En un descampado de tierra empezó todo para Mohamed Katir, el atleta muleño que en la madrugada del miércoles llevaba el nombre de Mula y de la Región al podio de un Campeonato del Mundo de atletismo. Y lo hizo colgándose la medalla de bronce en los 1.500 metros, una prueba en la que España no sumaba un metal desde hace 23 años.

Un descampado de tierra o cualquier camino de la huerta de Mula. Le daba igual a este atleta de 24 años que ahora empieza a encontrar recompensa a todos los contratiempos que ha ido viviendo desde que con cinco años llegase a España en una patera.

Porque el Mohamed Katir que copó todos los titulares tras fulminar los récords de España de 1.500, 3.000 y 5.000 metros, y que ahora, con una medalla mundialista, se desquita de todas las dudas surgidas tras el primer tramo de temporada, es el mismo Mohamed Katir que eligió practicar atletismo en un pueblo donde no había pista de atletismo y que, pese a nacer en Alcazarquivir (Marruecos), siempre ha defendido a capa y espada que se siente 100% español.

Ni las dificultades para conseguir la nacionalidad le llevaron a cambiar de planes. «Por Marruecos no voy a competir», decía contundente en una entrevista publicada por este periódico en marzo de 2019 y en la que reconocía que llevaba tres años pidiendo la nacionalidad sin que se la concediesen.

Y es que para Katir los papeles no significaban nada, para Katir lo importante era lo que había vivido, y Katir se ha criado, estudiado y ha hecho su vida en España. «Quiero participar como español, solo como español. Soy 100% muleño», insistía.

No era español para el resto del mundo, pero sí era español para sus vecinos de Mula, el pueblo al que llegó de niño junto a sus padres y en el que siempre ha sido uno más. Porque no hay vecino en Mula que no haya visto, aunque haya sido de refilón por la velocidad de sus zancadas, a Katir pasando por la puerta de su casa de la huerta. Porque, sin pista de atletismo, el ahora medallista mundial se ha forjado en los caminos de huerta muleños. Ahí, y en un circuito diseñado por su entrenador en un descampado.

Porque el Katir que ayer subía al podio en el Campeonato del Mundo y que ya piensa en el Europeo de agosto posiblemente no sería un atleta campeón sin la ayuda del que fuera su primer entrenador. Fue Cristóbal Carlos Ramírez, presidente del Club Atletismo Mulasport, el que le animó para probar en un deporte que ahora se ha convertido en parte de su vida. «Yo antes era futbolista, jugaba de delantero centro, porque era rápido, pero no era muy bueno. Por eso llegaba a mi casa muy cabreado. Pero cuando nos fuimos a vivir a Mula, hice carreras en el colegio y quedé primero. Entonces vino Cristóbal Carlos y me pidió que hablara con mis padres para que me apuntaran al club de atletismo», recordaba en 2019, en una de sus primeras entrevistas, publicada por este diario.

De la mano de Cristóbal Carlos empezó a forjarse un campeón que ahora, junto a Gabi Lorente, quiere que su nombre se escuche en todo el mundo. No lo pudo hacer en los Juegos de Tokio, donde, pese a ser uno de los favoritos, acabó octavo. Sí lo ha podido demostrar en el Mundial. Con los focos apuntando hacia otro lado, Katir ha recuperado su mejor versión para colgarse una medalla de bronce que solo es el comienzo, como él mismo aseguró ayer.

Un comienzo en el que siempre estará presente, el esfuerzo de sus padres por darle una vida mejor; la lucha por ser reconocido español, algo que conseguía en 2020; y el cariño de unos vecinos de un pueblo de 17.000 habitantes, que le han visto cabalgar por sus puertas un día sí y otro también, y que ahora lo disfrutan por televisión a la espera de que regrese a casa para darle un nuevo homenaje.