El UCAM Murcia logró la gesta, se comió al Valencia Basket y se convirtió por segunda vez en semifinalista de la Copa del Rey. En su segunda aparición en el torneo, tirando de casta, dejó en evidencia a todos los que le daban un cero por ciento de posibilidad de lograr la victoria en cuartos de final. El éxito quedará en la retina de muchos aficionados, sobre todo en esos que no vivieron la hazaña de 1996 en Murcia. Si en aquella ocasión bailó Duane Washington, en esta lo hicieron los Lima, Taylor y compañía.

El sueño comenzó en el arranque del partido. Pero el despertar, en el segundo período hizo presagiar lo peor. Los más veteranos sabían que podía ocurrir, pero de forma prodigiosa, los jugadores de Sito Alonso se levantaron, como hizo esa misma mañana el entrenador, quien por los efectos del coronavirus, no tuvo claro hasta última hora si podría viajar a Granada para dirigir a los suyos.

Paliza en la grada y en las calles | D.G.G.

Sí, el UCAM ganó en la pista, y su afición dio una paliza en la grada y en las calles de Granada durante toda la jornada. Porque las bufandas y camisetas rojas se vieron en cualquier rincón de la ciudad. Por cualquier sitio se veía presencia mayoritaria de murcianos. La proximidad geográfica y que el conjunto de Sito Alonso ha enganchado este curso, propiciaron ese desplazamiento masivo. Porque se habían vendido entre abonados del UCAM unos 550 abonos, pero muchos lograron ayer a última la ‘cesión’ de seguidores de otros equipos de sus localidades. Incluso alguno viajó sin tener asegurado poder entrar en el pabellón y en la misma puerta se encontró con una agradable sorpresa. Y es que la ocasión merecía correr ese riesgo. Veintiséis largos años han pasado desde esa Copa en Murcia.

Paliza en la grada y en las calles | ACB

Desde bien temprano Granada se llenó de murcianos. A mediodía, en el Bar La Lonja, en un quedada organizada por Estrella de Levante que hoy se repetirá, decenas de ellos se reunieron para comer, hacerse una foto de familia y empezar a calentar las gargantas con cánticos. Todos ellos, en masa, se congregaron a las puertas del Palacio de los Deportes casi dos horas antes del inicio. Querían motivar a sus jugadores a la llegada del autobús y lo consiguieron, porque el primer tiempo del UCAM fue para enmarcar, con un baloncesto espectacular, ágil, vibrante.

Durante el partido, en las gradas, el color fue rojo. En uno de los fondos consiguieron reunirse la mayoría de seguidores, que bailaron y llevaron a su equipo en volandas. Incluso en los peores momentos no dejaron de alentar y se adentraron en un final de partido emocionante, con el corazón a mil. Porque el amor propio de este UCAM hizo posible una recuperación inesperada, apoteósica, y los jugadores lo celebraron a lo grande con un público entregado que se merecía tanto o más que ellos todo el sufrimiento vivido.

El UCAM Murcia llega al partido entre vítores de la afición

El UCAM Murcia llega al partido entre vítores de la afición L.O.