Aunque pueda engañarnos, recordar el pasado gozoso es tan humano como bueno para nuestra salud por lo que tiene de refuerzo de la autoestima. Mirar hacia atrás con una sonrisa es mejor que hacerlo con tristeza o rencor y, desde luego, más saludable que establecer comparaciones con el presente desde la desesperanza o la frustración; de una u otra forma, activa o pasivamente, todos tenemos muertos en el armario.

Aunque la sombra de la España grande del 2008 al 12 siga siendo demasiado frondosa y alargada para nuestros seleccionados, por mucho que seamos conscientes de que será irrepetible durante decenios, a nuestra realidad hay que echarle una mirada amable, pero también sin engañarnos.

A pesar del excelente resultado ante Eslovaquia y de los buenos partidos previos, oscurecidos por la falta de gol, sigo pensando lo mismo. Aparte de algunos hervores, nos falta calidad individual para aspirar a cotas legendarias. Que Busquets siga siendo el referente angular de la Selección deja claro cuál es nuestro sitio.

Pero tampoco es para asustarnos. Comparando aquellos combinados de Luis y Del Bosque con cualquier otra selección europea actual, serían como la Brasil de Pelé en 1970. Otro nivel, otra calidad, otra historia, en definitiva. Sus integrantes hubieran sido titulares indiscutibles en los mejores equipos del mundo entonces. ¿Cuántos de los de Luis Enrique podrían serlo ahora? ¿Y del resto de selecciones? Pues los que ya conocemos, porque lo son, y poco más nuevo bajo el sol. Sirvan también como ejemplo los dos delanteros titulares de Italia; deslumbraron al principio y en el cuarto partido han vuelto a su realidad: buenos jugadores para equipos de segunda fila. Después, sale un suplente, resuelve el decepcionante empate ante Austria y a algunos les parece Maradona. De locos.

Ese último detalle señala igualmente el nivel de algunos comunicadores, que se mueven en la mayoría de medios entre el voluntarismo forofero de los profesionales y la supuesta sabiduría de quienes un día brillaron en el césped o en los banquillos. Y no es que dude de tal cualidad, sino que por aquello del corporativismo no se mojan y evitan decir en público lo que realmente piensan de muchos de nuestros jugadores y del propio seleccionador. Por eso, se escandalizan cuando un holandés de efímero recuerdo en España, Van der Vaart, se atreve a pensar en voz alta, aunque también creo que se pasó varios pueblos en su generalizado desprecio a los jugadores españoles.

También hay excepciones, claro, entre unos y otros. Periodistas que analizan con distancia y criterio, y exfutbolistas que alaban con mesura y atizan con prudencia desde el respeto personal. Desgraciadamente, son excepciones, y abundan los comunicadores que ven en cualquier resquicio una buena ocasión para montar un lío, sobre todo algunos que dirigen programas de éxito, asumiendo, paradójicamente, que viven del escándalo; y antiguos jugadores que flotan complacidos sobre el empalagoso mundo de la generalización botafumeira y el buenismo incomprometido.

Hoy, lunes, España puede llegar a la meta realista que algunos pensamos: los cuartos de final de la Euro. Y para ello tendrán enfrente a otra selección que vive más del recuerdo que del presente. Como decíamos de España, que sigan teniendo a Modric como referente demuestra su realidad. Tanto él como Busquets representan un pasado glorioso.

Los de Luis Enrique pueden y deben ganar a Croacia porque son mejores, dentro de su mediana virtualidad. Ahora bien, para hacerlo sin la agonía de Italia frente a Austria, el seleccionador debería insistir en poner juntos a nuestros delanteros de más gol —Moreno y Morata—, colocar a Llorente en su sitio y dotar a la defensa de la experiencia necesaria —Azpilicueta—, para evitar que los croatas nos repitan la jugada del carretón: con muy poco, hacernos mucho daño. Y de los demás, aparte de los titularísimos Busquets y Koke, que saque a quien quiera; de lunes a martes…

Lo anterior no quita que miremos a España con pasión. Ojalá crezcan como conjunto, que es lo único diferencial positivo de esta Eurocopa. A falta de figuras, cuando cada cual exprime sus cualidades al servicio del equipo, sublima su rol. Y todos juntos, titulares y suplentes, pueden soñar pódium, papelillos, música evocadora y reconocimientos.

Me decía mi amigo Pepe Linares que coincide conmigo, pero que ojalá yerre. Y a él, como a mi colega murcianista Faustino Cano, les deseo, aunque solo sea un momento, que levantemos la mirada al cielo de Londres.

¡Espejismos fuera y viva España!