El Yeclano Deportivo logró una nueva histórica victoria para este humilde club sumando el Nuevo Arcángel a su lista de grandes estadios en los que ha vencido. Los azulgranas hicieron Califa a Sandroni en un choque que de nuevo lo tuvieron perdido y que con el paso de los minutos se convirtió en el escenario que quería el técnico argentino.

Y es que el Yeclano es la mismísima imagen del yin y el yang. Porque el inicio del partido fue de los peores que ha hecho hasta ahora, sin apenas intensidad ante un Córdoba que a los dos minutos ya iba por delante. La defensa que defendió el segundo córner consecutivo parecía la de un equipo de tercera, permitiendo que el saque de De las Cuevas entrará prácticamente olímpico.

Con tal caraja y con un Córdoba que transformaba el carril zurdo en una autopista con Jesús Álvaro, tan inverosímil parecía pensar que el Yeclano ganaría el partido como lo era pensar antes del petardazo de Majadahonda que antes de finalizar enero los azulgranas alcanzarían los 10 puntos. Pero si hay un club capaz de hacer aquello improbable y casi imposible, ese es el Yeclano.

Los de Pablo Alfaro se lo vieron muy pronto todo de cara, pero la resaca emocional copera les iba a jugar una mala pasada en forma de exceso de confianza. Pensaron que sería cuestión de tiempo hacerle otro golito al dócil yin que tenían enfrente. Pero al igual que le sucedió al Linares, se vieron, así sin darse cuente, sorprendidos por el Yang Deportivo. Los de Sandroni fueron mostrándose más compactos hasta apenas conceder atrás, e incluso se acercaba al área de Becerra sin gran peligro pero con cada vez más asiduidad.

Y así, a los diez minutos para el descanso, Luís Castillo cabeceaba bombeada al palo largo un córner sacado por Fenoll al área pequeña. El partido que ya tenía el Córdoba en el bolsillo empezaba de nuevo en el minuto 35 bajo la sonrisilla picarona de Sandroni, que se volvía a sentir bandolero por Sierra Morena.

Tras el descanso, el Yeclano corrigió su salida inicial y saltó a la bellísima pradera del Arcángel con el casillero hambriento y la navaja afilada. El Córdoba parecía un Ferrari gripado y el Yeclano un Seat Panda torico de esos que vimos en resistir a las nieves madrileñas de hace unos días.

El asalto se consumaba al cuarto de hora de la reanudación, en un saque de banda potente de Manu Castillo en el que le dio a Becerra por tener única salida a por uvas que se le recuerda en años, y comerse el remate peinado del pistolero Christian Perales. Desconcertado e incrédulo, el equipo de Pablo Alfaro intentó con precipitación jugarla por abajo sin darse cuenta de que en el choque se había impuesto el filibusterismo Sandronista.

Corrieron tanto en ochenta minutos los azulgranas que algunos se dirigían al banquillo cantando aquello de «necesito respirar, descubrir el aire fresco». Con otro central más y jugadores de músculo para oxigenar, el Yecla aguantó, y hasta disfrutó de una sonrisa del destino viendo cómo en el 88, minuto que el año anterior se pitaba el penalti decisivo para el Córdoba, el colegiado esta vez anulaba un gol por fuera de juego en segunda jugada.

Y como dicen los míticos Medina Azahara, todo tiene su fin, y con seis de prolongación incluidos, el Yeclano conseguía dar la campanada y confirmar sus ansias por seguir disfrutando de esta era mágica en la Segunda B.