En un seminario de economía para periodistas, decía un eminente profesor que cuando no se entendía cualquier información económica era porque el primero que no la entiende es el firmante. Y esto es aplicable a todo.

Quienes realmente saben tienen más fácil explicar con sencillez. Y luego están los majaderos que aparentan saber, aquellos otros carentes de generosidad para compartir conocimientos y quienes se dan importancia haciendo complicado entenderlos; vean todos esos anglicismos para definir cualquier cosa.

El fútbol no es una excepción. Johan Cruyff afirmaba que jugar al fútbol era sencillo, pero que jugar un fútbol sencillo era difícil. Y lo explicaba: si en un rondo juegas a un toque, muy bien, si lo haces con dos, bien, y si necesitas tres, mal asunto. Y Di Stéfano, también tan inteligente como futbolista excepcional, exhortaba a sus compañeros a bajar el balón al prado porque se juega con los pies y a ganar marcando goles en la portería del arquero que menos conocieran. Me gusta la escuela holandesa de fútbol por su apuesta juvenil. Además, saben explicar con sencillez sus conceptos; Cruyff era un ejemplo. Y me aburre la argentina por su retórica y disparates; pretenden hacer ciencia o guerra de un simple juego; don Alfredo era excepción.

En España, lo más parecido a los holandeses es la escuela bilbaína y ahora la donostiarra, aunque por diferentes motivos, pero hubo un tiempo en que los gurús sudamericanos que nos invadían hicieron escuela, para nuestra desgracia -también sucede en esa ristra infame de falsarios que adocenan con sus supuestas guías de auto ayuda-, y proliferaron los españolitos pretendiendo emular las gilipolleces de aquellos con teorías bíblicas sobre fútbol, tanto entrenadores como periodistas. Lo pretencioso de llamarle gol de estrategia a un buen remate en el segundo palo en un córner, como se ha hecho siempre sin tanto estudio, y a veces a uno de rebote en cualquier jugada a balón parado, son exponentes de lo que expongo. Cuestión diferente es ensayar jugadas de cierta complejidad.

Igual en las crónicas. Si un equipo gana, aunque sea por la mínima o con la suerte como aliada, cualquier decisión que haya tomado su entrenador será elevada en la mayoría de los casos a categoría de sapiencia futbolística y, por el contrario, si ha perdido, será sacrificado en el altar de la supuesta sabiduría de quien lo enjuicia; incapacidad manifiesta de quienes deberían analizar el bosque y no solo el árbol más cercano que les cobija.

Yendo a la actualidad, la base del Real de Zidane es un equipo con años de más y hartazgo por estómagos llenos. El propio técnico está sobrepasado por el fundamento de sus éxitos: eficiente gestión de egos y creación de buen ambiente, que es piedra angular para un tiempo. Pero cuando hay que renovarse o reinventar hace falta una imaginación de la que carece; él mismo no ha sabido sustraerse de sus rutinas. Resultado: reo de su gente, juego previsible, desprecio a futbolistas jóvenes que triunfan en otros clubes -solo pone y a regañadientes a los que fichó su jefe-, equipo fulero y aburrimiento. Otra cosa es que gane de chiripa en Sevilla en un partido para olvidar o que pierda por mala suerte en cualquier sitio jugando mejor, como en Kiev.

El Barça zozobra en una doble crisis. El desastre institucional y Messi despidiéndose. Ahora faltan dirigentes que sepan afrontar el duelo y organicen el caos.

Y el Atlético sigue creciendo baja la batuta del incontestable Simeone, apercibido a tiempo de que la garra es solo un complemento de la calidad y capaz de reinventar futbolistas y reinventarse; ¡chapeau!

Decíamos que en el Madrid mandaba Florentino, en el Barça Messi y Simeone en el Atlético. Pues bien, el presidente dedica sus meninges al nuevo estadio y a la economía, donde mejor se mueve, mientras aguarda la digna dimisión de su talismán; sabe que el tiempo de Zidane agoniza. El faro del Barça ya no piensa en blaugrana. Y por el Wanda tuvieron la virtud de la paciencia hasta la reconversión del Cholo. La clasificación aclara dudas.

Otra moda hueca es sacar siempre el balón jugado desde el portero; el guardiolismo elevado también a ciencia estéril.

Donde hay que perfilarse bien es al matar, como en los toros. Toque preciso y veloz cerca del área contraria y fuera cuentos tikitakeros. Eso ya es viejo.

El gol es la única verdad, y la rapidez y verticalidad su credo.