Con la resaca acumulada después de casi dos semanas de fiestas en la capital murciana, cualquier aficionado murcianista que se retrasara unos minutos en encender la televisión para ver el Melilla-Real Murcia, pensó que en realidad seguía durmiendo, que no podía ser que en apenas un cuarto de hora los granas ya fueran 0-2 por delante en el marcador. Pero no era ningún sueño, era la realidad. Porque ni quince segundos tardó Ganet en tirar por tierra todas esas excusas habituales -llámense viento o césped- para encarrilar la visita a un Álvarez Claro que históricamente no se le da bien a los murcianistas. Un latigazo del ecuatoriano en la primera jugada del encuentro confirmaba el buen momento de forma que viven los de Simón. No solo eso, también demostraba que la cara ofensiva y valiente, con el propio Ganet, con Saura, con Zeidane o con Jara, siempre es más atractiva para los ojos del espectador.

Ojos que hubo que frotar cuando antes del cuarto de hora, el Real Murcia pasaba a ser letal cuando Andrés Carrasco pinchó un balón que se convirtió en una asistencia a un Zeidane que ha caído de pie en el vestuario murcianista. Quince minutos y 0-2 en un campo siempre complicado como el Álvarez Claro. Lo nunca visto.

Y no solo era superior el Real Murcia en el marcador. También lo era sobre el terreno de juego. Con un Melilla intentando entender lo que estaba pasando, con un Melilla digiriendo que el descenso puede ser una realidad más pronto que tarde, el Murcia se gustaba en ataque. Con Saura y Ganet entendiéndose, aparecían detalles que apenas hemos visto esta temporada. Solo Santi Jara desentonaba, y es que el manchego no acaba de ser protagonista con la grana.

Pero como en el Real Murcia el equilibrio no existe, pronto se vio que había una falla, y esa falla fue aprovechada por el Melilla en dos jugadas aisladas.

Desde el principio de temporada sabe Simón que su plantilla cojea, que si apuesta por la defensa, el equipo flaquea ofensivamente; y si refuerza el ataque; defensivamente los granas se vuelven frágiles.

Por eso Simón siempre ha preferido guardar la ropa. Con la prioridad de mantener su portería a cero, siempre había opción de marcar un gol en un grupo muy flojo. Solo las urgencias, como el verse casi fuera del play off, han hecho cambiar la idea al técnico murcianista. Se agradece por lo que crecen futbolistas como Ganet y Zeidane, o por la aparición de Javi Saura; pero es para ponerse a temblar cuando el rival da un paso al frente.

Y eso es lo que ha ocurrido en el Álvarez Claro. Si el Real Murcia dejaba buenas señales ofensivamente, en defensa, el Melilla solo necesitó llegar dos veces a puerta para poner dos goles. Dos errores defensivos impropios de un equipo que quiere ascender hicieron que se perdiera toda la ventaja. Primero aprovechó Del Campo un mal despeje de Alberto López para sacarse una vaselina perfecta y batir a Serna en el minuto 27. Más grave fue lo que ocurrió en el 39. Con Alberto López no sujetando a Fran Núñez, el melinense aprovechó la mala salida de Serna para inventarse otro golazo que hizo que muchos aficionados murcianistas se taparan los ojos, creyendo imposible que con tan poco los locales hubieran borrado del mapa a la defensa visitante.

El 2-2 paralizó un poco a ambos, que en la segunda parte valoraban las ventajas y los inconvenientes de ir a por más, pese a saber que tanto unos como otros solo con la victoria podían dar un paso al frente en sus objetivos.

Con Zeidane más desaparecido, solo alguna acción de Ganet o Javi Saura daba algo de aire a los granas, pero no ponían en aprietos a Pol Ballesté. Tampoco el Melilla generaba miedo en sus intentos por llegar al área de Serna.

Se ensombreció el juego y por tanto el partido, y Simón intentó cambiar las cosas con la entrada de Dani García y Pablo Haro. Se marchaban Andrés Carrasco y Santi Jara. Pero no era suficiente para hacer sufrir a la zaga melillense, que salvaba sin problemas los pocos acercamientos granas. Hasta el 95 tuvo el Murcia una ocasión para desnivelar la balanza, pero la falta lanzada por Drenthe fue sacada por la defensa local. Al final un empate que deja el tercer puesto en el aire y aplaza la clasificación matemática para el play off.