Carlos Alcaraz tiene solo 17 años de edad. Es un menor de edad en un mundo de adultos, el circuito ATP. Su fortaleza mental le ha llevado a superar todos los escollos que se le han presentado en el camino, que no han sido pocos. Y ahora se tiene que enfrentar a uno nuevo, estar confinado durante catorce días solo en una habitación de hotel de 25 metros cuadrados en Melbourne, a 15.000 kilómetros de su casa en El Palmar, sin la posibilidad de salir a entrenar o simplemente estirar las piernas. Ese es el peaje que tiene que pagar por haber logrado la clasificación para el Abierto de Australia en la fase previa que se disputó en Doha.

Las alarmas saltaron en el vuelo que llevó a los tenistas desde el país de los Emiratos Árabes Unidos hasta Australia. Antes de subir al mismo, los ochenta pasajeros pasaron una PCR. Todos dieron negativo, pero al llegar a territorio australiano, uno de ellos, que no es deportista, dio positivo. Por ello, el Gobierno australiano, que es muy restrictivo, ordenó el confinamiento inmediato de todos los pasajeros aunque los exámenes médicos arrojaron que eran negativos en coronavirus. Tampoco permiten el contacto con su núcleo más cercano, que en el caso del murciano es su entrenador, Juan Carlos Ferrero.

Alcaraz ha difundido en su cuenta de Instagram un video de la habitación donde tendrá que estar todo el tiempo que dure esta pesadilla. En apenas 25 metros cuadrados tendrá que hacer su vida y entrenar. Ya le han proporcionado una bicicleta estática y cintas para poder mantener un poco la forma, pero sin poder tocar una raqueta, algo esencial. En los próximos días volverá a ser sometido a nuevos test PCR y los tenistas ya están presionando a la organización para que si vuelven a dar todos negativo, como ya ocurrió nada más aterrizar en Australia, se pueda crear un grupo burbuja para poder salir al menos a entrenar. Antes de viajar ya sabían todos los jugadores que durante catorce días solo podrían salir cinco horas al día del hotel, pero ahora la situación es mucho peor, puesto que ni pueden abandonar la habitación.

El caso de Alcaraz es especial porque, además, es menor de edad, el único. Los pasillos del hotel están fuertemente vigilados. No puede ni abrir la ventana. Ferrero, su tutor, tampoco puede tener ni un mínimo contacto con él. De hecho, no está alojado ni en la misma planta. Sus preparadores físicos, Álex y Alberto, le están mandando rutinas de entrenamiento. También realiza videollamadas con ellos y el técnico. En el aire está ahora mismo su participación en el torneo ATP 250 que comienza el 31 de enero en Melbourne y que tenía previsto disputar como preparación para el Abierto de Australia. Mientras tanto solo puede hacer un poco de ejercicio y seguir con sus estudios. También se está preparando el teórico del carné de conducir, al que se puede presentar ya, mientras que su profesor de inglés, Ariel, sigue trabajando con él desde Murcia a través de clases online. Se trata, sin duda, de una prueba más para un joven que está batiendo récords.