El FC Cartagena está pagando su papel de novato en la competición. El equipo albinegro no está sabiendo cerrar los partidos a tiempo y le está costando muchos puntos que a final de temporada pueden ser claves. Llevaba muchos años el club en busca del ascenso al fútbol profesional. Concretamente desde la temporada 2012-2013, la última que estuvo en Segunda División. Un largo periplo de ocho temporadas en las que la afición, sobre todo en los últimos cursos con la llegada de Paco Belmonte y Manolo Breis, se había acostumbrado a ganar y a estar arriba. Gracias a la gestión en Segunda B, el Cartagena, en una de las temporadas más extrañas de los últimos tiempos y en unos atípicos play off, consiguió el ansiado ascenso que tanto años llevaban buscando.
Pero no es oro todo lo que reluce. En Segunda División, el Cartagena ya no iba a ser el transatlántico que era en la categoría de bronce y eso es un proceso que lleva su tiempo. Los albinegros han pasado de ser un equipo ganador a sufridor. Y eso es una transformación de lo más normal cuando un equipo sube de categoría. El primer damnificado de este proceso ha sido Borja Jiménez. El técnico del ascenso no dio la talla y fue despedido a favor de Pepe Aguilar, entrenador del filial. Pero lo cierto es, que ni con uno ni con otro. El Cartagena no ha conseguido arrancar y solamente un extraordinario mes de octubre mantiene a los albinegros fuera de las posiciones del descenso.
Uno de los mayores males que está teniendo el equipo cartagenero está siendo la dificultad para amarrar los partidos cuando se pone por delante. En los últimos tres partidos en casa, ante Espanyol, Sabadell y en la última jornada ante Zaragoza, el Cartagena ha conseguido abrir el marcador, aunque siempre con el mismo final: sin tres puntos. El equipo está notando la presión cuando el partido entra en el momento clave y en el último cuarto de hora de partido está encajando muchos goles que le está costando muchos puntos. La dinámica del equipo es preocupante es preocupante. Solamente ha sido capaz de sumar cinco puntos de los últimos 33 y no parece que exista un atisbo de reacción a corto plazo. Contando las últimas diez jornadas, el Cartagena es el peor equipo de Segunda División junto al Albacete. Una estadística muy significativa acerca de la trayectoria del equipo en los últimos meses.
Además de convertirse en un flan defensivo en los últimos minutos, al Cartagena le crecen los enanos en todos los aspectos. Cuando se pone por detrás en el marcador, el ánimo se viene abajo y no es capaz de darle la vuelta a la situación. Solamente ante el Málaga en la jornada 17 pudo voltear el marcador con los goles de Gallar y De la Bella. Un problema que muchos achacaron a Borja Jiménez y sus decisiones en el transcurso del partido. Aún es pronto para juzgar a Pepe Aguilar, pero el equipo sigue por la misma línea que con Borja y eso es muy mala señal. La mejor noticia para los albinegros es que si no miramos la trayectoria, siguen fuera del descenso y encadenar una racha positiva en los próximos encuentros puede ser clave. Para ello, Aguilar debe dar con la tecla que sigue buscando desde su llegada al banquillo del primer equipo. El próximo partido será una prueba vital para el equipo cartagenero. Se medirá al Tenerife en la próxima jornada -domingo, seis de la tarde- en un duelo directo en la lucha por la permanencia. Puede ser el punto de inflexión que tanto necesita la familia albinegra.
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