«Nos tenemos que sentar todos con Mauricio y resolver de una vez esta situación para garantizar la viabilidad del club». Era el consejo de administración del Real Murcia nada más conocer la sentencia de la Audiencia Provincial que anulaba la ampliación de capital de 2018 el que comparecía ante los medios de comunicación para trasladar un mensaje de tranquilidad y para apostar por el diálogo con Mauricio García de la Vega. «No podemos estar cuatro años en situación de impasse a la espera de lo que digan los tribunales», añadían. El propio Antonio Rubio, abogado de la entidad, era muy claro al considerar que las posibilidades de que el Supremo dé la razón al club son prácticamente nulas. «Es muy complicado», decía, defendiendo que él no es partidario de seguir con más batallas judiciales que al final están perjudicando seriamente al Real Murcia y que se podrían alargar durante varios años, porque primero tendrían que pasar un filtro y después, superado ese primer obstáculo, esperar a que el Supremo decida.

Pero las promesas de diálogo no duraron ni 72 horas. En la primera conversación entre Francisco Tornel y Mauricio García de la Vega, el presidente grana puso más piedras en las ruedas que soluciones. Como si siguieran teniendo la bala ganadora que les respaldó cuando el Mercantil les dio la razón, los responsables murcianistas siguieron poniendo condiciones imposibles para que cualquier posibilidad de diálogo fracasara a las primeras de cambio. Ni el equipo negociador elegido por el Real Murcia ha tenido poder, al estar anulado desde el principio por un consejo de administración que tres días después de su rueda de prensa ya había descartado cualquier posibilidad de encontrar una solución que acabe con este problema.

Con la vía del diálogo descartada, y olvidándose de la idea inicial de dimitir al final de la temporada, en el Real Murcia la apuesta ahora es mantenerse en las sillas hasta agotar toda posibilidad judicial.