¿Cómo llegó al balonmano?

Jugaba al fútbol en el colegio Dominicos y un día, de repente, me robaron las botas de seis tacos porque jugábamos en campo de hierba. Me cabreé y el profesor de gimnasia de aquella época, Sergio Loidi, que había sido jugador de balonmano, me dijo que probara.

Le vio que tenía cuerpo.

Sí, en aquella época ya era grande porque yo empecé con 14 años, en cadetes. Jugaba a todo y se me daba bien el baloncesto, fútbol, fútbol sala y kárate. Este hombre me vio entrenar, y me cogió de una forma personal tanto a mí como a un amigo que también destacaba. Después llegó jugar en el equipo del colegio y en la selección de Aragón hasta que con 17 o 18 años fuimos al Campeonato de España de Logroño y el entrenador del Avidesa, que era un club potente de aquella época, le gusté y vinieron a ficharme. Me fui a Alzira con 18 años.

Un histórico el Avidesa.

Sí. Llegar con 18 años allí en un equipo donde estaba Vasile Stinga, que era el mejor lateral izquierda del mundo, Maricel Voinea, que fue el inventor de la rosca, Jaume Fort, Alemany, máximo goleador, o César Argilés. Fue increíble. Ese mismo año ganamos la Copa del Rey y después la Recopa. Fueron dos o tres años fantásticos.

¿Y por qué salió de allí?

Porque iba por ciclos de crisis económica. Avidesa desapareció y nos tiramos un año sin cobrar y después me fui a Granada al Huétor Tájar. Después estuve en Almería, regresé a Valencia, pasé por el Cangas de Morrazo, Zaragoza y el Algeciras.

¿Cómo acabó en Murcia?

Porque los padres de mi mujer son de Campos del Río. Veníamos en verano a la playa y al pueblo a veranear y a mí me gustaba porque es un sitio maravilloso. Y ya decidimos venirnos a Murcia hace 17 años.

Aún conserva el acento maño.

Sí, a veces lo fuerzo, pero es que he vivido en toda España, porque estuve en Granada, Pozoblanco de Córdoba…

El problema del balonmano es que hay proyectos que se desmoronan enseguida.

Ha habido ciclos muy buenos y en la época que yo empecé fue de las más potentes. A mí me tocó una época de la Asobal muy buena, con los mejores jugadores del mundo y con un gran nivel. Se aportaba mucho dinero público a los equipos, pero cuando eso desapareció se vino un poco abajo. Los clubes ahora tienen que dar un paso hacia la profesionalización. También habría sido interesante que el Real Madrid hubiera tenido una sección de balonmano, pero es que al final el balonmano a nivel nacional ha tenido muy buenas épocas.

La incongruencia es que casi ningún jugador de la selección juega aquí.

El balonmano no es como el fútbol, que te resuelve la vida, y tienes que apurar al máximo todo lo que entra. Aparte, es un deporte duro, de riesgo, de mucho contacto, físico, y te pueden venir lesiones y tienes que estar preparado. Es un deporte que no puedes comparar con el fútbol pero que está consiguiendo muchos éxitos para España. Tanto los Hispanos como las Guerreras y las categorías de base tenemos un montón de medallas en campeonatos internacionales. La situación es así, hay que asumirlo y seguir trabajando.

Eso también pasa en el baloncesto que los mejores jugadores están jugando fuera.

Ahora mismo, si quieres un poquito de colchón económico, tienes que irte fuera. En el balonmano las ligas de los países centroeuropeos, como Alemania, Dinamarca, Francia, Polonia y Hungría, es donde se mueve ahora mismo el dinero.

¿Usted hizo dinero con el balonmano?

No, yo era un jugador de equipo potente, pero lógicamente no te da el dinero suficiente para seguir viviendo de eso. Yo lo que sí hice fue estudiar, primero me saqué Enfermería, después Ingeniería Técnica y de Edificación…

Qué carreras más dispares.

Bueno, yo empecé Veterinaria, que era mi vocación. Después me decidí por Enfermería, que era cuidar personas, y luego curar edificios. Al final esa es la trayectoria que he seguido.

¿Trabajó como enfermero?

