Olga Rodríguez Ferrán (Murcia, 17 de diciembre de 1976) es profesora de Educación Física de Secundaria en el IES Cascales y asociada de la UMU en CAFD. También coordina Proyecto Europeo Erasmus+ Patios Inclusivos y el equipo de la Liga Genuine del FCCartagena. Acaba de publicar el libro Buenas prácticas inclusivas en recreos y deporte en edad escolar. Madre de tres niños, fue campeona de España de taekwondo.

¿Desde cuándo está vinculada al deporte?

Desde la infancia he practicado deporte, muchos diferentes, aunque al que más me dediqué fue al taekwondo a nivel competitivo.

¿Era buena en el taekwondo?

En su momento y en la Región, sí, aunque no era un deporte muy popular entre chicas, pero fui campeona de España. Después, con 17 años, como me fui a hacer INEF en León y allí no había taekwondo, me metí en el judo durante unos años.

¿Cómo se le dio el judo?

Lo hice en plan amateur, no competí, pero a la vez del judo hacía de todo y competía en los equipos universitarios de todo lo que se ponía delante. He sido muy polideportiva, me gustaba probarlo todo para vivir experiencias diferentes.

¿Y ahora qué hace?

Sobre todo correr por el monte y más desde los tiempos de COVID. Me gusta todo lo que tenga que ver de la naturaleza. He estado en Asturias estas navidades haciendo rutas que no conocía pese a que he pasado allí muchos veranos porque mi padre es asturiano. A pie es donde se descubren los mejores sitios y es lo que ahora mismo me llena porque tengo tres niños y tengo que compatibilizar.

Está inmersa en el proyecto de la Liga Genuine del FC Cartagena. ¿Cómo ha llegado hasta ahí?

El director deportivo de cantera, Javi Madrid, fue alumno nuestro en la Universidad y empezamos a hablar de la inclusión en el deporte. Siempre ha sido una persona con mucho interés en este campo y este año me dijo que el club se podía inscribir en la liga y que le habían aceptado el proyecto. Cuenta conmigo como coordinadora de metodología y dirijo un equipo de dos monitores. También el Cartagena está abriendo su sección de deporte inclusivo con el fin de inculcar valores en el resto del club y en la sociedad. Yo contacto con colegios, ayuntamientos y asociaciones y hago esa labor más que el entrenamiento propiamente dicho y donde me encargo de comunicar, resolver conflictos y técnicas de autocontrol para ellos. Además, en los viajes, como el equipo es mixto, también es necesario que haya presencia femenina. También llevo la relación con los padres.

Trabajar con personas con capacidades diferentes, ¿cómo es?

Cuando trabajas con personas que están un poco excluidas de la sociedad, cualquier detalle y atención que tienes con ellas, lo valoran muchísimo. Es un mundo muy agradecido, que para el ego y la parte emocional aporta muchísimo. Siento que es un proyecto en el que cree el club como formación en valores. Además, se ha expandido rápidamente a la cantera, para que el resto tenga contacto con este equipo.

¿Qué le movió a escribir el libro sobre prácticas inclusivas?

En la Facultad he estado dando la asignatura de actividad física para personas con discapacidad y deporte adaptado. Me he ido vinculando mucho al mundo de la discapacidad y ello me ha hecho conocer los déficits de este mundo, tanto en la educación física, que no es inclusiva aunque cada día lo es más, como a nivel deportivo. He tratado con profesionales que saben mucho del tema y con el programa ‘Patios y Parques Dinámicos’, que es de intervención de niños en recreos y también de formación de profesorado, me he nutrido en que la inclusión es un derecho y también cómo hacerlo. De ahí surgió un congreso desde la UMU y la Fundación Rafa Puede, que fue una experiencia maravillosa, porque todos los ponentes coincidimos en que se tenía que quedar recogido en un libro. Desde la dirección general de Deportes también nos apoyaron porque tienen mucho interés en esta temática.

¿Qué encuentra cualquier profesor de Educación Física en este libro?

Toca tres grandes campos. Por un lado, la parte relacionada con Educación Física inclusiva y el juego y el deporte. Después hay una sección más destinada al deporte adaptado a nivel federativo y de clubes. Y el último es a nivel de Universidad. En estos tres apartados exponemos buenas prácticas. En la Universidad de Barcelona lo están llevando a cabo y tienen a más de veinte alumnos en el Grado de CAFD con discapacidad, que antes ni pensaban que ellos pudieran estudiar. La atención a la diversidad, que también la tiene la UMU, está centrada en cómo estudiar con apuntes, ¿pero quién dice cómo tienes que hacer un salto de altura o solucionar a un chico en silla de ruedas que apruebe la asignatura de fútbol?

Es que la discapacidad es la gran olvidada.

Las primeras barreras que tenemos todos no es cómo trabajar con gente con barreras, sino que son muy pocos y que el dinero es mejor destinarlo a muchos. Esas barreras se rompen con la repercusión que luego encuentras en ese dinero invertido. Y el deporte hay que repensarlo a nivel escolar.

¿Y qué es deporte adaptado e inclusivo?

El adaptado es específico y el inclusivo es esencial para el deporte escolar. No tiene nada que ver lo uno con lo otro. No tiene que desaparecer el baloncesto en silla de ruedas, por ejemplo, pero tiene que ser inclusivo y se está transformado. ¿Por qué no puede jugar alguien que no tiene una discapacidad física al baloncesto en silla de ruedas? Habrá que adaptar los reglamentos, simplemente.

¿Pero las personas sin discapacidad no tiene reticencias a practicar esos deportes?

Sí que hay gente que quiere jugar al baloncesto en silla de ruedas. ¿Por qué no van a poder? Pero ahora mismo una persona que no tenga reconocida una discapacidad, no puede participar en una liga de baloncesto en silla de ruedas.

¿Y hacia dónde considera que debe caminar el deporte inclusivo?

Habría que potenciar que la Educación Física fuera inclusiva y dotar de recursos para formar al profesorado. La Educación Física es fundamental porque por ahí pasan todos los niños, y luego también el sistema de Deporte Escolar. La Federación Vasca de Deporte recoge que hasta los 14 años no tienes que estar federado y se asegura que todo el deporte no está en manos de los clubes. Este tipo de proyectos, que son muy satélites, tendrían que ser una cuestión política. También coordino el Proyecto Europeo Erasmus+ Patios Inclusivos, que está destinado a la formación del profesorado. El proyecto está enfocado a mejorar los curriculums de las facultades en juego inclusivo. Es decir, que los alumnos que están estudiando tienen una formación basada en buenas prácticas para favorecer el deporte inclusivo. Participamos universidades de cinco países y dos fundaciones. Se trata de formar mejores profesionales para que sea más inclusiva.

También es necesario cambiar la cultura que tenemos.

Pero es que la cambiamos los adultos. Los padres somos los que nos vetamos, pero también hay que educar a los padres de niños con discapacidad por la baja autoestima. Venimos de una inercia en la que se escondía a las personas con discapacidad. En los colegios en los que trabajo en los recreos los niños son inclusivos y ellos se lo explican a los padres. Cuando los niños cuentan a sus padres que han estado con Rafa, que no tiene brazos, jugando al fútbol, están educando a los padres porque lo hacen desde la naturalidad. Eso les aporta mucho porque hay algo más fuera del éxito deportivo o ganar un partido. Los adultos no venimos de una sociedad inclusiva, pero los pequeños sí y son los que nos van a ir enseñando.