Hace ya algún tiempo que ganar un combate en tierras inglesas empieza a ser más complicado de lo que lo era salir victorioso de la pista del Aris de Salónica a baloncesto en los años 80 con sillas sobrevolando la pista o de jugar en el llamado 'infierno turco'.

Y a diferencia de lo que sucedía en estos dos países con el comportamiento violento de sus aficionados, aquí el problema es diferente pero no por eso menos vergonzoso: ellos tienen el dinero, ellos montan el negocio y la suerte de según qué combates parece estar echada.

Al parecer, Kiko Martínez cometió el error el pasado mes de noviembre de enviar a la lona en dos ocasiones al británico Kid Galahad en el Sheffield Arena y arrebatarle el cinturón de campeón mundial de la IBF del peso pluma. El negocio perdía una fuente de ingresos con la victoria del genio de Torrellano y tocaba recuperar la corona.

El español se fue al suelo poco después del primer cabezazo. EFE

Por eso, la pelea de este sábado en Leeds entre el local Josh Warington y Kiko Martínez pintaba fatal y más aún si recordamos que 'El Guerrero'' había sido descalificado recientemente contra el mexicano Mauricio Lara por un cabezazo en el segundo asalto.

El inglés va siempre hacia adelante, pero lo hace como las cabras cuando se enfadan: a cabezazos. Y en el primer asalto provocó una enorme brecha al español con un testarazo que debería haberle valido la descalificación o al menos, que se hubiese parado la pelea.

Lejos de ellos y con la penosa connivencia del árbitro local Marcus McDonnell, la pelea siguió y la abundante sangre que manaba de su ceja hizo que el alicantino perdiese el sitio y se fuese al suelo por un golpe de su rival.

Warrington celebra su victoria. EFE

A partir de ahí, continuos cabezazos que provocaron otras dos heridas en el español. La tercera fue más vergonzosa aún, yendo directamente a la frente de Kiko Martínez y abriéndole por tercera vez. La respuesta del árbitro fue llamarle la atención como si estuviese tratando con un hijo. No hizo ni un amago de restarle un punto. ¿Era parte del negocio? Si no, su comportamiento resulta inexplicable

Pese a que apenas podía ver por el ojo izquierdo, el ya excampeón mundial de 36 años lo intentó todo hasta que en el séptimo asalto quedó arrinconado tratando de esquivar los golpes de Warrington sin que sacase manos. McDonnell vio el cielo abierto y paró la pelea. Derrota por KO técnico en el séptimo asalto, fiesta en Matchroom (la promotora) y luto en el boxeo. Así no, por favor.