La Opinión de Murcia

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Fútbol

Grego Sierra: "El momento más difícil para mí fue cuando me lesioné, tuve que volver a casa y bajé a jugar a Tercera"

El defensa central murciano Grego Sierra, que acaba de renovar por dos temporadas con el Burgos, es un futbolista atípico con dos carreras, un máster y con su propia empresa de coches de gama alta

Grego Sierra, en un jardín de La Flota. L.O.

Gregorio Sierra Pérez (Murcia, 5 de marzo de 1992), conocido deportivamente como Grego Sierra, no es un futbolista al uso. Tiene dos carreras, un Master y su propia empresa, que creó hace cuatro años con un amigo. Acaba de renovar en el Burgos, de Segunda División, por dos años. Antes vivió situaciones complicadas como lesionarse estando en el Atlético de Madrid Ce irse a un club donde no cobró y sufrió una lesión.

¿Por qué y cuándo empezó a jugar al fútbol?

Fue por mi padre. A él se le metió en la cabeza que quería que yo jugara al fútbol y me apuntó a la escuela de fútbol de Cholo y Moñino, en el Olimpic Club, cuando tenía cuatro o cinco años.

Vamos, que no le dio alternativa a jugar a otro deporte.

No, pero hasta los doce años estuve jugando al fútbol y al tenis. Compatibilizaba los dos. Creo que empezar con Cholo y Moñino fue importante, porque estuve hasta infantiles con ellos.

¿Jugaba ya de niño de mediocentro?

De pequeño no porque había pocos zurdos y jugaba de extremo izquierdo. Hasta que fui infantil no me pusieron de mediocentro y ahí me quedé hasta que subí al primer equipo del Real Murcia con Iñaki Alonso y me pusieron por primera vez de defensa central. Eso fue ya con 19 años. Estos últimos años he jugado en las dos posiciones, porque en el Numancia y en el Valencia B lo hice como mediocentro.

¿Y dónde se encuentra más cómodo?

Ha llegado un punto que me he adaptado a las dos posiciones. Es cierto que los últimos tres años he venido jugando de central, pero si mañana me toca jugar de mediocentro, me da igual porque la posición la conozco.

Usted estuvo en la cantera del Atlético de Madrid, pero salió muy pronto. ¿Sintió impotencia cuando se tuvo que ir?

Estuve con 19 años, justo cuando llegó el Cholo Simeone. No es fácil salir porque como bien dices, cuando llegas a un sitio así, lo haces con unas expectativas. Además, de pequeño yo tuve la oportunidad de ir a otros equipos potentes, pero por decisión mía y de mis padres, decidimos no salir.

Pues lo fácil es salir en esos casos.

Así es, pero eran situaciones personales que al final, sobre todo mi padre, que era quien tenía la potestad sobre mí, tomamos esas decisiones, y cuando ya tienes una edad, pasas de juvenil y te llama un club como el Atlético de Madrid en un momento que estaba en lo más alto, me generó unas expectativas importantes. Yo solo estuve un año y tuve la mala suerte de tener una lesión de rodilla importante que me tuvo parado durante cinco meses. La tuve en la segunda parte de la temporada y me dificultó mucho. Si lo haces bien te quedas y eres el mejor, y si no funcionas, fuera y que venga otro. La salida fue complicada para mí porque siempre había querido tener la oportunidad de jugar en un club grande. Encima, yo firmé en un principio para estar en el Atlético C con la intención de subirme al B porque al entrenador, Alfredo Santaelena, le gustaba mucho. Cuando me iban a subir, la semana previa, me lesioné. Tuve mala suerte y fue duro, pero al final es lo que forja tu carácter.

Endurece, aunque hay gente que se hunde.

Conozco casos de futbolistas que han estado en categorías inferiores del Real Madrid y del Barça y que cuando salen de esos clubes, caen en picado. Pero en mi caso mis padres me ayudaron mucho y me marcaron el camino de seguir peleando y de que tenía posibilidades de seguir enganchado al fútbol. Me di cuenta que en mi entorno me veían con más capacidad que los demás y yo me veía con nivel.

Usted también ha vivido las miserias del fútbol, porque se fue a un equipo que se desintegró y no pagó.