Trabajé un año en Valencia como enfermero e instrumentista, pero cuando me fui a Cangas a jugar ya lo dejé y no lo retomé. Después, cuando terminé Arquitectura fue cuando me vine a Murcia y empecé a trabajar con mi cuñado porque en ese momento la construcción estaba bien. Luego vino el declive, otro ciclo y hubo que cambiar de registro. Pero yo siempre digo que cada día sirve para aprender, que hay que asumir las cosas y, sobre todo, ser positivo. Aunque he tenido una época negativa, me he dado cuenta que si piensas en positivo las cosas van a salir bien. El ejemplo lo tenemos en el Campeonato de España de balonmano playa que organizamos en La Manga, que ha sido muy duro de llevar a cabo, con muchos inconvenientes, y en todo momento pensaba que cualquier decisión que tomaba iba a ser positiva. Y eso me ha ayudado mucho.

Pensar que todo va a salir bien ayudar a que así sea.

Es un evento que dependes de una tormentilla que caiga y si ocurre, te lo revienta. Al principio miraba el tiempo todos los días, pero después lo dejé de mirar y pensé que iba a salir un día estupendo. El jueves que lo montamos todo, el viento nos lo tiró todo abajo, pero pensé que al día siguiente iba a salir todo bien.

¿Por qué se decidió a dedicarse a la gestión deportiva a través de una Federación?

Cuando me vine a Murcia me había desconectado del balonmano. Jugué en la Abaranera, Eliocroca y Ademur por matar el gusanillo. Pero un día que se planteó un cambio en la Federación, me ofrecieron ser presidente y así empezó todo.

Le buscaron, vamos.

Sí, fue así. Y a partir de ahí, empecé con respeto porque no sabía cómo funcionaba este mundo, pero luego le cogí el gustillo y entonces también iniciamos la Unión de Federaciones Deportivas. A partir de ahí me animé y fui creciendo en el interés de crear cosas para los niños.

Pero es más fácil ser jugador que presidente de una Federación, seguro.

Madre mía. Por lo menos este verano te puedo decir que he dormido poco dándole vueltas a la cabeza con el Campeonato de España porque son muchos detalles. Además, estamos jugando con la imagen de la Federación Española, de la Región de Murcia, de La Manga y Cartagena. Venía mucha gente y había que hacerlo bien.

Menos mal que se calmó el problema del Mar Menor un poco.

Sí, la gente se llevó una imagen bonita y ahora hay que luchar para que el Mar Menor se recupere, que es una joya que tenemos. Si ves las 20 horas de cada una de las cámaras de streaming que hemos tenido, los atardeceres que hemos visto no tienen precio. Eso hay que cuidarlo y poner todos de nuestra parte para que se recupere.

¿Ha metido ya a sus hijos en el deporte?

Bueno, el mayor, Román, ha sido medalla de plata con los cadetes. Lleva una buena trayectoria, empezó desde muy pequeñito con el Peque Balonmano, y encima se está poniendo grandote con 15 años, que ya casi me está alcanzando, pero sobre todo que se divierta. Luna, la mayor, también juega al balonmano, en su caso en el San Lorenzo, y aunque empezó tarde y ahora va a empezar la Universidad, en niñas tienen un poco de más tiempo para llegar a categorías superiores. Y el pequeñajo es el que está ahora viendo un poco para ver hacia dónde va. Quiere jugar al baloncesto porque el año pasado no pudieron jugar los niños de su edad al balonmano, pero lo importante es que haga lo que le guste.

¿Qué tipo de jugador era?

Era un jugador muy duro. Cuando llegué al Avidesa jugaba de lateral izquierdo, pero en mi posición estaban Alemany y Stinga, por lo que estaba muy complicado jugar. Para aprender, muy bien, pero para jugar, complicado. Entonces vi la oportunidad de meterme en el pivote, donde estaba un poco solo Juan Selma. Empecé a entrenar ahí y muy bien porque estaba físicamente muy fuerte y era muy potente de piernas. Había que defender a muerte y era un armario empotrado porque pesaba ya unos cien kilos.

¿Tenía que controlar mucho el peso?

No, en balonmano, con 1,94 que mido y 105 kilos de músculo, hay auténticas bestias. Éramos unos atletas, como ahora. Era duro porque tenía que ser duro, si no defendías, no jugabas, y en ataque aprovechabas mucho el trabajo sucio porque el pivote tiene que trabajar para el equipo y lo que te llega, marcar o sacar siete metros. Yo me divertía más jugando fuera, de lateral, más dinámico, más entretenido, pero en aquella época se me daba bien.

¿Qué compañero le marcó más?

