Lo bueno de que el partido se disputase en La Cartuja de Sevilla, en lugar de San Mamés, en Bilbao, es que al Rey le aplaudió todo el mundo y no le silbó nadie. El Rey, además, se permitió un pequeño lujo: ir a comer a una taberna de Sevilla, Mazaroka, de la que le habían hablado maravillas. Alguien de la Casa Real llamó para reservar mesa y el dueño del local se lo tomó a cachondeo. Creyó que era un chiste, o una tomadura de pelo, pero era verdad. Y allí estuvo el monarca saboreando las aceitunas sevillanas, una ensalada tartar de atún y otra de gambas.

Fue lo mejor del día. Porque el partido le decepcionó, tanto como al resto de los aficionados españoles. 

Luis Enrique fue fiel a sí mismo. Ha confeccionado un equipo luchador, bien trabajado, pero al que le falta un hervor.

El equipo salió en la primera parte a comerse el mundo y tuvo hasta cuatro o cinco ocasiones para marcar, mientras que los suecos solo dispusieron de dos. Pero …¡que ocasiones! En fútbol hay que tener físico, talento, buena disposición táctica, equilibrio y suerte. Y sobre todo hay que tener un ‘killer’ y España no lo tiene. Y si lo tiene, Gerard estuvo sentado en el banquillo hasta mediada la segunda parte. Y el otro Aspas vio el partido desde su casa.

Los amores de Luis Enrique se llaman Morata y Pedri. Morata falló al final de la primera parte un gol que no se puede fallar. Y el público le abroncó, porque ya es algo que se viene repitiendo con insistencia. En la reanudación Morata volvió a fallar otra clara ocasión y desde entonces ya fue un pollo sin cabeza. Pero Luis Enrique no le cambió para no dañarle la moral. 

Luis Enrique es lo más parecido en personalidad a Luis Aragonés, cuanto peor juega su equipo más le gusta como lo hace. Siempre hace lo que le da la gana, que es lo contrario de lo que piensan los periodistas. La diferencia con Aragonés es que éste era un sabio del fútbol y Luis Enrique, que debutaba como seleccionador en una Eurocopa, todavía es un aprendiz de mago. 

Al final con los cambios salieron nuestros mejores jugadores, los que debieron jugar desde el principio y Gerard estuvo a punto de ganar el partido para España. Pero el portero sueco le paró un cabezazo que era gol.  

Cero a cero para empezar, lo que tampoco es noticia, porque en eso España también fue fiel a sí misma. En sus cinco debuts en un gran torneo (Copa del Mundo o Eurocopa) solo empezó ganando un partido. 1-0 a la República Checa en 2016.

Ahora España tendrá que jugar el sábado con Polonia, a las nueve de la noche. Polonia perdió ayer por 2-1 ante Eslovaquia, que anuló por completo al polaco Levandosky, al que no le sirvieron para nada los 66 goles marcados esta temporada. Esperemos que el sábado no sea nuestra pesadilla. Y acabaremos jugando con Eslovaquia el miércoles 23 a las seis de la tarde. Prepárense para sufrir. Es lo que hay…