Lo de confeccionar una plantilla diferente cada verano tenía las horas contadas cuando Víctor Gálvez fue forzado a tomar la puerta de salida y el Real Murcia presumía de iniciar una nueva etapa. Primero con la PARMU y luego con Francisco Tornel, el objetivo era dejar atrás los pecados del pesado. Una política de cantera y la puesta en marcha de un proyecto deportivo a largo plazo eran las líneas maestras del que nos vendieron como nuevo Real Murcia. Pues solo tres años después, el nuevo Real Murcia simplemente es el viejo Real Murcia, el Real Murcia que cada verano y cada invierno obliga a sus aficionados a aprenderse los nombres de un equipo prácticamente completo.

Hasta cuarenta y ocho fichajes ha realizado el club grana en las últimas tres temporadas, de los cuales quince han llegado este verano de la mano de un Manolo Molina que en su presentación hablaba de que su objetivo era mantener el bloque. Pues nada se parece la idea inicial a lo que finalmente ha ocurrido. Solo Antonio López y Pablo Haro se mantienen del curso pasado, y esa cifra hubiera sido todavía menor si el extremo segoviano hubiera atendido los deseos del director deportivo, que intentó rescindir su contrato hasta el último momento.

Cuando el domingo el Real Murcia salte al césped de Nueva Condomina para enfrentarse al Marchamalo, los aficionados del Real Murcia posiblemente solo conocerán de temporadas anteriores a Armando, que el pasado curso jugó cedido en el Hércules, y a Javi Saura, que inicia su segunda etapa en el primer equipo. El resto de los alineados por Mario Simón serán todo caras nuevas, y es que los murcianistas han renovado completamente todas sus líneas. Miguel Serna ha llegado para ocupar la portería; la defensa, quitando a Antonio López, es completamente novedosa con los centrales Alberto González e Iván Casado y los laterales Mario Sánchez, Luis Madrigal y Popovici.

Para el centro del campo han aterrizado Ganet, Javi Saura, Athuman, Julio Gracia, Fran García y Juan Fernández. También será completamente novedosa la delantera, con Andrés Carrasco, Dani García y Boris Kouassi, el último en llegar.

La revolución llevada a cabo por Manolo Molina solo confirma que no ha cambiado nada en Nueva Condomina, cayendo en saco roto todas las promesas de apostar por la cantera y de afianzar el bloque para presumir de proyecto a largo plazo.

Si este verano se han hecho 15 fichajes, el mercado de la temporada anterior bien lo podría haber firmado Deseado Flores. Y es que, en la ventana estival los granas, con Julio Algar en los despachos y Adrián Hernández en el banquillo, cerraron la llegada de hasta once nuevos jugadores, de los que algunos apenas estuvieron seis meses en el club, porque llegado el mes de enero, la entidad decidía poner patas arriba el equipo con ocho contrataciones -Nereo Champagne, Molinero, Gurdiel, Verza, Carrillo, Marcos Méndez, Ton Ripoll y Adrián Fuentes-. Lo peor fue que ese cambio de cromos no sirvió para que se consiguiese el objetivo de dar el salto a la Primera RFEF.

Más justificados estuvieron los movimientos de una temporada antes. En verano de 2019, Julio Algar, que asumía las tareas de director deportivo tras un corto paso por el banquillo de Nueva Condomina, tenía que remangarse para conseguir rescindir los contratos firmados por un Víctor Gálvez que tiró la casa por la ventana para convencer a jugadores como Hugo Álvarez, Charlie Dean, Aquino. Una vez limpiada la plantilla de fichas inasumibles, el madrileño, que además lograba retener a Chumbi con una rebaja de salario, se lanzó al mercado para contratar a jugadores como Iván Pérez, Dorrio, Alberto Toril, Andy Escudero, Julio Algar Jr, Edu Luna, Antonio López o Álvaro Rodríguez. En total, la lista de altas ascendió hasta catorce, una cifra ahora superada por Manolo Molina en su primera campaña al frente de la dirección deportiva de los murcianistas.