En enero se cumplirán una década de la retirada de Gervasio Deferr, único español con dos oros olímpicos junto a Saúl Craviotto (piragüismo) y Joan Llaneras (ciclismo en pista). Tras dejarlo a los 30 años, al campeón olímpico en salto en el 2000 y 2004 y subcampeón en suelo en el 2008 le costó bajarse de la tarima y estuvo dos años buscando su sitio hasta que lo encontró en La Mina.

"Soñaba desde los 15 con abrir un gimnasio. Elegí el proyecto en La Mina porque vengo de una familia sin recursos y a través del deporte mi vida realmente cambió. Lo que para mí es una pasión para ellos puede ser un hobby que también les puede cambiar su vida. ¿Y dónde mejor que donde menos recursos hayan?", reflexiona 'Gervi', orgulloso del proyecto impulsado para transmitir su pasión por la gimnasia a niños y adolescentes. La Mina, reflexiona, es "marginado y maginal, ambas cosas", pero cree que la iniciativa impulsada en el 2011 contribuye al "esfuerzo que la gente del barrio está haciendo para limpiar la imagen" de esta zona de Sant Adrià.

Su trayecto hasta este polideportivo popular no fue fácil. "Pasé dos años muy, muy malos después de retirarme porque pasas de un día para otro de ser campeón olímpico al siguiente a decir '¿qué hago con mi vida? ¿Ahora tengo que trabajar, entrenar o qué hacer?. Dos años y cometiendo errores y aprendiendo cada día más de los golpes. Desorientado, necesité tiempo para encontrar mi lugar. Y ahora sí lo he encontrado", relata con pasión. "Todo lo que he pasado ha valido la pena para poder estar como estoy hoy en día, conocerme como me conozco y haber aprendido todo lo aprendido. Y cambiar mi vida en muchos aspectos. Todo lo que pasó valió la pena, lo volvería a pasar".

Deferr no tiene reparos en hablar de ello, ni con los medios ni con sus alumnos, a los que les cuenta tanto las luces como las sombras de su época en la élite. Como el positivo que tuvo por marihuana en el 2002 y que hizo tambalear su rutilante carrera, un traspié del que se levantó y se colgó dos medallas más en los Juegos de Atenas y Pekín. "Lo volvería a pasar. Me hizo darme cuenta de que cometí un error y que tenia que cambiar. Me enseñó quién estaba incondicionalmente a mi lado y quién solo estaba en la foto cuando ganaba. Yo tenía 19 y era un niño no me enteraba de nada y de repente era un tío de 23 que lo tenía todo clarísimo y fui a los Juegos. Las cosas pasan y hay que asumirlas, no esconderse de ellas. Hay que dar la cara. A los chavales les cuento todo y les digo: 'si cometéis errores, tendréis que pagar por ello. Si aquí empezamos a tomar decisiones correctas más adelante será mas fácil. Y si no pasa nada, nos daremos la hostia y aprenderemos de ella. Como hice yo y cualquier hijo de vecino'".

De la misma manera que espera que a nivel federativo se aprenda de los errores y se mejore en la ayuda a los exdeportistas. "Se me acelera al corazón al hablar de ello. Pienso en los que todavía se tienen que retirar y creo que todavía no estamos preparados en este país para asumir ese reto de ayudar a los deportistas cuando se están retirando. Se está mejorando y trabajando en ello, pero el problema de este país es que mandan los que no han hecho deporte en su vida. Los que hemos sido deportistas tenemos otro forma de pensar y de ver la vida. Todavía no estamos a la altura de otros países".