La Opinión de Murcia

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Pasando la cadena

De Mbappé a la Champions

DE MBAPPÉ A LA CHAMPIONS

O de la frustración a la gloria o a la impotencia, que todo puede ser. Ahora no vale aquello de que el Real Madrid está por encima de cualquier protagonista en su larga historia. Claro que sí, pero tal vez el madridismo no halle ni consuelo ganando su decimocuarta Champions tras el largo culebrón del morenito francés. Porque explicación a una cierta orfandad no va a encontrar tampoco. Y justificación, menos.

Alguien ha jugado con los sentimientos y sueños de muchos. Y debería sincerarse. Porque lo de que ha sido el maldito parné tampoco cuela. Ese será el pasto de los pesebreros blancos, de los que hay legión. A partir de hoy podrán comprobarlo. Y lo del orgullo merengue, por aquello de que le vayan dando al Mbappé de las narices, no es sino el llanto del impotente o la rabia del burlado. A algunos nos hace gracia, por cínico, culpar a los clubes estado de todos los males del fútbol, cuando nuestros grandes han hecho lo mismo toda la vida con los clubes modestos españoles. ¿O no, amigos? La prepotencia va por barrios. Y donde las dan, las toman.

Ni Mbappé ha traicionado a nadie ni el PSG ha jugado sucio. Es más fácil que todo eso. El futbolista ha sido sincero siempre cuando decía que aún no había tomado una decisión. Habrá elegido la opción que más le interesaba desde el punto de vista económico y emotivo. No olvidemos que es humano, francés y parisino. Y los cataríes se han limitado a intentar retener a un jugador por el que apostaron hace años, que estaba en su plantilla porque también entonces pujaron más fuerte que otros, como el propio Real Madrid. Precisamente, cuando aún era solo una promesa de gran estrella. Han hecho lo que debían.

Otra cosa es que desde el punto de vista deportivo la mayoría creamos que se ha equivocado, al margen de querencias y deseos. Despreciar al club que más entorchados tiene de Europa, y por lo tanto del mundo, es algo que al final estará en su debe futbolístico. Mbappé no brillara jamás como lo podría haber hecho de blanco. Igual que le ocurrió en el pasado a otros figurones. Y esa evidencia histórica la sabe hacia sus adentros cualquier aficionado, sea del club que sea. La única excepción a esa regla no escrita ha sido Messi, quien ha logrado ganar más balones de oro que nadie, y será difícilmente repetible, sin vestir de blanco. Eso sí, reconocimientos individuales, que no colectivos. Comparándolos con los de sus equipos: Barça y Argentina, los ha dejado en mantillas. O, lo que es lo mismo, ha brillado él mucho más que los colores que defendía.

Ahora bien, lo único seguro es que el Real Madrid continuará en el palmito sin Mbappé. Eso tampoco lo duda nadie. Y seguirá ampliando su sala de trofeos. La historia lo demuestra. Fichará o no un recambio, por difícil que se antoje, pero jueguen quienes jueguen a partir de la próxima temporada el club madrileño optará a todo. ¿Qué hubiera sido más asequible con el francés en sus filas? Sin duda. ¿Qué resurgirá de esta tremenda frustración quizá con más fuerza? Lo más probable. Y es posible que esa raza se demuestre el próximo día veintiocho ante el potentísimo Liverpool de Jürgen Kloop.

Curiosamente, este desengaño le puede venir bien a los de Carlo Ancelotti. No hay equipo en el mundo con más fuerza y casta ante los retos casi imposibles. Ahí están sus resultados en los peores momentos. Y esa renovación anunciada en plan circense en el Parque de los Príncipes puede espolear a los blancos hasta el infinito. ¿Se imaginan a Rodrygo, el más favorecido por no venir Mbappé, marcando otros dos goles en la final de la Champions? Si eso ocurriera, sería mano de santo para superar en días este disgusto

Y eso sí que justificaría lo que tantos pregonarán: que el Real Madrid es mucho más que cualquier futbolista, por grande que sea. Lo demás son llantos revestidos de orgullo por impotencia y ego herido.

Florentino Pérez ha fracasado en este tema. Y lo más doloroso para sus miles de fans es percatarse de que también es humano. Que del cielo hacia abajo no hay seres superiores ni personajes infalibles, aunque habrá actuado como mejor entiende para el bien del club. Los días del egoísmo personal y de sus otros intereses ya pasaron.

El tiempo y los años lo curan todo.

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