En la falda del Monte Fuji, una cima sagrada para los japoneses, se encuentra la última frontera de Alejandro Valverde. El murciano, a sus 41 años y tras una carrera jalonada de éxitos, aspira el único que le falta: una medalla en los Juegos Olímpicos, en el que será su quinto intento.

Campeón del mundo en Innsbruck (Austria) 2018 y podio mundial en otras seis ocasiones, ganador de la Vuelta a España 2009 y en otras seis en el cajón, tercero en el Tour de Francia 2015, así como vencedor de clásicas como la Lieja-Bastoña-Lieja o la Flecha Valona, al campeón español solo le falta un hito: una medalla olímpica.

Ni siquiera un durísismo Tour de Francia en el que se quedó con la miel en los labios en la vigésimo segunda etapa que acabó en Andorra La Vella, por detrás del estadounidense Sepp Kuss y sufrió con el frío en alguna etapa, hicieron desechar su plan al ciclista murciano: acabar la ‘Grande Boucle’ y encaminarse después a Tokio.

Serán sus quintos Juegos, una cifra al alcance de pocos deportistas. En ciclismo el récord lo tienen con siete Juegos la japonesa Seiko Hashimoto, presidenta del comité organizador de Tokio 2020 que compitió en ciclismo en pista y patinaje de velocidad; y la longeva ciclista francesa Jeannie Longo.

Será su última oportunidad en una cita olímpica -no a nivel ciclista, porque Valverde pretende correr en 2022-, pero el ciclista español no quiere ponerse la presión del metal y se toma la competición como un premio.

«Está claro que estar en los quintos Juegos Olímpicos para mí es un honor y lo vivo como un regalo. Del recorrido ya hemos tenido alguno duro, el de Pekín que ganó Samuel, y junto con ése, este es el siguiente más duro... No va a hacer falta atacar, yo creo que va a ser por eliminación», explicó Valverde.

A la dureza de esa ascensión, que se corona a 30 kilómetros de la línea de meta, se sumará el intenso calor, acrecentado con la humedad e incluso con probabilidad de lluvia, que se espera en los alrededores del Monte Fuji.

La ruta elegida para estos Juegos es un recorrido de 234 kilómetros desde el Parque Musashinonomori de Tokio hasta las estribaciones del Monte Fuji para acabar en el circuito internacional de automovilismo situado en la falda de la montaña, con cinco ascensiones y unos últimos 30 kilómetros que serán claves para conseguir la tan ansiada medalla.