Cuando el 23 de septiembre de 2019 el Real Murcia saltaba al césped del estadio El Prado, Adrián Hernández andaba con la cuerda al cuello. Cuando el colegiado señaló el comienzo del choque ante el Talavera a las siete de la tarde, los granas tenían alrededor más sombras que luces. Cuatro jornadas sin ganar en el comienzo de la temporada 19-20 y un solo punto en el casillero habían puesto a los murcianistas en el ojo del huracán. Cuando Aguilera adelantó a los locales con un tanto en el minuto 13, el murcianismo se echó las manos a la cabeza, sin embargo, un gol de Josema y otro de Víctor Curto hicieron que el partido acabase con victoria para los visitantes, la primera de una racha que se alargaría cuatro jornadas -tres triunfos y un empate- y que daría una vida extra a Adrián Hernández.

Una temporada después, con una liga cuyo comienzo se retrasó todavía más de lo previsto al tenerse que aplazarse dos primeras jornadas por el coronavirus, el Real Murcia camina de nuevo en una calma tensa. La derrota del pasado domingo frente al Granada B hacía que saltasen todas las alarmas. Si el triunfo en el Artés Carrasco había calmado los ánimos pese al mal juego, el pinchazo ante un filial que remontaba en la segunda parte provocó que los nervios volviesen a aparecer a flor de piel, especialmente dentro de un club donde tanto en los despachos como en el vestuario hay muy poca experiencia. La división que ha provocado en la afición la guerra cruzada entre los bandos establecidos en Nueva Condomina tampoco ayuda. Todo son problemas. A las dudas en la plantilla y a la falta de resultados se une que esta temporada la Segunda B es, por un lado, muy corta -solo dieciocho jornadas tendrá la primera fase- y, por otro, muy importante, posiblemente la más transcendental de la historia.

Con todos los ingredientes pesando demasiado en la espalda de los granas, el Real Murcia, que ha disputado tres partidos -una victoria, un empate y una derrota-, llega a una semana en la que en apenas cinco días se disputarán dos encuentros que no solo pondrán tres puntos en juego. Las próximas dos citas determinarán si los murcianos se ganan un voto de confianza o si por el contrario abren la caja de Pandora, colocando la palabra crisis en la fachada de Nueva Condomina.

El sábado será el Linares el que visite el estadio grana. Están obligados a ganar los murcianistas y a sumar su primer triunfo en casa después del empate ante el Sevilla Atlético y la derrota contra el Granada B. Una victoria significaría un primer paso que debería ser refrendado con otro golpe sobre la mesa al miércoles siguiente, día en el que los de Adrián Hernández recuperarán en el campo del Betis B el choque aplazado de la jornada dos.

Como ya hiciera en septiembre del 2019 en El Prado, el técnico murcianista está obligado a salvar un ´match ball´ a las primeras de cambio, y es que en esta temporada los márgenes se acortan ante la cortedad de una liga que decidirá los objetivos de cada equipo en solo dieciocho jornadas. Y los granas no pueden permitirse quedar fuera de los tres primeros puestos.

Dos exámenes antes de un final de año durísimo

No vivirá ni un momento de calma el Real Murcia en lo que queda de 2020. Si las urgencias obligan a los granas a no fallar en los dos siguientes partidos -frente al Linares este sábado y contra el Betis B el miércoles próximo-, las siguientes citas ante los equipos más poderosos del grupo también elevan la importancia de no dejar escapar los puntos en los compromisos de esta semana. Y es que después de jugar ante el Linares y el Betis B, los de Adrián Hernández visitarán La Constitución, un estadio siempre complicado y en el que los de Sandroni intentarán empezar a recuperar la sonrisa. Pero los platos fuertes llegarán en diciembre. El Real Murcia abrirá el mes recibiendo al Córdoba; una semana después, la del domingo 13, será el UCAM Murcia el que salte al césped de Nueva Condomina, y por si fuera poco, para cerrar el año tocará visitar a El Ejido.