Semana tras semana se reinventa el personal futbolero. Y no responde tanto a su imaginación como al resultadismo imperante. También a algo tan humano como las excusas arbitrales, algunas de risa, o la improvisación para justificar insensateces. Flaquezas de este deporte.

Sin embargo, esa misma debilidad le otorga magia porque la sucesión semanal de días en el fútbol está jalonada de misterios, como las cuentas de un rosario. Y ese es uno de sus atractivos. Cada semana se puede empezar de nuevo con argumentos para poner el acento en lo que más interese.

Como ejemplo, un tragaldabas del Valencia trata de robo la goleada en contra del sábado. Debe ser algún monigote de Murthi o Lim tras sus lentejas; dos genares bufos. Es más sencillo. El Madrid fue superior y ese árbitro es malo. Lo viene demostrando sobradamente.

El Levante ganó el primer partido en esta liga y ya hablan sus profesionales de cambio de ciclo para la permanencia. Lo cual está bien por lo que supone de moral alta, pero no deja de ser humo. O cierto entorno del Real Madrid, que tras perder en Getafe mostraban una preocupación desmedida, y por golear al Valencia vuelven a voltear campanas de optimismo.

Ganando o perdiendo un partido, o dos, ni el Levante tiene la escapatoria a mano, salvo que los demás fallen demasiado, ni al Madrid se le escapa esta liga salvo que se cumpla la maldición de Ancelotti y se le caiga el equipo en primavera.

En la competición de la regularidad, lo importante son las plantillas y su dirección, al margen de rachas, que siempre acuden puntualmente a su cita. Otra cosa es su inercia. No es lo mismo ir a menos que a más. Como tampoco es igual que te cojan al principio o al final del campeonato.

El Madrid inició la liga como un cohete y eso propicia margen para cuando lleguen las vacas flacas, que llegarán, a no ser que el Sevilla, único que puede birlarle el título, coja una racha similar hacia arriba en la segunda vuelta y a rebufo de la moral consiguiente pueda ganarle el esprín final metiendo codos. Ahí, la suerte, que juega mucho, dictaría sentencia.

Ancelotti sigue haciendo la goma con sus ilustres, y al cansancio aparente de un partido le sigue un portento físico en el siguiente. ¿Llegarán bien al tramo final Casemiro, Kroos y Modric? Esa es la clave. Benzema y Vinicius, aparte de su indudable calidad y enorme estado de forma física y anímica, se están saliendo porque esa media es una correa sin fin de facilitarle balones con ventaja.

A quienes dicen que son la pareja de delanteros más determinante de Europa, en una clara exageración, sin restarle un ápice a su importancia, habría que recordarles que no es lo mismo jugar abrigados por esos tres indiscutibles que responder con acierto a pelotazos desde atrás de sus defensas o aprovechar el juego de conducción de Valverde o Camavinga; buenos jugadores, pero con más futuro que presente. Si fueran lo que dicen quienes el sábado hicieron esa afirmaron tras los dobletes del brasileño y el francés -mayoría de comentaristas- el Real Madrid sería claro favorito a ganar la Champions. Y eso nadie lo firma hoy; ni ellos.

Veremos si el uruguayo, el francés o Ceballos pueden suplir con éxito la exquisitez de los dos volantes que han sentado cátedra en el Madrid en el último decenio, que falta hará, sin duda. Porque el tercer tenor, el brasileño, sigue sin recambio. Falta reiterada desde que se hizo con el puesto gracias a la visión estratégica de Zidane en su primera etapa. Y ya ha llovido.

Y enfrente, Xavi continúa cursando su máster de técnico en el Barça. Aún le queda. Y no solo porque le falten tiempo y mimbres, que también, sino por mostrar su bisoñez corriendo el riesgo de perder el partido administrativamente con la absurda decisión de dejar en el campo solo a siete jugadores del primer equipo, y dos de ellos con amarilla, para sacar a uno del filial por Dembélé. Si hubieran expulsado a cualquiera de esos siete, y estuvo cerca con Piqué, al quedar solo seis se le hubiera dado por perdido el encuentro. Y encima, declaró al final que asumió voluntariamente ese disparatado riesgo, teniendo otras alternativas.

Si fue así, de traca, y si no se enteró, de párvulo. Misterio de la pasada tómbola semanal. ¿Qué creen ustedes?

Es fácil. Seguramente, no lo repetirá.