El Real Murcia confirmaba el domingo un descenso de categoría que ya se sabía desde hace un mes. Cuarenta y ocho horas después, en Nueva Condomina continúan con su voto de silencio. No solo no han dado la cara Francisco Tornel y sus consejeros. Es que, después del cierre de temporada, no han enviado ni un mensaje a sus aficionados a través de redes sociales, lo que ha llevado al murcianismo a aumetar su enfado. Sin embargo, esa ausencia de noticias por parte de los responsables granas, no ha supuesto que el club murcianista no siga ocupando titulares de actualidad por el gran rendimiento de sus jugadores fuera del terreno de juego.

Segura, Miguel Muñoz, Fuentes, Toril y Méndez tras ser desalojados de una fiesta ilegal.

Ha contado el Real Murcia en esta campaña con una de las peores plantillas de su historia. Apenas han ganado partidos los futbolistas granas. Pero ese bajo rendimiento en el césped contrasta con sus continuas participaciones en cualquier fiesta que se celebre en la capital del Segura. Ayer, a primera hora de la mañana, el nombre del Real Murcia volvía a verse manchado una vez más por una polémica cuando en las redes sociales aparecía una fotografía en la que se veía a jugadores como Alberto Toril, Adrián Fuentes, Marcos Méndez, David Segura y Miguel Muñoz en la puerta de la discoteca Teatre después de que esta fuese desalojada por la Policía por exceso de aforo. La presencia de los granas en una fiesta ilegal no es un caso aislado, y es que desde que empezase el 2021, un grupo de integrantes de la plantilla han sido protagonistas de distintas polémicas en locales de este tipo. La diferencia es que unos jugadores han tenido más suerte que otros al conseguir que sus ‘actuaciones’ no saliesen a la luz.

No es la primera temporada en la que los futbolistas del Real Murcia son criticados por los aficionados granas por sus salidas nocturnas. Pero sí es la primera vez que esas salidas están acompañadas de actuaciones poco apropiadas para cualquier joven que simplemente acude con los amigos a un local para tomar unas copas. Uno de los más señalados ha sido Carlos Palazón, quien incluso fue expedientado y apartado del trabajo del equipo en enero después de que este diario sacase un vídeo en el que el canterano aparecía participando en una fiesta ilegal en Abarán en la que los presentes no tomaban ningún tipo de medida de seguridad.

Ni escarmentó el centrocampista murciano, que a partir de ese instante apenas ha vuelto a jugar, ni aprendieron la lección sus compañeros, que han seguido saltándose las normas un fin de semana sí y otro también sin que ningún responsable del consejo de administración les leyese la cartilla. Todo lo contrario, cuando ha surgido alguna información que se refería a presencia en fiestas fuera del toque de queda o en zonas que les había llevado a saltarse el cierre perimetral, desde la entidad no han dudado en utilizar a gente de su confianza para desmentir esos rumores y defender a los jugadores.

Sin embargo, en la zona del Zig Zag, favorita de un grupo de jugadores del Real Murcia, los ‘bad boy’ del equipo grana son más que conocidos. Uno de ellos, en un fin de semana en el que no había sido convocado por el equipo al estar sancionado, no dudó en protagonizar un altercado con varios jóvenes, con los que se enzarzó al reprocharle estos que estuviera estuviera molestando a una camarera de uno de los locales que hay en ese centro de ocio ubicado en Murcia.

La gota que ha colmado el vaso ha llegado tras confirmarse el descenso de categoría y tras un partido ante el Tamaraceite en el que los jugadores no fueron capaces de mostrar ni un signo de culpabilidad con los aficionados. De hecho celebraron los goles como si en vez de caer a la cuarta categoría el club estuviese luchando por el play off.

Cada una de estas polémicas no ha hecho más que ensuciar el escudo de un Real Murcia que desde la entrada de Francisco Tornel y sus consejeros se arrastra semana sí y semana también tanto deportivamente como extradeportivamente. Y todo empezó en el momento en el que los actuales responsables instalaron el conformismo en Nueva Condomina, disminuyendo los objetivos y hablando incluso de que «da igual ser décimo de duodécimo». A eso se unió la construcción durante dos veranos de plantillas con futbolistas que no habían hecho méritos para vestir la elástica grana, pero a los que se les aplaudía por cualquier mínimo acierto, llegándose a celebrar en la temporada cortada por el coronavirus un octavo puesto que no daba ni el billete para la Copa del Rey.

El conformismo que el consejo ha mantenido hasta ahora unido a la falta de autoridad en las oficinas, donde nadie es capaz de bajar al vestuario y poner en su sitio a una plantilla que hace ya varios meses pensaba más en sus fiestas que en lo que había en juego en los partidos, se han convertido en una losa muy pesada para un club en el que encima sus directivos prefieren guardar silencio y hacer como si no pasase nada, no enviando ni un mensaje de ánimo a una afición que por primera vez en varias décadas ha dejado de ir hasta al estadio. Y como ejemplo los 1.494 espectadores que acudieron frente al Tamaraceite y los 1.800 que asistieron dos jornadas antes contra el Linense, donde todavía había unas pocas opciones en juego de llegar a Primera RFEF.