La Opinión de Murcia

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El deporte, en primera persona

Begoña Hernández: "En Groenlandia crees estar en otro planeta porque tiene una naturaleza tan pura que no parece real"

Begoña Hernández, licenciada en Ciencias Ambientales, ha participado en la carrera Svalbard, en el Polo Norte, y ahora se embarca en una expedición para estudiar el cambio climático

Begoña Hernández

Ambientóloga. Begoña Hernández Vidal (Pozo Estrecho, 7 de octubre de 1980) va a participar en una expedición que recorrerá una zona inexplorada de Groenlandia para llevar a cabo un estudio clave para el cambio climático. Es la única española que ha participado en la carrera Svalbard, que se celebra en el Polo Norte. Empleada de Auxiliar Conservera desde hace seis años, ha recibido el apoyo de su propia empresa y de la Comunidad Autónoma para esta aventura.

¿Por qué decidió estudiar Ciencias Ambientales?

Cuando yo la estudié era una carrera de reciente implantación. Vi ahí una oportunidad de entrar en un mercado laboral emergente, porque en ese momento no había perfiles tan transversales, y tenía una inquietud por los temas ambientales. Me parecía muy interesante aportar algo a la sociedad.

¿Hace mucho deporte?

Sí, hago deporte en la naturaleza. He hecho trekking y en 2019 participé en una carrera en el Polo Norte, que es la prueba más al norte del mundo que se hace, la Svalbard. No fui exclusivamente a hacer la carrera, yo estaba allí para conocer esa zona, que es muy exótica desde el punto de vista polar, y vi que se hacía. Fui la primera y única española en hacerla. No es muy exigente, pero va gente de todo el mundo. Participé en la carrera pero el día anterior había estado haciendo bicicleta de montaña y kayak en los fiordos, es que no paro.

Vamos, que se apunta a un bombardeo.

Todo lo que sea naturaleza y en zonas polares, me apunto a todo. Por ejemplo, este verano estuve haciendo escalada en hielo. Es una manera de prepararme para una expedición como a la que voy ahora, donde me puedo encontrar cualquier cosa. El año pasado también hice una ruta en el norte de Suecia que es como el Camino de Santiago para ellos y que se hace a través de las montañas. La gente de allí la hace en invierno, cuando está todo nevado, y se hace con esquís o con raquetas. Ya la hice con raquetas en Semana Santa. Son más de cien kilómetros tirando de una pulka donde lo llevas todo y te vas quedando a dormir en cabañas que encuentras allí. Cierta forma física tienes que tener y también preparación psicológica.

Ahora se embarca en una expedición importante. ¿Cómo ha logrado ser seleccionada?

Pues ha sido la suerte de mi vida. A mí el mundo polar me atrae mucho, he hecho muchos viajes y he leído mucho sobre esa temática porque me apasiona. Y justo cuando tú quieres algo, todo se confluye para que te pase. Y en uno de esos viajes polares que yo hice conocí a Ramón Larramendi, que es el mejor explorador de España. Hablé con él porque soy fan suya y me comentó que tenía pensado hacer una expedición nueva. Pasados unos meses me llamó y me ha llegado una oportunidad única, porque no todo el mundo tiene la suerte de embarcarse en una expedición de este nivel.

Pero hay que estar bien preparado físicamente para un reto así.

Hay que preparar mucho los brazos y las piernas, además de tener resistencia aeróbica. El trineo es como un vehículo. No vamos tirando de él, como yo hice el año pasado. Es muy duro porque las temperaturas son de 40 grados bajo cero y para aguantar tienes que ir con muchas capas de ropa. Moverte en esas condiciones es complicado y entra mucho la resistencia y la fuerza. 

¿A cuántos grados bajo cero ha llegado a estar?

He llegado a estar a 25 bajo cero, pero los noruegos dicen que no hay frío, si no persona mal abrigada. Y es así. Hay que saber qué te tienes que poner y qué no. Bueno, el móvil se muere porque a -25 deja de funcionar, se apaga solo. Sin embargo, yo no tenía la sensación de tanto frío.

¿Qué objetivo científico tiene esta expedición?

Tiene tres retos. Uno es de investigación del cambio climático. A bordo de un trineo van dos proyectos que tienen mucha repercusión internacional. Uno estudia los microorganismos en entornos extremos, algo que nos permitirá saber qué ocurrirá en un futuro cuando el cambio climático avance. Si determinados microorganismos te los encuentras en puntos donde no deberían estar, eso ya te da señales. Y luego hay otro proyecto que es del Instituto de Astrobiología de Madrid. A través del mismo, se recogerán muestras durante todo el recorrido que se van a analizar para comprobar si hay signos de vida. Sirve para un equipo que se va a mandar a Marte. Tenemos que coger muestras de sitios donde aparentemente no hay vida para ver qué sale. 

¿Hacia dónde va el clima en nuestra Región?

A lo largo de la historia ha habido muchos cambios en el clima y ahí radica la dificultad para saber qué pasará en el futuro. La cuestión es identificar qué cambios corresponden al cambio climático y a la evolución. Hay un efecto de cambio en las temperaturas por factor humano que es evidente, está demostrado. Ahora el desafío es estudiar el efecto que tendremos y este tipo de estudios ayuda.

¿Usted ha visto el deshielo en primera persona?

Sí se ve y aunque no tengo mucha experiencia, cuando he ido a entornos polares me han mostrado hasta dónde llegaba un glaciar y dónde está en la actualidad. Recuerdo un glaciar en Alaska que habían puesto las etiquetas de las fechas y en menos de diez años había retrocedido lo que en otra época no había hecho nunca. Hay cosas que son muy llamativas. 

Diversos estudios dicen que La Manga va a desaparecer en unos 50 años, por ejemplo.

Y fíjate el Mar Menor ahora. Ha llegado un momento en el que ha reventado porque no se estaba cuidando. Había un exceso de confianza en que iba a absorber todo y no ha sido así. 

¿Y cómo surgió su amor por el ambiente polar?

Si le preguntas a mi familia te dirá que me viene de lejos, porque era la única persona que veía ‘Doctor en Alaska’. Siempre me ha atraído el mundo de la exploración y la investigación y es cierto que los entornos polares me han atraído, pero llegué a Groenlandia y comenzó todo. Allí tuve la sensación de estar en otro planeta. Es una naturaleza tan pura que no te crees que sea tan real. No he visto un cielo igual. De hecho, cuando haces trekking te vuelves loco porque el ojo no está acostumbrado a una naturaleza tan limpia y las distancias no las puedes percibir bien. La gente dice que la pasión por los entornos polares es equiparable a la que otros tienen por el desierto. 

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