¿Cómo fueron sus inicios deportivos?

Siempre he sido la típica mujer que ha salido a hacer footing, pero solo una vez a la semana. Y con 46 años mi hija me apuntó a una carrera porque ella hizo una San Silvestre disfrazada y le encantó el ambiente.

¿Qué edad tiene su hija?

Tiene 33 años y tengo una nieta con 9. Ella se llama Lucía López Ferrándiz, hacía alpinismo y fue la primera mujer murciana que subió un ochomil. Ella fue la que me metió en este mundo. Fue un 10K en el Ranero. Llegamos las dos juntas y me puse tan nerviosa que salí corriendo como una loca. Pero me salió tan bien que me animé a hacer más. Me gustó mucho el ambiente al llegar a la meta, ver a todo el mundo saludándose y que se conocía. Enseguida me apunté a otra en Alcantarilla y después comencé a salir a entrenar con los Correbirras porque hasta ese momento lo hacía sola.

¿Cómo empezó en los triatlones?

Yo iba a natación desde hace años, pero en plan muy light. Sin embargo, me llamaban la atención los triatlones y cuando empecé a correr me propuse probar uno. No era muy ciclista, pero sabía montar en bici y también sabía nadar. Me apunté al triatlón de Cieza. De eso hace dos años. Tenía ya una edad y pensé que se me pasaba el momento y que tenía que hacerlo todo ya. El triatlón me enganchó muchísimo porque te lo pasas muy bien y el ambiente es muy chulo.

Pero una cosa es hacer triatlones y otra es un Ironman. ¿Cómo surgió?

El año pasado hice un Medio Ironman en Gandía y me lo pasé genial. Entonces le dije a Alfonso, mi entrenador, que teníamos que ir a por más. Coincidió que había un Ironman en As Pontes que se celebraba dos días después de mi 50 cumpleaños…

¿Celebró su 50 cumpleaños haciendo un Ironman?

Quería. Me regalé la inscripción y ya tenía reservado el hotel, pero en mayo, un mes antes, tuve un accidente con la bicicleta entrenando.

¿Qué pasó?

Iba yo sola, frené mal con la rueda delantera, caí con la cara y estuve una semana ingresada. Me partí la mandíbula por tres sitios y me fracturé cuatro vértebras. Me pusieron collarín y se me cayó el mundo encima porque me faltaba poquísimo para hacerlo. Perdí mucho peso, masa muscular, todo lo que había entrenado. Salí de la Arrixaca con 50 kilos, echa un desastre.

¿Y regresó?

Sí, le dije a mi entrenador que iba a hacer el Ironman y me puso un plan de entrenamiento. Primero empecé a caminar treinta minutos cuando yo me tiraba tres y cuatro horas corriendo. Podía rodar un poco en la bici y me recuperé muy bien. Todo el mundo se asombró por la rápida evolución que tuve.

¿La espalda fue lo peor?

Fue todo un poco. La boca la he llevado muy mal para nadar porque no tengo sensibilidad y tragaba mucha agua. Además, como tres vértebras de las que fracturé fueron las cervicales del cuello, al hacer el giro para nadar me costaba bastante. La bici era lo que mejor llevaba. Y cinco meses justos después del accidente hice el Ironman. Acabé en 12 horas, un tiempo que está muy bien, y no me lo esperaba. Lo que peor llevo es la natación y tenía muchas dudas. Mi entrenador me decía que si salía el agua, lo acababa, y así fue.

¿Qué sensación se tiene al acabar un Ironman después de dudar si volvería a hacer deporte?

Las fotos de mi llegada a meta lo dicen todo. Acabé llorando, con una mezcla de alegría y de satisfacción por haberlo conseguido. Tenía tanta gente apoyándome… Antes de la prueba hice un grupo de wasap con mis amigos, mi entrenador, mi nutricionista, que me recuperó todo el músculo a base de productos y dietas, y antes y después de la prueba vi el móvil y me encontré infinidad de mensajes de ánimo que me llevaron en volandas.

¿Se disfruta en un Ironman?

Como le digo a mi entrenador, un Ironman tiene el poder de hacer que una prueba tan dura la disfrutes y lo pases bien. No sufrí nada, sí en los entrenamientos, pero en la prueba iba sonriendo todo el rato y saludando a la gente, como en una nube.

¿Y ahora, qué?

Sigo preparando cosas. Voy a hacer la Maratón de Valencia, que será mi octava maratón, y carreras populares de las ligas que hay, como de la Federación y Correpormurcia. Pero cada vez me llama más la atención hacer ultras.

¿Cuándo hizo su primera maratón?

Solo siete u ocho meses después de empezar a correr.

¿No le llamaban loca?

