Mari Cruz Gómez Moreno (Molina de Segura, 18 de julio de 1989) es enfermera del Servicio Murciano de Salud. Acaba de ser nombrada entrenadora del año por las Naciones Unidas del Baloncesto. Apenas le queda tiempo libre porque dirige el equipo senior femenino del Molina Basket, el benjamín masculino, ayuda en el minibasket y es segunda entrenadora en la selección murciana.

¿Cuándo entró el deporte en su vida?

Empecé haciendo gimnasia rítmica con tres años, pero me lo dejé y me metí en el baloncesto en 6º de Primaria, en el colegio.

¿Jugó mucho tiempo?

Sí, estuve federada durante toda mi vida, mientras que estuve estudiando. Estuve en ADM, después el femenino se fue a CB Molina y me lo dejé un año hasta que surgió la fusión y nació Molina Basket. Entonces regresé de jugadora y al año siguiente ya me convertí en entrenadora.

¿No le gustó la rítmica?

Sí me gustó, pero tenía una desviación de columna y mis padres decidieron que cambiara de deporte, pero me gustaba la gimnasia rítmica y la verdad es que aún la veo cuando puedo.

¿Pasó a ser entrenadora porque notaba que se había acabado su etapa de jugadora?

En realidad fue porque terminé la carrera de Enfermería y estaba sin trabajo. Entonces me fui metiendo como segunda entrenadora de un equipo y al año siguiente me dieron uno.

Le ha cogido gusto a los banquillos.

La verdad es que me ha gustado mucho más de lo que esperaba. Mi hermano siempre dice que en su momento no me veía como entrenadora y me sorprendí porque me empezó a gustar mucho. Ahora me pongo más nerviosa dirigiendo que cuando jugaba. El peso de entrenadora, de las decisiones, es diferente, son otros objetivos los que tienes.

¿A qué equipos entrena?

Entreno al senior femenino, el benjamín masculino, ayudo en el minibasket y estoy de segunda entrenadora en la selección murciana.

¿Le queda tiempo para algo?

Pues poco, duermo poco. Lo peor son los lunes por la noche, que los entrenamientos son de diez a once y media, y cuando llego a casa voy acelerada y no puedo dormirme pronto, pero por lo demás, lo llevo bien.

¿Por qué le han dado el premio de entrenadora de la Unesco?

Es un reconocimiento. Yo no sabía nada, mi director deportivo me propuso y me enteré el 10 de enero cuando me comunicaron que me habían dado el premio. Es un reconocimiento que hacen las Naciones Unidas y la verdad es que aún no soy consciente de todo, no tengo los pies en el suelo, pero evidentemente estoy muy contenta.

¿Qué virtudes como entrenadora hay que tener para recibir ese premio?

Realmente no lo sé. Al final es el trabajo y la constancia, pero no es que tenga nada especial. En general, todos los entrenadores que estamos en esto damos más de lo que podemos ganar, pero es verdad que la familia del Molina Basket vamos creciendo en él.

Dice que duerme poco, pero durante la pandemia, por su trabajo, debió ser peor.

Sí. Es verdad que tuve una lesión en 2017 y decidí no operarme porque soy enfermera y no podía parar. Y justo me operé en enero de 2020 del cruzado y que es una recuperación larga, y a mí la pandemia me pilla justo cuando empiezo a andar y me tuve que quedar en casa. En mayo decidí coger el alta, es verdad que lo pasé muy mal, tuve ansiedad porque veía que éramos necesarios los enfermeros y mis compañeros necesitaban que me fuera a trabajar, pero aún no podía andar. Además, no sabíamos a lo que nos enfrentábamos y yo estaba atada de pies y manos y no podía hacer nada.

Ustedes han ido a pecho descubierto.

Al principio fue una locura y yo creo que con el tiempo se podrá expresar todo lo que se ha vivido, pero ahora mismo es imposible hacerlo.

Ahora está mejorando todo, esta última ola ha sido más suave.

Evidentemente las neumonías bilaterales que se veían en las radiografías antes, no se han dado ahora. Omicrom parece que tiene una capacidad de infección más potente, pero no es tan fuerte en el aparato respiratorio, pero las vacunas han ayudado mucho a esta situación.

¿Usted ha pasado el coronavirus?

No, yo no lo he pasado.

A los sanitarios les debe costar entender que haya gente que aún no se ha vacunado.

