Justo un año ha pasado desde el primer confinamiento que acabó con la vida tal y como la conocíamos. Un año para olvidar en todos los aspectos por el maldito bicho que apareció para quedarse. Y lo paralizó todo. En lo referido al deporte y más concretamente en el fútbol, terminó con la competición cortando las alas a un Murcia en proyección ascendente y a un UCAM en tierra de nadie. El pasado octubre se decidió seguir con la competición pero ya con el público. A este atípico formato se le sumó la falta de afición que dejaron desolados los estadios de fútbol. Tras superar la tercera ola y mejorar las cifras, se decidió que volviera la afición en la Región hace tan solo unas semanas. Y La Condomina ha vuelto a sonreír. Tras la reapertura, el mítico feudo albergó a aficionados del Yeclano y en esta, a los del Real Murcia. Deseosa se encontraba el aficionado grana de volver a ver a su equipo en persona y más en La Condomina.

La narrativa ayer estaba con el Murcia. Vuelta a La Condomina con lo que supone en el plano emotivo. La afición mordiéndose las uñas por las ganas de reencontrarse con su equipo y por si fuera poco, jugándote la vida en un partido contra el máximo rival esta temporada. Y encima el clima acompañaba en una tarde primaveral. Aunque no pensarán lo mismo los de Grada Lateral, que se sufrieron un calor sofocante en la previa y durante gran parte del encuentro. De hecho, una persona tuvo que ser retirada en camilla tras sufrir un ataque de calor.

Quitando ese accidente, todo parecía preparado para una gran fiesta grana sobre las butacas azules del rebautizado estadio del UCAM. Pero desde el principio, todo se torció. Los 2.734 espectadores se apagaron tan pronto como lo hizo su equipo. Si la afición del Murcia se caracteriza en este desplazamiento por lo ruidosa que es al volver a su antiguo estadio, ayer no se pudo decir lo mismo. Juzgando la actuación de ayer y con lo que había en juego, la afición murcianista suspendió en su regreso a La Condomina. Se mostró silenciosa durante grandes tramos del partido. Como si estuvieran de pretemporada. Tras un curso alejada del bullicio, se notó fría respecto al escenario y la situación que tenía el Real Murcia, como si de una particular pretemporada se tratara. Pero lo cierto es que poco ayudaba el equipo a subir el ánimo de una afición que se llevó un duro golpe nada más empezar el partido en forma de golazo de Alberto Fernández. El Murcia mostró un juego plano que apenas desarticuló a la zaga universitaria durante gran parte del encuentro. De hecho, el Murcia no tiró a puerta en la primera mitad. Y así, es difícil que tus seguidores se activen. Por muy pasionales que sean.

Sí dieron el nivel en la recta final del partido viendo la gravedad de la situación. Durante muchos minutos, el Real Murcia se vio en descenso y eso, en un partido en el que si ganabas te ponías a tiro del ascenso puede resultar muy duro. Así es la competición este curso. La afición ya veía resignada cómo se iba a perder de nuevo. Hasta que apareció Toril para dar una pequeña alegría a la familia murcianista que le hizo vibrar y volver a cantar un gol en la que fue su casa. Con ese gol, el Murcia consiguió un punto que no sirve para mucho fijándonos en el ascenso pero que es oro puro si tenemos el descenso en mente. Y no es para menos porque de entrar en esos puestos, el Real Murcia estaría automáticamente en la cuarta categoría del fútbol español y con peligro de no descender a quinta. Y eso, con la situación económica tan delicada que tiene el club, podría suponer un problema cuanto menos importante en la viabilidad del club.

La afición del Murcia celebró el gol con rabia tras el inesperado empate. Se le vio feliz por un momento ya que, cuando terminó el partido, se escuchó el cántico más al unísono de toda la tarde. «Julio Algar, dimisión». Así se expresó la familia grana contra el que consideran culpable del mal curso deportivo del Real Murcia. Algar está siendo muy criticado por su gestión en el mercado invernal al traer a fichajes que apenas están aportando nada al equipo, como Marcos Mendes o Ton Ripoll.

La que sí disfrutó fue la gente del UCAM. Fueron minoría como suele ocurrir en este tipo de encuentros pero se divirtieron a lo grande. Ganando, con portería a cero y dejando a su máximo rival al borde del abismo. Son pocos pero conforme el club universitario se va asentando con los años, más adeptos gana esta joven organización. Disfrutaron con el gran partido que realizó su equipo, controlando al Murcia desde el juego posicional y concediendo muy poco atrás.

También fue llamativo ver a Alberto Fernández, el mejor del partido, jugando con un niño tras el gran esfuerzo que realizó. Moratalla debe estar orgulloso del joven crack del UCAM, que se soltó la melena justo cuando más le necesitaban los suyos.