Luis Enrique es provocador, valiente, soberbio, apreciable estratega, desaborío y nada contradictorio, cabría añadir. No ceja en sus empeños y muere con sus ideas sin atender más que a sus propios criterios; no sabemos si suyos exclusivamente o consensuados con sus ayudantes.

Aparte, puede gustar más o menos, pero es absurdo discutirle su excelente trayectoria en los banquillos de clubes. Otra cosa es lo que sea capaz de hacer como seleccionador. De momento, no ha ganado nada, aunque las semifinales de la pasada Eurocopa con sistema de juego innegociable y equipo de autor, en el que pocos confiaban, le otorgan crédito suficiente para seguir en sus trece.

Ya decíamos que Luis Enrique es un provocador vocacional; sus declaraciones recientes lo corroboran. Le va la marcha. Así, no duda en negar que vea, lea o escuche prensa deportiva. cosa que nadie cree, por el mero hecho de dar una bofetada a sus críticos. Y es que, nada más satisfactorio para un broncas que ningunear de esa forma a quienes piensan que pueden influir en su trabajo. Un desahogo personal que se traduce en decir a los profesionales de la información que no son nadie.

Y eso nos lleva a una soberbia singular. Añadir que sabe de fútbol más que la mayoría de quienes siguen su trabajo desde los medios, aparte de ser de Perogrullo, porque siendo un profesional del asunto desde jovencillo, sería ridículo que cualquier profesional de la información pudiera ganarse la vida mejor que él dando patadas a un balón o en un banquillo; es de un soberbio tan subido de tono como vacío de fuste.

Y denota, además, algún complejo escondido. O está falto de cariño en su entorno futbolero, cosa que dudo, o lo adulan demasiado — más probable— y no escucha lo que alguien le habrá dicho seguramente sobre lo efímero de la gloria mundana. Quien obre así demuestra ser inteligente y quererlo más que sus palmeros. Que no tenga ninguna duda de lo mucho que lo esperan para correrlo a sartenazos quienes se han sentido, se sienten y se sentirán maltratados por sus oprobiosos desprecios. Por eso no añado lo de listo en el catálogo de sus evidencias. Yendo así por la vida, de los más listos de España no es. Más bien, raya en la tontuna postural.

Tampoco es dudosa su valentía. Y en esto hay muchos con él, entre quienes me incluyo, aunque censure que lleve a Gavi y no a Brahim, por ejemplo. Por bueno que sea el sevillano juvenil y canterano culé, lleva un rato en Primera y el otro la rompe con el Milán, que no es pelufa de caña, y tiene una impecable trayectoria tanto en la selección Sub 21 como en las inferiores. También es verdad que para gustos son los colores y que está en su perfecto derecho de seleccionar a quien quiera.

Respecto a la apuesta por los jóvenes, desde aquí hemos ponderado siempre a los entrenadores valientes con ellos. Miguel Muñoz con el Madrid ye-ye; Amancio y Di Stéfano dándoles la alternativa a la Quinta del Buitre; Guardiola con Busquets y Pedrito, más Piqué y otorgándoles galones a Iniesta, Xavi o Pujol; Valdano con Raúl o Cruyff con el propio Guardiola y otros. Y, respecto a la selección, hasta el mismo Luis Aragonés con su apuesta por los jóvenes, jubilando a ilustres como Raúl, Cañizares o Salgado.

Hablando de valientes, a Koeman, en la cuerda floja, hay que reconocerle su apuesta por Gavi, como antes hizo con Pedri, Mingueza y compañía, pudiendo elegir a jugadores más contrastados, sobre todo el año pasado. El holandés anda sobrado de bemoles.

Luis Enrique está armonizando bien una selección joven, que es admirable. Y pensando de dónde venimos, la España campeona de todo, y hacia dónde debemos mirar, el futuro incierto, hay que reconocerle igualmente que es un excelente estratega. No es un camino fácil y estará lleno de baches. De momento, la pasada Eurocopa y el baño de revancha a Italia en su casa son muestras esperanzadoras.

Si gana algo relevante, lo de Gavi y Yéremi Pino pasará a la historia en el haber de Luis Enrique, si no, serán solo recuerdos casi anecdóticos. La memoria futbolística es así.

Es sábado y no sé qué haremos mañana contra Francia, pero ¡con España siempre! ¿Y Luis Enrique? Pues, con sus defectos y virtudes, el de turno.

Los técnicos, como las olas de la célebre habanera, unos vienen y otros van.