Sí, todo el mundo, pero yo decía que tenía que hacerla ya, pero luego me piqué, igual que con el Ironman. Pensé que solo iba a hacer uno pero me lo pasé tan bien, que quiero repetir.

¿Cómo se lo puede pasar uno bien sufriendo tanto?

Doce horas sufriendo. No sé, es la mentalidad, la cabeza es lo que manda sobre el cuerpo. Yo iba con tanta ilusión y tanto miedo a la vez, que cuando vi que iba consiguiéndolo, me vine arriba pese a que salí la última del agua, a casi quince minutos de la penúltima. Incluso llevaba el barco detrás cogiendo las boyas a mi lado. Salí del agua un poquito antes de la hora de corte, con 1 hora y 51 minutos…

Pues apuró bastante.

Y tanto que apuré. Cuando salí y cogí la bici, que estaba la mía sola, me vine arriba.

¿No tuvo ninguna crisis?

Alguna vez piensas qué estás haciendo, pero iba tan ilusionada y con tantas ganas de hacerlo, que se te olvida todo. Encima vino mi pareja, mi hija y mi nieta, que estaban chillándome en todo momento. Te vienes arriba y solo piensas en llegar a meta para abrazarlos a todo. Es una experiencia que recomiendo a todo el mundo que comienza en este mundillo.

Cada día hay más mujeres, pero no hay muchos ejemplos como el suyo, de gente que empiece a edad avanzada a hacer deporte.

Sí, pero cada vez hay más gente que empieza con edad porque hay muchos de 40 años para arriba en las carreras y en los triatlones. Pero no sé por qué las mujeres no se arrancan a hacer deporte, quizás porque lo ven difícil. Yo empecé caminando porque tenía perros. Me los cogía y me pegaba una caminata buena. Al final acabé corriendo, pero se tienen que animar más mujeres, que hacen falta.

¿Después del accidente no pensó en dejarlo?

No, fue todo lo contrario. En el momento del accidente piensas que ha pasado algo que te va a impedir seguir. Cuando me dijeron que tenía tantas vértebras fracturadas y me vi con el collarín, pensé que no podría volver. Pero cuando me dijeron que no había ninguna lesión en la médula y que no me tenían ni siquiera que intervenir de la espalda, inmediatamente llamé a mi entrenador para decirle que me preparara cosas que pudiera hacer. Él me decía que estuviera un mes quieta, pero le dije que ni loca. Enseguida cogí la bici otra vez.

¿No le cogió miedo a la bici?

No, al revés, yo decía que conmigo no iba a poder y me subí en la misma bicicleta, que por suerte no le pasó nada. Me lo llevé yo todo en mi cuerpo.

¿Cómo veían en casa que volviera a hacer deporte?

En mi casa tienen todos mucha paciencia conmigo. Me apoyan porque parece que les contagio la ilusión y me animan en todo. Fíjate que yo me levantaba a las cuatro y media de la mañana para salir a hacer las tiradas largas con la bici para preparar el Ironman. Eso era todos los fines de semana y otras veces me iba a correr cuatro horas. Lo han soportado meses y cuando acabé la prueba de Gandía me preguntaron si ya había acabado, pero les respondí que no, que ahora iba a hacer otro.

Si el problema es lo que cuesta preparase para hacerlo.

Claro, si lo peor es el entrenamiento, porque el Ironman es un día que sufres un poco y ya está. Lo peor son los entrenamientos tan duros. En casa se quedan preocupados porque me voy a las seis de la mañana con la luz en la bici y, sobre todo, después de lo que me ha pasado. Sí que llevo el móvil con la ubicación, pero es inevitable el estrés que llevan ellos. Pero en cuanto les dije que quería hacer otro, me apoyaron y me dijeron que me entendían.

¿Por qué el apodo de Maki?

Eso viene de un buen amigo mío de los Correbirras, Manuel Lanzarote, que empezó con la broma a decirme ‘Máquina Carmen’. Como es más corto y más fácil de recordar, lo llevo en las camisetas y todo. De hecho, casi nadie me conoce por mi nombre.

Imaginaba que era por algo de ese estilo.

Sí, pero la máquina no es tan máquina.

Bueno, pero no hay muchas mujeres de su edad que hagan esto.

No hay muchas porque no se ponen y no les gusta lo suficiente, pero por fortaleza física y capacidad, podrían hacerlo.

Usted también tiene condicionantes familiares.

Claro, mi trabajo, mi familia, mi nieta, porque mi hija también trabaja y tengo yo que quedármela, pero saco tiemop.

Es que esto es más querer que poder.

Exactamente. Es duro levantarte a las cuatro o las cinco de la mañana para salir a correr, pero me cuesta menos trabajo coger la bici a esa hora que levantarme a las seis para venirme a trabajar.