Justo al salir del Atlético de Madrid, de estar entrenando con el primer equipo con Diego Costa, Koke y Falcao, entre otros, me fui al Noja en Segunda B. Me lesioné en mi segundo partido de liga, me rompí el metacarpiano, y no cobramos ni un mes. A mitad de año me vine a Murcia, iba a jugar en el Imperial, pero el club tenía problemas de impagos y no me podía firmar. Entonces, de mutuo acuerdo con el Murcia, decidimos que me fuera al Mar Menor con Paco García de entrenador. Jugamos el play off y yo ya estaba comprometido con el Murcia, dándose la situación de que el entrenador se vino también.

Después de dos lesiones consecutivas, la situación en el Noja y salir del Atlético de Madrid, ¿no le entraron dudas de seguir en el fútbol?

Ese fue el momento más difícil para mí. Estaba en Segunda B, donde nunca había jugado hasta ese momento y era la leche para mí, pero me lesioné y me tuve que volver a mi casa y bajar a Tercera. Recuerdo en el autodiálogo que uno tiene preguntarme cosas y pensar que eso no era para mí. Pero cuando analicé friamente las circunstancias y el porqué de esa situación, me dije a mí mismo que todo había pasado porque no había tenido continuidad.

Vamos, que se dio otra oportunidad.

Me di la oportunidad, pero nunca me planteé dejar el fútbol pese a que tenía muchos compañeros que habían vivido situaciones menos problemáticas que la mía y se lo habían dejado. Yo estaba estudiando, pero no se me pasó por la cabeza dejar el fútbol. Es cierto que había vivido situaciones jodidas, que veía que no arrancaba, pero nunca me planteé dejarlo.

¿Se preguntaba si se iba a ganar la vida con el fútbol?

En ese momento lo veía difícil, pero no tuve dudas. Al final vivía con mis padres, tenía lo suficiente para estar acomodado económicamente, pero cuando estuve en esa situación recuerdo, porque soy mucho de analizar las situaciones, que necesitaba encontrar continuidad. En el Mar Menor jugué bien, en el Murcia B también hicimos un gran año y a continuación Paco García firmó en La Hoya y me llevó.

¿En La Hoya ganó esa confianza que necesitaba?

La época que me hizo ganar confianza fue el año y medio que estuve con Paco García. Me veía jugando de central zurdo y capaz de dar un salto de categoría, como lo di en La Hoya Lorca. Me vi con nivel para jugar en Segunda B pese a que tuve una lesión de tobillo y no pude hacer pretemporada, pero acabé jugando 25 partidos porque fue un año importante.

¿Y qué es más difícil, dar el salto a Segunda o mantenerse?

Para mí hubo un paso previo, que fue fichar por el Valencia Mestalla. Tenía otras opciones, pero volver a un filial de un Primera, aunque no pudiera subir al primer equipo porque ya no era sub-23, me hizo que no me lo pensara. El entrenador, Curro Torres, insistió mucho en que quería contar conmigo. Firmé como central zurdo, pero por situaciones del equipo, que Carlos Soler subió al primer equipo, el técnico me dijo que quería que jugara de mediocentro. Desde un primer momento no puse problemas porque quería jugar donde fuera. Jugué unos 35 partidos, hicimos play off, eliminamos al Murcia, pero caímos ante el Albacete y no subimos por un gol. Después de ese año llegó el salto a Segunda División con el Numancia. Y respecto a si es más fácil subir que mantenerse, las dos cosas me parecen igual de complicadas, pero quizás sí te da una inyección mayor de moral llegar con 25 años cuando lo veía tan lejos teniendo 21.

Es que su caso es extraño, porque llegó ya mayorcito para lo que es habitual.

No es tarde, pero no era un crío de 20 años. Y valoro más en mi caso, ver que he llegado al fútbol profesional después de todo lo que he pasado.

Imagino que cuando uno llega a ese momento, se debe aferrar con todo.

El primer año en Segunda no tuve mucha continuidad. Llegué tarde en pretemporada porque había terminado el play off muy tarde y me dieron un par de semanas más de descanso. No tuve toda la continuidad que me hubiera gustado, no fue el mejor año para mí en estadísticas, pero sí fue de mucho aprendizaje porque estuvimos a punto de subir a Primera División y para mí fue histórico.

Este año incluso ha marcado tres tantos, algo inusual para un central. ¿Ha marcado muchos goles en su vida?

En categoría senior este es el año que más goles he marcado, pero cuando era pequeño y jugaba de extremo izquierdo, metía de 30 a 40 todos los años.

Vamos, que su capacidad goleadora de esta temporada no ha sido casualidad.

