Al Real Murcia siempre le gustan la cosas difíciles, por no decir imposibles. Y la primera victoria en casa en esta temporada no podía ser un coser y cantar. La primera victoria en Nueva Condomina tenía que ser especial, la primera victoria tenía que llegar con sufrimiento, con mucho sufrimiento. Y eso es lo que ha ocurrido este sábado en un encuentro ante la SD Logroñés que llegaba al minuto 90 con 2-2 en el marcador y que terminó con 4-2 a favor de los murcianistas. Dos goles en la reanudación, el primero de Miku y el segundo de Pedro León, que convirtieron una tarde más que gris y decepcionante en una de esas noches de remontada que son recordadas por muchas semanas.

Porque el Real Murcia iba camino de cerrar el sábado con una nueva decepción en casa. Porque el Real Murcia se había empeñado en llenarse la mochila de piedras en un partido en el que nunca tuvo un plan. Sin embargo, en el momento decisivo, cuando muchos aficionados ya estaban preparándose para abandonar sus butacas, se demostró que en el fútbol hay ocasiones que no se necesita un plan, solo tirar a puerta y tener un poco de suerte. Porque el equipo que, pese a remontar el tanto inicial de Samanes con dos goles de penalti de Pedro León, se empeñó en tirarlo todo por la borda. El jarro de agua definitivo había llegado en el 79 con un cabezazo de Thierno Issiaga que ponía el 2-2 el marcador y que sentenciaba a los granas a otra jornada sin victoria en casa.

Pero el fútbol siempre da oportunidad de venganzas particulares y Miku, en el centro de todas las críticas por su poca participación en los partidos anteriores, salió del banquillo dispuesto a ajustar cuentas. Porque el venezolano, suplente, quiso callar bocas y solo necesitó siete minutos para hacerlo. Saltó al terreno de juego en el 83 y cuando parecía que iba a ser otro partido sin más, aprovechó la primera que tuvo para poner un 3-2 que volvía loca a una grada que ya había bajado los brazos. Y no acabó ahí la cosa porque para añadir heroicidad al encuentro, Pedro León cerraba la victoria con un tanto que suponía su primer triplete como murcianista en esta temporada.

No tuvo nada que ver el final con lo que se vivió a lo largo de todo el encuentro. Ese Real Murcia matador, amenazante, dominado por la furia, no apareció nunca antes. Todo lo contrario. Los 90 minutos anteriores fueron decepcionantes. Ni los dos tantos de Pedro León desde el punto de penalti que permitieron remontar el gol inicial de Samanes permitieron a los murcianistas sentirse cómodos en Nueva Condomina. Porque este sábado, quitando ese acelerón final, solo se vio a un equipo espeso, sin plan, sin un camino hacia el gol; un equipo que siempre fue al ritmo del SD Logroñés. No es que los visitantes les pasaran por encima, pero sí es verdad que el control siempre fue de los de Llona, que supieron qué teclas tocar para hacer daño en el centro del campo y en la defensa.

Pero a veces en el fútbol no hace falta un plan. A veces en el fútbol lo mejor es la improvisación. Y eso se ha confirmado este sábado con la victoria del Real Murcia. Porque los aficionados no se acordarán mañana del mal juego, los aficionados se acordarán de los goles y de todas las acciones que rodearon a un encuentro en el que pasó completamente de todo. Porque a los seis tantos -cuatro de los locales y dos de los visitantes- hay que sumar hasta cuatro expulsiones, tres de ellas en el bando riojano.

Goles, expulsiones y muchos cambios. Porque el partido comenzó con sorpresa en el once del Real Murcia. Llegaban los granas necesitados de puntos, tras dos empates a cero en casa y la última derrota en Barcelona, y esa necesidad se comprobó en la alineación. Disconforme con lo que había visto en el Johan Cruyff, Mario Simón aprovechó la derrota de la jornada anterior para dar una vuelta a un once titular que tenía definido desde el comienzo de liga. Se esperaban modificaciones, pero el entrenador murcianista fue más allá incluso de lo que por lógica todo el mundo preveía.

Joao y Andrés Carrasco, dos de las novedades

No esperó Mario Simón para probar a Joao Costa en la portería. Si desde su fichaje, la única duda era cuándo iba a tener su oportunidad; este sábado acabó resuelto cualquier interrogante. Miguel Serna, señalado por el fallo en el choque ante el Barcelona, se quedaba en el banquillo, una decisión que daba la alternativa al portugués. Miku también pagó su poco protagonismo en estas primeras jornadas. El técnico ya se había quedado sin justificaciones para alinearle, y el venezolano dejó su puesto a Andrés Carrasco. Tampoco saltaron de inicio Ganet y Aguza, rompiéndose un centro del campo donde ahora aparecían dos ‘desconocidos’ esta campaña, Santi Jara y Galindo.

Si quería reactivar Mario Simón al equipo con los cambios, no lo consiguió. Nada salió bien en los primeros minutos. Con Julio Gracia y Galindo no era suficiente para controlar el centro del campo y dominar el partido, y por las bandas el Real Murcia volvió a sufrir en exceso. Una y otra vez Manny y Elósegui destrozaban a los murcianistas por los locales. Era tal el descontrol que hasta los centrales parecían otros, y el Logroñés lo aprovechó para ponerse por delante en el marcador en el minuto 14. Samanes, tras un no remate de Manny, batía a Joao, que solo estuvo invicto un cuarto de hora.

Pedro León, al rescate desde el punto de penalti

Y el ir en contra tampoco ayudó, porque el Real Murcia no reaccionó. Ni Jara, ni Pedro León, ni Dani Vega… Los jugadores que tenían que tirar del Real Murcia no aparecían. Acumulando pérdidas en un partido además muy trabado y con muchas faltas, los granas no daban muestras de ser el equipo dominador que quieren ser. Pero el Logroñés se empeñó en meter en el partido al Real Murcia. Caneda golpeaba en la cara a Alberto González y el colegiado no dudó ni un minuto en señalar la pena máxima. No falló Pedro León en el 33, poniendo el 1-1. Como tampoco lo hizo en el 56, cuando anotó su segundo penalti tras una acción en la que el meta Jero era expulsado por llevarse por delante a Andrés Carrasco.

El Real Murcia, con dos penaltis, mandaba en el marcador y además veía cómo se igualaban las fuerzas en el terreno de juego. Y es que hasta ese momento los de Mario Simón jugaba con uno menos por la expulsión de Javi Rueda en el 35.

Si alguien pensaba que los dos goles de penalti iban a sacar la mejor cara del Real Murcia se equivocó. Solo hay que ver lo que ocurrió desde el 56 hasta el 90. Los granas volvieron a ser un equipo dominado y descompuesto en defensa; un equipo sin creatividad, nulo en ataque; un equipo que perdía su ventaja en el marcador cuando Ribeiro ponía el 2-2 en el 79.

Pero a veces lo de menos es el plan, a veces lo de más son las venganzas. Y este sábado había alguien que tenía que ajustar cuentas, y ese alguien era Miku. Por eso, cuando todos firmaban un punto, el venezolano saltó al campo y aprovechó la que tuvo para esta vez sí sentenciar la remontada y mandar un mensaje a todos aquellos que le habíamos señalado en los últimos días. Luego, mientras el Logroñés perdía efectivos con las expulsiones de Thierno y Elosegui, llegó Pedro León y puso el 4-2, firmando un hat trick, pero este triunfo solo tiene un héroe, y ese héroe se llama Miku y lleva el dorsal 16.