.

Xavi tiene en la Liga su tabla de salvación. De no ganarla, acabará su ilusionante carrera en el banquillo blaugrana. Laporta no ejercitará la paciencia sino la exigencia. Ha puesto demasiados huevos en la cesta del corto plazo y no puede permitirse otro año en barbecho doméstico, sumado al segundo desastre europeo.

El técnico de Tarrasa sigue enjaretando equipo con la potente plantilla que le han dispuesto. Un once donde Busquets continua con la manija, aunque es evidente su deterioro para los grandes retos. Él lo sabe y por eso insiste en su pronta despedida. Mientras llega, precisa del todocamino De Jong o de la brega de Gavi para ir tirando, y a veces de los dos, con el fin de facilitar a Pedri su auténtico camino: iluminar el de los delanteros. Los goles de Lewandowski atenuaron antes del Mundial la visión de las costuras culés, pero todo tiene un límite. A ver si Ansu recupera el tiempo perdido y reencuentra su mejor versión.

Y en cuanto al Atlético, Simeone vive su peor racha. Miguel Ángel Gil valora del argentino su millonaria aportación al club con las sucesivas clasificaciones para la Champions, de ahí que lo haya hecho el segundo técnico mejor pagado del mundo. Pero también aquí parece que el final ha llegado. Será una salida dolorosa.

Al Cholo le han ido subiendo el nivel de la plantilla, sin embargo, a más calidad menos rendimiento. Se añoran los años de acero sobre los brillos de las últimas temporadas. La pregunta sería: ¿es Simeone más guerrillero que mariscal? Esa es la cuestión que le acompañará cuando salga. Y tal vez siempre.

Y por Sevilla los cuchillos vuelan entre despachos al socaire de los malos resultados deportivos. Cayó Lopetegui por ellos y al presidente Castro se le ha nublado el horizonte con Monchi también en entredicho. La tormenta que se avecina tiene nombre: José María del Nido. El despechado expresidente arrasará con todo, hasta con su hijo, si logra encaramarse de nuevo y encarnar al sevillismo más aguerrido. Tiene más ganas que posibilidades, aunque conforme bajan las acciones en el césped suben las suyas.

Es la cara y cruz del fútbol, que también responde a la ley de la vida. Nada es eterno. Calvario total y presidencial por Nervión, y técnico y de jugadores por el Metropolitano, Camp Nou y Bernabéu. Pero lo bueno de este espectáculo es que los cambios suelen propiciar vientos de gloria. A cambio de cartelera, lleno asegurado. Otra cosa es mantenerse. Y de eso saben los viejos aficionados.

Y da igual que sea por cuchillos que por jubilaciones. En todo caso, ya advertimos que tras el Mundial empezaría otra liga. En ella estamos.

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