Messi se lo pasa bien siempre en Wembley. Es un estadio que le trae buenos recuerdos. Allí, en la nueva catedral londinense, firmó uno de sus partidos más memorables guiando al Barça de Guardiola a la conquista de la cuarta Champions. Era en el 2011.

Más de una década después, Leo disfrutó y mucho en su nueva visita a Wembley guiando también a la prometedora Argentina de Scaloni a la conquista de la Finalissima, un torneo de nueva creación. Se medía la albiceleste, campeona de la Copa América, a la Italia de Mancini, que besó la Eurocopa, pero no pudo, meses más tarde, colarse en el Mundial de Qatar-2022.

No necesitó Messi marcar ni uno solo de los tres goles de la Argentina (Lautaro, Di Maria y Dybala fueron los autores) que anuló a su rival con tal energía que no tuvo alternativa alguna.

No hubo partido. Bueno, sí. Hubo el partido qué quiso y cuándo quiso Messi. Dueño absoluto del escenario de Wembley dejando sin respuesta alguna a la desorientada ‘squadra azzura’.

Llegada la hora de encuentro, Italia podía estar aliviada porque el marcador era solo de 0-2 ya que Donnarumma, el meta del Paris SG, se convirtió en la estrella de la noche inglesa.

Lautaro marca, Lautaro asiste

Agarró Leo el balón que él mismo había previamente rebañado con una excelente presión defensiva para dibujar una jugada donde se apoyó en su diminuto, pero poderoso cuerpo para protegerlo de tal manera que detectó la silenciosa figura de Lautaro Martínez para que marcara uno de los goles más fáciles de su vida. Asistió Messi, marcó Lautaro (m. 28). 

Y cuando Italia quería conectarse al encuentro fue Lautaro el que se disfrazó de asistente tras una maravillosa jugada en la que quebró la resistencia de Bonucci antes de regalarle un delicado pase a Di Maria, quien ofreció un curso de dulzura con ese toque con el botín izquierdo para burlarse de la salida a la desesperada de Donnarumma.

No, no era el Messi triste, meditabundo y hasta apático que se ha visto en su primer año fuera de su añorada casa del Camp Nou. Era el Messi alegre, imaginativo, desequilibrante e hipnótico para los italianos.

Y una vez cumplido el trabajo de dirigir el triunfo de la albiceleste, el exazulgrana decidió que le faltaba el gol para completar un partido irreprochable. Dos disparos (uno con la pierna izquierda, otro con la derecha) fueron repelidos por Donnarumma, quien tuvo trabajo extra porque su defensa era de papel.

Hasta un tercer disparo desde fuera del área, con idéntica buena respuesta del meta italiano. Era como si el partido se simplificara en la inacabable creatividad de Leo y la sobriedad defensiva del portero. Fue una exhibición de una sólida y divertida Argentina frente a una apocada Italia. Y el resultado, 0-3, con el gol de Dybala, no refleja la abismal diferencia entre ambas selecciones.

La ficha del Italia-Argentina (0-3)

Italia: Donnarumma, Di Lorenzo, Bonucci, Chiellini, Emerson, Jorginho, Pessina, Barella, Bernardeschi, Belotti y Raspadori.

Cambios: Lazzarri por Chiellini (m. 46); Scamacca por Belotti (m. 46); Locatelli por Bernardeschi (m. 46), Spinzazzola por Pessina (m. 62); Bastoni por Emerson (m. 77).

Argentina: Emiliano Martínez, Nahuel, Cristian Romero, Otamendi, Tagliafico, Guido Rodríguez, Rodrigo de Paul, Lo Celso, Messi, Lautaro Martínez y Di Maria.

Cambios: Ezequiel Palacios por Rodrigo de Paul (m. 76); Pezzella por Cristian Romero (m. 85); Julián Alvárez por Lautaro Martínez (m. 85), Dybala por Di Maria (m. 90); Nico González por Lo Celso (m. 90).

Goles: 0-1, Lautaro Martínez (m. 28); 0-2, Di Maria (m. 46); 0-3, Dybala (m. 90 +3)