La visita a Puertollano dio algo de oxígeno al Real Murcia. Los goles de Andrés Carrasco y Julio Gracia en el primer cuarto de hora acabaron siendo determinantes para un equipo grana que coge un poco de aire en medio de su crisis de resultados. Pero no todo son buenas noticias. Aunque el marcador fue favorable y aunque los tres puntos hacen al Real Murcia dar un salto en la clasificación, la imagen no fue todo lo buena que debería ser para un equipo que se enfrentaba a uno de los rivales más modestos del grupo y para un conjunto que encarriló muy pronto el partido. Sufriendo, y mucho, los tres puntos ya están en el casillero de un equipo que salva otro match ball.

Durante muchos minutos parecía increíble que los de Simón mandaran en el electrónico. Igual que durante muchos minutos, algunos jugadores quedaron tan marcados que a falta de un mes para el mercado de inviernos, volvieron a ganar papeletas para estar en la casilla de salida. El problema es que dar más de una decena de bajas no parece demasiado posible.

Mirando la clasificación del Puertollano, a priori, el Real Murcia tenía que regresar a casa con la victoria. Pero no es un equipo fiable el confeccionado por Manolo Molina. Lo ha demostrado ya muchas jornadas. Y los primeros minutos, desmintieron la clasificación. Intentaron mandar los locales desde el principio, llegando con facilidad al área de Miguel Serna, pero mostrando sus carencias en ataque.

Cuando los aficionados del Real Murcia vieron como Juanfri estrellaba un balón en el larguero que botó sobre la línea, se temieron lo peor. Lo que no esperaban es que de esa jugada se pasaría a la acción que supuso el 0-1. La contra lanzada por la derecha acabó con un pase de Mario Sánchez a un Andrés Carrasco que no falló ante el exgrana Simón Ballester.

La suerte acompañaba a un Real Murcia que hasta ese momento ni había olido el balón ni había propuesto nada. Pero no iban a acabar ahí las buenas noticias. Si en el 9 Carrasco había hecho sonreír al murcianismo, en el 13, un zapatazo de Julio Gracia alargó la fiesta grana.

Todo salía de cara. Pero el Real Murcia no aprovechó su buena suerte en el inicio del partido. Con el marcador a favor, fue incapaz de controlar el partido y cortar cualquier intento de reacción del Puertollano. Todo lo contrario. Los murcianistas fueron dando vida a los locales. Ni un segundo les duraba el balón en los pies. Con un centro del campo que no daba señales de vida, dieron tantos pasos hacia atrás, haciendo que el Puertollano dispusiera de todos los metros que quisiera.

No aprovechaban los manchegos sus llegadas al área, como tampoco el Real Murcia la debilidad del rival. Y eso que con apenas dos soplidos, antes del descanso, pudo llegar el 0-3. Fue Simón Ballester el que impidió que Andrés Carrasco celebrase su segundo gol de la tarde.

Se fue el Real Murcia al descanso mejor, pero a la vuelta todo fue igual. Un conjunto grana encerrado, miedoso, incapaz de ganar ninguna batalla. El centro del campo perdió hace tiempo la brújula, si es que alguna vez la tuvo, y los chispazos de Julio Gracia no son suficientes.

Abraham acorta distancias de penalti

En el 50, iba el Puertollano a meter miedo de verdad. Y todo por un penalti más que tonto cometido por un Fran García que pide a gritos la rescisión de su contrato. No falló Abraham la pena máxima, dando vida a los locales, que siguieron insistiendo e insistiendo.

De nuevo, en dos acciones aisladas, pudo sentenciar el Real Murcia, pero otra vez faltó pegada. Falló Pablo Haro y envió por encima del larguero Juan Fernández, que había saltado al campo en sustitución de Fran García.

Sufrió el Real Murcia hasta al último instante. Tuvo que aparecer Serna para salvar a los suyos en el minuto 80.

Al final, sufriendo, pasando mucho miedo, casi tiritando, el Real Murcia sumó un triunfo que da un respiro, pero que deja muchas dudas con vistas a las próximas jornadas.