ElPozo se sentía guapo, pero eso no es suficiente. La inercia del triunfo no conlleva a conseguir el siguiente y el cuadro murciano lo vivió en primera persona tras caer ante el Peñíscola, que llegaba al Palacio antepenúltimo, por 3-4 en un duelo que ganó el que más quiso los tres puntos. No se conquista solamente llevando esmoquin; a veces toca ponerse el chándal y esa camiseta que bien podría servir para limpiar los cristales según las palabras de una madre. Lo hemos visto antes y se ha vuelto a ver ahora.

Poco ambiente en el Palacio de los Deportes. | ENRIQUE MARTÍNEZ DELGADO

El duelo no pudo empezar mejor pues tres minutos le costó a ElPozo ponerse a mandar en el marcador. Marcó Felipe Valerio aunque el tanto, en realidad, fue más obra de Pol Pacheco, quien recibió en banda, sentó al portero y su disparo, cuando ya entraba, tocó en el cuerpo del carioca. Antes, en un inicio un tanto raro, había disfrutado de un par de ocasiones el Peñíscola. Los de Carlos Sánchez, en zona de descenso, ven como se les acaba el tiempo y ya solo les vale ir a los encuentros con ese punto de locura que tan peligroso resulta para el rival. Es aquello de no contar con un mañana, ya saben.

El Peñíscola baja de la nube a ElPozo

A pesar del tanto encajado en una de las pocas oportunidades de que había dispuesto el equipo local, el cuadro castellonense siguió intentando hacer daño. La pausa en las jugadas no iba con ellos y proponían un duelo dinámico y vertical pues, pillar a la contra a ElPozo, parecía ser la única forma de hacerle daño. Sin embargo, los de Giustozzi estaban muy bien plantados sobre la pista del Palacio y, aunque en el apartado de estadísticas coleccionaban menos ocasiones que el Peñíscola, éstas eran mucho más peligrosas. Correr mucho sin un destino claro carece de sentido; es justo al contrario: uno fija su meta y objetivo y luego inicia los pasos para conseguirlo. Y aquí parece residir una de las razones del éxito de los de la capital del Segura.

Fernando, Pol, Felipe Valerio, Marcel….. todos tuvieron claras oportunidades de ampliar la renta al igual que, por número de ellas, el Peñíscola pudo haber equilibrado el encuentro. Sin embargo, se asentó una indefinición sobre el juego que permitía visualizar la llegada del descanso con ese único tanto de Felipe Valerio al inicio del choque cuando, en una falta al borde del área, el cuadro visitante logró el empate con una jugada de estrategia que finalizó Rubén Orzáez. Era, desde luego, un premio a la constancia.

Salió entonces en los pupilos de Giustozzi la imperiosa necesidad de volver a instaurar su dominio y lo lograron con un gol de Paradynski en una jugada en la que le llegó un balón filtrado y se abrió hueco frente al portero para batirlo. Volvía el orden al universo de la escuadra murciana, que pudo haber establecido una renta mayor en una jugada en la que Fernando, solo ante Molina, cruzó demasiado su disparo. Y se estaba lamentado el equipo de la elástica del jamón de la oportunidad perdida cuando, en la siguiente jugada y a falta de ocho segundos para tomar el túnel de vestuarios, Luciano Gauna volvió a empatar el choque dejando todo por decidir tras el descanso.

ElPozo saltó a la pista con un nuevo aire tras la pausa. Parecía haber estado masticando el mal trago que le había dejado el gol casi en la conclusión del primer acto, rumiando su recuerdo a conciencia, y enseñó los dientes al poco de echar a rodar el balón. Fueron tres ocasiones, dos de Fernando y otra de Marcel en un lapso de un minuto, que sirvieron como toque de atención. Sin embargo, todo quedó en un espejismo. Y es que, una vez bajó ese impulso inicial, Peñiscola volvió a la carga amenazando la meta de Juanjo hasta lograr voltear el marcador en una jugada en la que Cholo Salas introdujo el balón en su portería tras un rechace del meta ciezano que impactó en el cuerpo del paraguayo. La situación no es que se le hubiera complicado a ElPozo, es que la sensación era que podía ser peor pues los castellonenses seguían haciendo emplearse a fondo a Juanjo. Como un ex campeón grogui por un golpe que deambula por el ring, ElPozo trataba de asimilar el impacto de la nueva situación mientras el reloj seguía contando.

Las cosas fueron poniéndose cada vez más difíciles habida cuenta de que los de Giustozzi no lograban encontrar el recurso necesario para batir al meta Molina hasta que, en base a la insistencia, Felipe Valerio logró el empate restando cinco minutos para la conclusión con un disparo de volea a un saque de esquina. El gol podía suponer un respiro para volver a establecer una ruta de ataque con cabeza y dejar de lado la ansiedad que empezaba a notarse en los pupilos de Giustozzi, pero el Peñíscola no permitió ese momento de pausa al colocar a Tuli de portero jugador para intentar conseguir llevarse los tres puntos. Finalmente, y cuando se hizo con el balón la escuadra murciana, el técnico argentino puso a Marcel en lugar de Juanjo para atacar en superioridad. Pero las prisas no suelen ser buenas compañeras y, tratar de resolver en dos minutos lo que no se hizo en los treinta y ocho anteriores, no suele salir bien. De hecho, fue peor el escenario final que el que se encontraron en ese momento pues, en una de las últimas jugadas del partido, el Peñíscola robó el esférico y Agustín Plaza hizo el gol definitivo que cerraría que pondría fin al duelo y también a la racha de victorias de ElPozo. Si el equipo es positivo, puede servirle de lección y como llamamiento a la humildad.