El que diferencia a un futbolista clásico del empresario de éxito. La distancia que separa la cuadratura de un esquema simple del universo abierto. Lo que media entre lo aprendido para toda la vida y el aprendizaje continuo de los errores. Zidane, como estrella, representa al fútbol de siempre y Pérez, como visionario, la evolución permanente. Manejar presentes o gestionar futuros. Zinedine administra y Florentino dirige.

Recordarán, que aventuramos a últimos de 2020 la marcha voluntaria del francés al final de esta temporada. Y también, que a mediados de enero dijimos que el presidente blanco debería tener a Klopp como opción ideal, aunque estaba difícil tras renovar contrato con el Liverpool. Pero nada era ciencia ni tampoco casualidad. Simple observación y análisis de conductas. Como también lo fue cuando hace más de tres años, el 2 de marzo de 2018, titulamos «Zidane está fuera», anticipando varios meses antes, pasara lo que pasara —ganó la Champions en mayo—, su primer abandono.

En aquella ocasión, el alemán Low, vigente campeón del mundo entonces, seguía siendo el fichaje soñado de Florentino. Lo había intentado sin éxito antes de darle a Zidane los mandos. Y cuando volvió a fallarle por su compromiso con su selección, se inició aquella indecorosa carrera loca del Madrid que, desdichadamente para todos: Selección española, técnico y club, acabó con Lopetegui de blanco.

Ahora será diferente. Es difícil que a un hombre de la brillantez intelectual de Florentino Pérez se le pueda sorprender dos veces. Así, descartado ya el pronto cesante seleccionador alemán, porque en esta vida todo pasa y nada queda, que decía Machado, y más en el fútbol; y también Pochettino, quien decidió no esperar ante la propuesta diferida del Madrid, que ya andaba a finales de 2020 buscando relevo para Zidane, Pérez debe tener atado al próximo entrenador. Máxime, cuando tampoco es normal que cometa dos veces el mismo error. En esta ocasión no habrá improvisaciones ni galopes desbocados. Además, la discreción también se ha impuesto a las sucesivas indiscreciones de 2018; hasta cinco noes recibió Pérez aquel verano.

Suenan Allegri, Conte, el mismo Low y una leyenda como Raúl, que debe estar en ebullición entre sus chicos del filial, el fútbol alemán que lo tienta y la posibilidad en ciernes de su Real Madrid.

Sigo pensando que el ideal, por muchas cosas que ya explicamos, sería Klopp. En resumen, demostró en Alemania que es buen técnico para gente joven: la actual apuesta blanca, y también, que sabe gestionar figuras; su trabajo en el Liverpool le avala. Y en el Madrid se encontraría con ambas realidades.

Por otra parte, Allegri, por pedigrí, puede ser el elegido, aunque lo dudo. Y no lo tengo claro porque creo en el Florentino gran empresario. El hombre que es capaz de vislumbrar futuro donde la mayoría solo ve incertidumbre, tan cierta como humana, pero refugio de mediocres. Florentino, que todos saben que no es para nada santo de mi devoción, no obstante, lo tengo por cualquier cosa menos por mediocre. Como digo, sabe dirigir porque, más que imaginar, otea fríamente mañanas. Y el laureado ex técnico de la Juventus es más pasado que futuro.

Y nos quedaría Raúl. Aunque a casi todos nos gustaría, el problema, siguiendo con el discurso anterior sobre Florentino, es que suena más a recambio circunstancial que a elección meditada, con seguramente más riesgos que posibilidades reales de éxito. El Madrid necesita cambios tan abruptos que otorgarle poderes serían como balas para el suicidio. Raúl debería ser técnico del Real, sí, pero cuando hubiera menos piedras en el camino. De momento, no ha podido subir al Castilla, aunque haya hecho un trabajo meritorio. Y eso es un primer baldón. Quemarlo con un segundo, sería agostar un mañana esplendoroso cuando toque. Y no creo que la inteligencia emocional de su presidente, como sería el caso si lo eligiera, se imponga a su racionalidad y a su visión estratégica.

Sustituir a su hombre clave y mejor fichaje histórico es una papeleta complicada. Zidane, además de taparle numerosos errores, es el segundo técnico blanco más relevante, tras Miguel Muñoz.

De la resolución de esta prueba podrá deducirse, también, si Pérez merece denominarse como segundo gran presidente de la historia blanca, después del mítico Bernabéu. Aunque ya lo sea en gestión, años de permanencia indiscutible y títulos, la gloria, como su laurel y el tiempo, es efímera.

En el final de liga más apasionante en decenios, la historia espera.