Siempre he tenido la inquietud de marcar. En el Mestalla marqué dos, en el Sabadell uno o dos y este año he hecho tres. Siempre he querido tener la oportunidad de marcar. De pequeño todos metemos goles, hasta el central se hincha a meterlos, y en un partido yo metí nueve con el Plus Ultra, cuando fuimos los campeones regionales, que le ganamos al Murcia en la final. Ese año hubo un partido contra el Algezares que quedamos 32-2 y yo marqué nueve. Otro compañero, José Francisco, que estuvo en el Madrid, metió siete ese mismo día.

Ahora es padre. ¿Cambia mucho la vida tener una hija?

En mi caso no en exceso porque ya era una persona tranquila, nunca he sido de salir mucho de fiesta ni he sido de estar fuera de casa, siempre he sido muy casero.

Pero los jugadores tienen fama de fiesteros.

Hay cada uno por ahí que ni te cuento, pero no es mi caso, soy una excepción. Tener la niña no me cambió mis hábitos, pero en el día a día sí te exige porque las tardes hay que dedicarlas a ella. Yo antes estudiaba y dedicaba las tardes a eso.

¿Qué ha estudiado?

Marketing, ADE y tengo un Master en Marketing internacional. Hasta hace dos años estuve estudiando.

Y luego hay futbolistas que dicen que no les da tiempo.

Sí se puede, pero te exige mucho porque no podía hacer otra cosa. Y por eso tengo una empresa desde hace cuatro años de venta de vehículos de gama alta, Levore Collection. Siempre he sido inquieto y por eso quise estudiar, lo hice por inquietud, porque en ese momento no me hacía falta, ya que tenía una situación muy estable y cómoda económicamente, pero a mí me gustan mucho los coches, son mi pasión, y con un amigo mío de la infancia la monté hace cuatro años y nos va muchísimo mejor de lo esperado, de maravilla.

Tiene 30 años, ¿pero se ha planteado seguir vinculado al fútbol cuando deje de ser futbolista?

Dudo mucho que mi futuro, aunque nunca se puede decir nunca, esté vinculado al fútbol porque hay cosas que veo que no me gustan.

Acaba de renovar en Burgos por dos años. ¿Se vive bien allí?

Sí se vive bien, pero donde esté Murcia… A mí me gusta el calor y cada vez que vengo me sale una sonrisa en la cara. En Burgos te llevas una grata sorpresa de la ciudad porque es muy bonita y vivimos en una zona cercana al centro, pero el hándicap es el frío.

Alguna vez se habrá encontrado con el campo nevado.

Por supuesto, nosotros hemos jugado con el campo nevado y bajo cero. Y en julio, en pretemporada, ir por la calle con chaqueta y vaquero es normal. Y por la noche, edredón. Noches de dormir sin tapar, pocas, mucho frío.

Defensa central y zurdo. ¿Es una pieza muy codiciada en el fútbol actualmente?

Es que hay muy pocos. Soy zurdo con el pie y diestro con la mano. Zurdos hay pocos, pero centrales zurdos hay menos. De hecho, hay muchos equipos que juegan con dos diestros. Es cierto que eso te da un punto a favor porque se supone que los zurdos técnicamente están un punto por encima y por eso es tipo de jugador demandado. Es algo que me beneficia sin comerlo ni beberlo.

¿Cómo se ha movido con los representantes?

Mi representante ha sido siempre mi padre y el primero no lo tuve los 20 años, después de firmar en el Atlético de Madrid. Me llamó Julio Prieto y solo lo he tenido a él, pero en Murcia tengo otro, Pablo Albadalejo. He sido fiel aunque cuando estás arriba te llaman muchos. Cuando estás abajo te llama solo el que te conoce, pero cuando otros me llaman para ofrecerme cosas, siempre los mando a mi representante porque es una persona en la que confío plenamente.

¿En el fútbol es posible tener confianza ciega en alguien?

Es prácticamente imposible encontrar gente de confianza. Hay muy buena gente, pero en esa faceta es un mundo complicado. Solo hay que pensar en cuál es el interés de la otra persona, que es hacer negocio contigo, algo que es totalmente lícito cuando es una persona que trabaja para ti, pero evidentemente hay muchísimos intereses porque cuando haces un año malo, se olvidan de ti. A mí no me ha pasado porque mi agente es un amigo.

Por eso ha montado una empresa con un amigo.

Estás hablando con alguien que sería difícil que montara, a día de hoy, una empresa con alguien con quien no quedara bien claro todo. Soy una persona muy familiar y cercana y por eso la empresa la monto con un amigo que tengo desde los cinco años.  

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