Desde que se declaró la pandemia casi todas las noticias que nos fueron llegando a los españoles fueron malas o muy malas. A la gran depresión política, económica y social se unió el fracaso de algunos de nuestros mejores deportistas, los que nunca nos fallaban y pintaban de colores los periódicos de los domingos.

Ahora Nadal ya no podía revalidar su título de Roland Garros. A Márquez le dolía demasiado su lesión y su moto no tiraba. El Alpine de Alonso no corría lo suficiente para alcanzar podio. Ningún club español llegaba a la final de la Champions y la Selección de Luis Enrique no enamoraba.

Hasta que la vacuna empezó a funcionar e inoculó de alegría a los españoles. Tanto que hasta la hostelería sintió que al fin la plaga había acabado y era tiempo para la esperanza.

Y ese antídoto ha curado también a nuestro deporte.

De repente, este domingo volvieron los éxitos. Márquez ganó en MotoGP, todo un hito después de creer que nunca volvería a lograrlo por culpa de su maldita lesión. El murciano Acosta ganó el Gran Premio de Alemania en Moto3 en una carrera magistral. Y se afianzó como líder del Mundial tras su cuarto triunfo esta temporada. Y hubo algunas cosas más que ahora no es preciso comentar. Porque lo mejor estaba por llegar.

En la madrugada del domingo nos llegó desde San Diego la increíble noticia de que un español, el vasco Jon Rahm, acababa de ganar el US Open. Esta noticia es una de las más gozosas e importantes que ha tenido el deporte español en los últimos años.

Ganar el Open USA y recuperar el número 1 mundial es algo reservado únicamente a los elegidos. En España solamente lo consiguió un genio llamado Severiano Ballesteros a la misma edad que lo ha logrado Rahm, a los 26 años.

Rahm lo ha hecho sin darle importancia alguna. Ha dicho: «El domingo me levanté pronto como siempre. Vi algo de deporte en la tele y bajé a tomar un café al comedor del hotel. Luego subí a la habitación, ayudé a Kelly, mi mujer, a vestir al niño, a Kepa, tras preocuparme de jugar con el crío un rato, como debe hacer un buen padre, y me fui tranquilamente al campo de golf a rematar mi faena en el Open. La situación de partida era buena, llevaba una buena tarjeta y como creo mucho en el «karma», tenía buenas sensaciones, incluso intuía que algo grande podía suceder, pero no me quise hacer ilusiones. Hace dos semanas iba a ganar The Memorial y me retiraron del torneo porque di positivo en Covid. Entonces me llamaron dos grandes amigos, Harrington y Faldo para decirme que a ellos les habían retirado de la competición cuando también estaban a un paso de ganar uno de los grandes y no por eso desfallecieron. A los quince días volvieron a ganar otra vez. Y eso pensé mientras iba avanzando hoyo a hoyo, hasta llegar al 16. Al estar situado ante el 16 y ver cómo iba la clasificación me dije, vasco, si haces dos birdies en los dos hoyos que te faltan para acabar el recorrido, eres el campeón». Y dicho y hecho. De donde se desprende que después de las grandes tragedias, llegan las grandes remontadas.

Rahm ha ganado 2,5 millones de dólares por ser campeón del torneo y lleva acumulados ya un total de 28,4 millones de dólares esta temporada. Ha ganado seis torneos en la PGA Tour y ha quedado siempre entre los diez primeros en todos los torneos que ha disputado, lo que marca su línea de regularidad.

Desde el cielo ha llegado un telegrama. Lo firma Severiano Ballesteros. Y dice simplemente: «Rahm, te quiero».