Cartagena sonríe. El FC Cartagena deja prácticamente asegurada la permanencia tras vencer (3-2) a un Almería que se revolvió y peleó, pero cometió errores que le costaron el partido. Los albinegros se impusieron en el marcador gracias al doblete de Rubén Castro y a un gol de penalti de Pablo De Blasis. El Cartagonova volvió a acoger público que disfrutó de un partido con mucha emoción y demasiado en juego. Los aficionados albinegros también jugaron el partido, llevando en volandas a los suyos. Salvo sorpresa mayúscula, Cartagena disfrutará de un año más en la categoría de plata.

La salvación y el ascenso estaban en juego. Duelo de intereses contrapuestos. El Almería comenzó el encuentro mejor plantado que el conjunto albinegro. Ramazani y Umar Sadiq fueron un dolor de cabeza para la defensa albinegra durante toda la primera mitad. Los de Rubi, con una presión muy alta dificultaban el juego desde atrás de Cartagena. Forniés tuvo que desfondarse para intentar parar tanto a Ramazani como a Buñuel. Precisamente el belga marcó el primer tanto del partido, pero fue invalidado por fuera de juego.

El Almería trataba de buscar rápido a sus puntas con pases largos, tratando de coger las espaldas a la zaga cartagenera. El Cartagena no pudo llegar con claridad hasta pasados los diez primeros minutos, cuando un centro de Cayarga parecía llevar veneno, pero Makaridze atrapaba con solvencia. El conjunto indálico volvió a dar otra advertencia: Sadiq recortaba bien por la izquierda y mandaba un centro al corazón del área que tuvo que despejar Navas. Ramazani estaba listo para rematar. 

Álex Gallar, K.O

En el ecuador de la primera parte saltaban las malas noticias para el Cartagena. Álex Gallar se dolía en el suelo tras disputar un balón con un rival. El catalán se echaba la mano a la parte posterior de su muslo izquierdo. Tuvo que retirarse compungido del campo, tal vez consciente de que esos dolores podrían suponer algo más grave. Entró Nacho Gil en su lugar. 

Los de Rubi no cesaban en su intento de romper la igualada. Ramazani lanzó un gran pase al espacio para Aitor Buñuel, pero el lateral rojiblanco se equivocó en la ejecución y acabó cometiendo falta sobre Forniés. 

Llegados a la recta final de la primera mitad ambos equipos se iban acercando con mayor claridad a ambas porterías. Raúl Navas tuvo una buena ocasión para el Cartagena rematando un centro de De Blasis, pero llegó muy forzado. Morlanes tuvo la réplica por parte del Almería pero no lo hizo con precisión. 

Restaban cinco minutos para el descanso y el Cartagonova iba a estallar: De Blasis prolongó casi con la espalda un balón que venía desde la banda, y allí estaba Rubén Castro dentro del área para remachar la portería de Makaridze con su zurda. El tiburón no iba a perdonar, y con este tanto sumaba 18 goles esta temporada. 

Sin embargo, antes del pitido final hubo susto. Una mano salvadora de Marc Martínez despejó a córner el disparo de Sadiq. Se equivocó el nigeriano en el control, pero lo iba a subsanar en la siguiente jugada: la defensa del Cartagena se dormía y el nigeriano metió la cabeza para igualar la contienda antes del descanso.

El incansable Rubén Castro

El Almería inició ligeramente mejor la segunda mitad. Los de Rubi intimidaron a los departamentales en los primeros compases de la segunda mitad, pero el partido daría otro vuelco. Rubén Castro olió el balón y estuvo en el lugar preciso para aprovechar el error de Ivanildo. El canario metió el segundo gol y el Cartagonova explotó de locura. 

Con el Cartagena por delante en el marcador los de Luis Carrión tendrían que luchar por enfriar el partido, pero el poderío ofensivo de los indálicos era superior. 

Iglesias Villanueva iba a desatar la polémica decretando un penalti de Raúl Navas sobre Umar Sadiq que fue bastante discutido. El sevillano cargó levemente al espigado ariete visitante y cayó. Ramazani se encargó de convertir la pena máxima y batir a Marc Martínez con total tranquilidad.

Con el gol el Almería iba a levantar los ánimos. Umar Sadiq tuvo la ocasión de poner el 2-3 en el marcador tras superar a Raúl Navas, pero el nigeriano tardó demasiado en resolver la situación teniendo dos opciones de pase. Navas llegó a tiempo para cortar. El Cartagena no iba a ceder terreno y seguía presionando arriba para poner en aprietos a Makaridze. 

Rubi intentaba darle la vuelta al marcador y enseguida comenzó a remover el banquillo. Ramazani volvió a poner en problemas al Cartagena. El belga aprovechó su gran velocidad para irse como una exhalación, y tan solo entre Datkovic y Raúl Navas fueron capaces de frenarle. El colegiado no vio nada reseñable. 

Carrión iba a meter algo de músculo para evitar que el equipo se viniera abajo. Entraba Azeez en la medular, y Elady para dar algo más en la zona ofensiva. Sin embargo, Sadiq se volvió a meter en el área del Cartagena: el nigeriano se la dejó bien para Joao Carvalho pero Delmás llegó a rebañar con la puntera para despejar. 

Golpe de gracia

Se acercaban los últimos diez minutos y el Cartagena fue creciendo en busca del tercero. De Blasis tuvo una gran ocasión tras una buena pared con Rubén Castro. Makaridze tuvo que emplearse a fondo para despejar el disparo. Apenas dos minutos después, una acción entre ambos iba a desembocar en una nueva polémica: el meta georgiano derribaba al argentino dentro del área tras propinarle un golpe en la rodilla. 

Iglesias Villanueva dudó en primera instancia, pero tras cuatro minutos -revisión de VAR mediante- señaló la pena máxima. Fue De Blasis el ejecutor del penal y el responsable del tercer tanto que a la postre le daría la victoria al Cartagena. El Cartagonova entonaba el clásico “vamos Cartagena, vamos campeón”, se caía el feudo cartagenerista. Con la salida de Rubén Castro del campo, Cartagena se rendía a los pies del máximo goleador albinegro. 

Cinco minutos de prolongación que se hicieron eternos para un Cartagena que con el pitido final estallaba de júbilo. La afición albinegra rugía por la victoria de los suyos que les deja prácticamente atada la salvación a la espera de lo que hagan sus rivales. Tras mucho sufrimiento, Cartagena sonríe.