El consejo de administración de Francisco Tornel ha hecho muchas cosas bien. Han puesto orden económico y están evolucionando administrativamente. Pero, cuando se cumplen dos años de su aterrizaje en Nueva Condomina, han fracasado en el ´caso De la Vega'. La coherencia que se instaló en las oficinas tras la salida de Gálvez tampoco fue suficiente para dar solución a un problema que la PARMU ignoró cuando probó los cómodos sillones del consejo y que el KBusiness creía salvado cuando el Mercantil tiró para atrás las pretensiones de Mauricio. Pero cuando nadie se acordaba ya del mexicano, el conflicto ha acabado explotando en las narices del actual consejo y haciendo temblar a todo el murcianismo.

Dos días después de conocerse la sentencia de la Audiencia Provincial, que anula la ampliación de 2018, las partes siguen en estado de shock. Ni Mauricio García es todavía consciente de su triunfo, ni el consejo de administración consigue asimilar que se ha escapado una victoria que ya creían en el bolsillo.

Mientras los aficionados piden respuestas y saber qué va a pasar, nadie tiene la bola de cristal donde se lea el futuro más inmediato. De momento, ambas partes están a la espera y atentos por si el teléfono suena en cualquier momento.

Diálogo. Esa es la única palabra clave que se han atrevido a pronunciar tanto por el lado del consejo como por la parte de Mauricio García. Y es que unos y otros saben a la perfección que están condenados a entenderse si quieren evitar que la institución sufra otra dura cornada.

Pero esas promesas de diálogo no deben quedarse en saco roto como ha ocurrido en estos dos años en los que el conflicto estaba ahí, pero nadie ha querido poner solución. Aunque decía Antonio Rubio, abogado del club grana, que él siempre ha apostado por «hablar», incluso poniéndose en contacto con los abogados del azteca, el Real Murcia nunca en este tiempo ha planteado una negociación seria.

Porque el Real Murcia siempre quiso imponer, infravalorando las opciones del mexicano y exigiéndole como condición número 1 que retirase todas las demandas a cambio de inscribirle en el libro de socios, como si eso fuera un premio cuando simplemente era una obligación por parte de la entidad, ya que hasta el Mercantil, pese a quitarle la razón en su petición de anular la ampliación de 2018, no dudó en reconocerle como dueño del paquete accionarial que previamente estaba en manos de Raúl Moro, principal culpable de una crisis que se viene alargando en el tiempo.

Confundió el Real Murcia la estrategia. Dejó de lado las negociaciones, donde ambas partes tienen que ceder para que el acuerdo sea posible, y apostaron por las imposiciones, posiblemente confiados por la sentencia del Mercantil que les daba la razón. Por ello, ante las negativas de la parte demandante, nunca hubo ni un pequeño acercamiento, y eso que incluso ambos bandos llegaron a reunirse en una cita informal encabezada por un lado por integrantes del KBusiness, a los que se sumó Chema Almela, y por otro por el propio De la Vega.

Pero esos intentos pronto se demostraban ser de cara a la galería, porque incluso a la vez que unos se sentaban a la mesa, otros volvían a dudar del mexicano, como hizo Francisco Tornel cuando por esas fechas dijo que «si no sabemos de quién son las acciones, ¿con quién negocias? ¿Vamos a negociar con De la Vega para que luego le den la razón a Moro? No tiene sentido».

Por si las palabras no tienen valor, el consejo también despreció a su ´contrincante' con hechos, y es que nunca le inscribió como accionista, negándole la entrada a las Juntas. Ni en febrero de 2020, cuando incluso se llegó a debatir si por fin se reconocía al azteca su paquete de títulos, se consiguió. Tornel y su equipo se volvieron a negar, caldeando más la relación al proponerle que acudiese simplemente como oyente, lo que no sentó nada bien a De la Vega.

Ahora que las cartas han cambiado de color y que parece que Mauricio tiene la manga ganadora tras la sentencia de la AP, ambas partes están condenadas a entenderse, y para ello ya no valen los simulacros y las actitudes pasotas de estos años.

De una vez por todas, ahora que unos y otros hablan de diálogo, toca sentarse a la mesa y no levantarse hasta llegar a una solución, y para ello habrá que hacer concesiones. Y el éxito o el fracaso de las negociaciones también dependerá de un Mauricio García al que ya no le sirven las palabras vacías. Porque aunque ha ganado poder accionarial con esta sentencia, con sus discursos no va a mantener en pie al Real Murcia.

Tendrá que decidir ahora el mexicano si le interesa contar con el apoyo del consejo o si prefiere verse solo y sin apoyos al frente de una institución siempre con la soga al cuello por sus problemas económicos, para los que hace falta mucho dinero, y hasta el momento De la Vega nunca ha demostrado que cuente con la liquidez necesaria para sacar adelante la entidad.