He tenido mucha suerte de estar en varios equipos y he conocido gente muy interesante. En Avidesa Joan Alemany era el que nos marcaba el camino a los jóvenes y conseguimos un círculo muy interesante. Los entrenamientos eran una auténtica pasada y con Joan mantengo una relación de hermanos. Después tuve a Joaquín Zafra en Córdoba, quien tuvo un problema de salud muy grave y estuvo a punto de irse al otro barrio, pero luchamos todos juntos y es algo que me ha marcado en mi vida. El balonmano es un deporte de equipo, no hay individualidades, quien se sale fuera no sale en la foto. Todos luchamos por lo mismo y he tenido la suerte de estar en grandes equipos con grandes estrellas, como Bruno Martiné, Veselinovic… Te puedo contar anécdotas un montón, como ir a Rumanía a hacer la pretemporada con Stinga en la época de Nicolae Ceaușescu y subir al autobús los militares y cuadrarse porque era coronel del ejército.

¿Tuvo que soportar muchas novatadas?

Bueno, lo típico, el rol de pardillo tenías que llevarlo, pero sobre todo porque te educaban deportivamente, cosa que hecho hoy en falta. Falta cultura deportiva de respeto y de saber en qué sitio estás y cómo te tienes que comportar. A veces con las selecciones vas a algún sitio y ves a los chicos que no saben qué están representando y hay que recalcarlo mucho.

Pero eso no pasa solo en el deporte, es reflejo de la sociedad.

Así es. Vivimos en una sociedad de conflictos absurdos y tontos que nos hacen perder un montón de tiempo, por lo que es lógico que se traslade al deporte.

En la Federación Murciana han ido creciendo en los últimos años, ¿pero falta un equipo en Asobal?

El camino que llevamos en estos últimos años es el que debe ser, sin prisas pero sin parar. Cuando llegué no teníamos alevines y había pocos infantiles, y ahora mismo ya tenemos quince equipos infantiles, también alevines y hacemos un programa de Pequebalonmano, que es lo que va alimentando al resto. Estamos progresando mucho con los críos y contamos con cadetes con mucho nivel, que nos está dando fuerzas para seguir y que incluso estamos exportando a otros clubes de fuera. Significa que algo estamos haciendo bien. A partir de ahí, tenemos que empezar a trabajar por arriba. Los equipos masculinos es muy difícil porque para llegar arriba hace falta mucho presupuesto, pero los equipos que tenemos en Primera alguno de ellos pueden saltar a División de Honor Plata. En chicas tenemos el UCAM, que el día que se atrevan a cambiar la estructura y den un paso, podrán atraer a jugadoras jóvenes internacionales a estudiar a la Universidad, y con lo que estamos generando, hacer un equipo para estar en la máxima categoría, pero aun así es muy difícil. El proyecto de hoy en día del balonmano pasa por darle a la gente formación, unas condiciones mínimas para que se desarrollen y que hagan deporte sin pensar en el dinero.

Tiene que ser difícil captar gente para un deporte donde en la élite no se mueve mucho dinero.

Para que te hagas una idea, en categoría femenina hay niñas que están sin cobrar en la máxima categoría. Otras que tienen un nivel muy alto que cobran 500 euros al mes y le pagan el piso.

Pero eso tiene fecha de caducidad.

No puedes plantearte dedicarte al entrenamiento mañana y tarde por 200 o 300 euros o por nada. Es complicado.

Y ahora hay más oferta deportiva que en nuestra época.

Bueno, pero aquí hemos conseguido que niñas juveniles que antes prácticamente lo dejaban al llegar a esa categoría, sigan queriendo jugar a balonmano, y eso es muy importante. Tenemos varias crías muy motivadas que desean continuar. En chicas sí que podemos tener a medio plaza un equipo en la máxima categoría, y en chicos a medio plazo sí que podemos tener uno en Plata, por ejemplo con Cartagena, donde el club de fútbol está apoyando. Al final no hace falta mucho dinero, pero sí hay que hacerlo bien.

¿Usted hace deporte hoy en día?

A los 40, después de entrenar mañana y tarde, me dio un bajón y lo dejé, desconecté totalmente. Ahora, aunque estoy fuerte por dentro, por fuera necesito volver a hacer ejercicio. He empezado a andar, a hacer movilidad articular porque de repente no me puedo poner a hacer de todo, ya que soy una persona grande. Ahora sí que estoy intentando moverme que los críos son un poco mayores para poder hacer alguna cosa juntos, que también me gusta. Estoy en la fase de volver a recuperar la actividad deportiva.