El hombre de la libreta. Así, sin anestesia. Manolo. Molina por parte de su padre Juan, y Reinaldos, por parte de su madre Micaela. El perfil de director deportivo ideal para la situación actual del Real Murcia. Es un hombre de la Región. Natural y residente en la pedanía lorquina de La Hoya, cuenta con un amplio y variado archivo de jugadores de todas las características y precios, además de numerosos contactos con representantes. Y sus emolumentos no son lo mas importante, ya que, aunque no va a trabajar gratis, ni mucho menos, su condición de empresario de la ganadería porcina y bovina, le va permitir vivir sin tener nunca el agua al cuello.

Otro cantar serán los resultados. Y es que en muchas ocasiones el fútbol no está acorde con la gestión. Manolo Molina sabe bien cuales son las exigencias de un club como el Real Murcia, independientemente del presupuesto con el que cuente o en la categoría en la que esté. A Manolo Molina no le tiembla el pulso. Jamás. Es valiente para tomar decisiones. Las medita y las afronta con frialdad. Siempre va de cara y asume su responsabilidad. Sin rodeos y al grano. Jamás te contará un chiste, pero en las distancias cortas gana mucho, sobre todo si te has hecho con su confianza, que nunca será plena. Gana más por lo que calla que por lo que habla.

Los que buscan en su currículum se quedan en las exitosa temporada de La Hoya Lorca cuando estuvo a punto de ascender al fútbol profesional con jugadores que él mismo relanzó a bajo precio. Aplicó el bueno, bonito y barato. Algo que tendrá que hacer en su nueva empresa y función. Es puro iceberg a la hora de negociar, por que siempre va a tener un plan A, B y C.

Pero quien conoce a Manolo Molina sabe que se tuvo que dejar el fútbol en activo por una grave lesión que casi le cuesta la vida cuando militaba en el Águilas. Después ha sido propulsor, fundador, entrenador y de todo en el equipo de su tierra, La Hoya. Siempre apoyado y respaldado por su fiel escudero, el que fuera presidente hoyero, Luis Jiménez, a quien le gusta decir que él fue el descubridor de Molina. Consejero en la sombra de clubs de fútbol base y féminas de su ciudad.

Pero en ese currículum no aparece que Manolo Molina te lo encuentras en cualquier campo de fútbol por vetusto que sea o en cualquier partido de cualquier categoría, viendo a cualquier equipo por raro que parezca. Si Molina está allí es que hay algo interesante que ver. Y lo plasmará en su inseparable libreta. No es casi nada de tablet o de ordenadores. No es de programas que analizan el fútbol. Lo hace él, en persona. No ficha a nadie que él no haya visto. En esa libreta que antes cabía en el bolsillo de la camisa, y que ahora es un poco más grande, lleva lo apuntes de cualquier jugador o equipo que ha visto pero también el precio del ganado porcino de esa semana. A buen seguro que ahora tendrá que llevar dos libretas, una para cada cosa. Molina tiene cincuenta y dos años, tiene dos hijas, y perdió el pelo siendo muy joven. Por eso, en las gradas se protege con gorra. Es muy honrado y legal en todas las facetas, y si algo no le gusta te lo dirá a las primeras de cambio, sin andarse por las ramas. Actúa sin hacer ruido. Jamás se pondrá en una foto si no lo invitan a ello.

Su trabajo en el UCAM, a la sombra de otro lorquino, Pedro Reverte, también le va a servir de mucho. Pero como él mismo dice, «la libreta va conmigo a todas partes». Quizá no lo diga abiertamente por su faceta de introvertido, y porque no es de besar el escudo de cara a la galería, pero el Real Murcia ha sido su club de toda la vida.