Como en cualquier otra faceta de la vida, hay futbolistas en estados de gracia, otros buscan su lugar al sol y algunos atraviesan momentos delicados. Los primeros han de perseverar porque es más difícil mantenerse y seguir creciendo que llegar, los segundos consumen a veces su existencia en destacar, y los últimos nunca deberían rendirse salvo circunstancias imposibilitantes.

Con el desconocido Gavi nos equivocamos la mayoría criticando a Luis Enrique por seleccionarlo con apenas diecisiete años y hacerlo titular; ahora nadie discute su enorme potencial y categoría. Tchouaméni ha hecho olvidar en cuatro partidos al legendario Casemiro madridista. Y lo de Sadiq en la Real es un triunfo cantado que pone de manifiesto la ceguera de algunos técnicos de campanillas. Por ejemplo, Monchi tuvo ante sus ojos marchitos en Almería a un delantero que posiblemente hubiera cambiado el partido ante el FC Barcelona si lo hubiese fichado a tiempo; un equipo con aspiraciones no puede fallar tantas ocasiones de gol con empate a cero como malograron los sevillistas.

Gavi no solo se ha afianzado haciendo buena su sorpresiva y excelente temporada anterior, sino que recién cumplidos los dieciocho años quizá sea ahora mismo, junto a Pedri, el mejor mediocampista español y uno de los más determinantes en Europa. Un pulpo desatado robando balones, un portento físico metiendo la pierna y peleando todo el partido sin descanso, y un interior con una calidad y llegada impresionantes.

Tchouaméni mejora a Casemiro en elasticidad, fuelle, anticipación, llegada y clarividencia para distribuir, destacando que solo tiene veintidós años y que a esa edad el brasileño no se le acercaba en nada. Otro portento físico, que añade planta intimidatoria y elegancia en el juego.

Y Sadiq tiene gol, capacidad de desmarque, conducción poderosa en largo y otra planta física que aprovecha bien para suplir carencias. Cuando parece que no va a llegar, alarga las piernas, aún a trompicones o pareciendo que va a caerse, para llegar la décima de segundo antes imprescindible y tocar el balón antes que el contrario. Y de cabeza va de cine. Con Zubimendi, Silva y Merino sirviéndole balones puede ser la revelación goleadora de la Liga este año. La Real ha hecho un gran fichaje.

Morata estaría entre quienes luchan toda la vida por destacar y asentarse en lugar seguro. En cuantos equipos ha estado tras dejar el Madrid en sus inicios blancos: Chelsea, Juventus, el propio Real y Atlético, también en dos etapas, deambula por el campo con un halo de inseguridad y tristeza; como si tuviera que ganarse en cada acción el favor del público y de sus compañeros y técnicos. Sin embargo, con las distintas selecciones españolas, siempre ha sido un jugador importante. Seguramente, tiene en el ánimo su enemigo más poderoso. Incluso cuando celebra un gol, su mirada busca complicidades que no halla en el alma. Un típico caso psicológico entre la necesidad de cariño y demandas de reconocimiento en su ego.

Iago Aspas también estaría entre los guerreros de la vida. La diferencia es que en Vigo se encuentra en casa y desde allí reivindica el jugadorazo que es, mostrando tanto a los equipos grandes como al propio Luis Enrique el goleador que unos se perdieron y el seleccionador no valora. Más ceguera que añadir a las contradicciones del fútbol.

Entre los menesterosos, Lopetegui ve acercarse su final en el Sevilla sin remedios a mano. Monchi ha hecho su peor pretemporada por no anticiparse a lo que sabía. El otrora mago de los fichajes y ventas rentables se ha dormido en los laureles y ha confeccionado la peor plantilla de su larga y exitosa trayectoria. Como decíamos, romos delante y madres atrás, los sevillistas tendrán muchas dificultades para levantar cabeza en esta Liga tan igualada por en medio, con media docena de equipos aspirando a repartirse las sobras de Madrid y Barça, cuyo duelo en la cumbre está servido.

Y un punto y aparte para Pellegrini, quien con su larga trayectoria y aura senatorial está por encima de contingencias. Esta temporada deslumbra con un Betis que maneja a su imagen y semejanza. En Villarreal, Manchester y Málaga saben de sus excelencias. Y en el Madrid le falló la larga e insólita lesión de Cristiano, varios meses. Una pena blanca porque también destiló buen fútbol aquel equipo. Inteligencia emocional plena: se adapta a todas las circunstancias.

Y esta semana, Europa. Quizá la Liga ponga al fútbol en su sitio, como viene ocurriendo, por encima de glamures y ricachones.