Por números, se está viendo cómo va evolucionando la pandemia. Al final la Delta seguirá por ahí y no sabemos si Ómicrom continuará, pero las vacunas están haciendo muchísimo. Oíamos muchas muertes cada día y se nos ha olvidado un poco.

Volviendo al baloncesto. ¿Qué objetivo tiene, a qué le gustaría llegar?

Lo tengo como un hobby donde busco siempre la formación y hacer equipo. A mí lo que me enganchó de Molina Basket fue que es un club de todos y para todos, que en ningún momento se me ha pedido resultados ni conseguir objetivos de ganar ligas. Es cierto que los títulos han venido y estamos muy orgullosos del trabajo que hemos hecho, pero nunca han sido una meta. Mi objetivo es la formación y crear equipos y buen ambiente, es decir, crear amigos dentro del mundo del baloncesto.

Dentro del baloncesto se hacen muchos amigos.

En mi etapa como jugadora, yo conseguí tener amigos a partir de senior porque tuve cambios de clubes y no tuve la suerte de tener muchas amigas de mi edad que jugaran. De hecho nos subían a equipos superiores porque no había chicas suficientes. Las amistades las conseguí en mi etapa senior. Ahora veo a los niños, a los chicas y a las chicas, y me da envidia y mucho gusto poder vivir eso, aunque en mi etapa no fuera posible.

¿En su época había déficit de chicas?

Sí, en ADM había solo tres y jugábamos con niñas menores, y cuando pasé a CB Molina me subieron una categoría superior, que me sacaban dos años las compañeras.

¿Mejor entrenadora que jugadora?

Es verdad que mi etapa senior como jugadora estuvo muy bien, y como entrenadora es cierto que gané una liga benjamín y otra alevín, además que ser subcampeonas el año pasado en infantiles, pero no me he planteado nunca qué se me da mejor.

¿Disfruta más entrenando que en los partidos?

Son sentimientos diferentes. Es verdad que en los partidos te frustra a veces que no se vean las cosas como se trabajan en los entrenamientos. Ahora mismo, con el senior femenino y con los peques, en los entrenamientos disfruto mucho porque hay muy buen rollo, nos divertimos y es más distendido. Los partidos requieren más concentración.

Hay muchos entrenadores que dan prioridad a ganar sobre la formación y eso desvirtúa el objetivo del baloncesto de base.

Para mí sí que los desvirtúa. Para mí es total la formación y que un niño mejore. Cada uno tiene su rol en un conjunto y no se puede jugar siempre con los buenos. No creo que sea bueno para nadie porque puedes tener un equipo muy bueno y das palizas a los rivales, pero cuando sales fuera de Murcia te comen porque tú no has tenido un partido competido en sí.

¿Cómo consigue que haya buen rollo en sus equipos?

Tú tienes que saber cuándo tienes que ser duro y cuándo levantar la mano. No puedes ir siempre dando golpes ni puedes ser siempre blando. En los entrenamientos hay tiempo para que se den situaciones de todo tipo y cuando los jugadores tienen claros cuáles son los tiempos, todo funciona. Los niños no tienen que ir al baloncesto como algo forzado.

Pero hay muchos niños que dejan el deporte por la presión del entorno.

Es que al final hay muchas veces que los padres se confunden porque piensan que si sus hijos no meten canastas, no son buenos jugadores, y a lo mejor en el equipo es el que mejor defiende y une a todos los compañeros. Si el banquillo se levanta y aplaude a un jugador, es porque algo bueno se está haciendo. Hay muchos roles dentro de un equipo y necesitamos a todos. Hay que aprender a ver el deporte en otro ámbito.

¿Se ha encontrado alguna vez con algún padre o madre que le ha recriminado que no juega su hija?

La verdad es que a mí me gusta que todas las niñas jueguen lo mismo, aunque cada categoría es diferente. En senior es diferente, porque son mayores y todas saben a lo que vienen, pero es verdad que en benjamines tengo niños muy buenos y a lo mejor no juegan los cinco séptimos, solo juegan tres y vamos combinando. A mí me gusta que todos aprendamos a jugar en equipo porque es más difícil defender a un equipo que a un jugador.

Pero el individualismo está muy metido hoy en día en nuestra sociedad.

Sí, pero hay que trabajar para que no sea así. A mí mucha gente me pregunta por qué mis niños pasan tanto el balón y es porque me tiro los entrenamientos diciendo “pasa, pasa, pasa”.