En tiempos en los que el planeta fútbol se debate sobre quién se puede sentar en la mesa de Messi, era el astro argentino el que era invitado todos los días a compartir mantel con la familia de Juan José Mariño Padín. Y es que así era él. Una persona que puso un póster del "mejor jugador del mundo" en su cocina para alimentar cada día su devoción balompédica y, de paso, rendir homenaje al que contribuía firmemente a su felicidad en medio de una enfermedad que terminó por vencerle.

Su pasión por el Barcelona y por Messi en particular le llevó a compartir portadas y minutos junto a su ídolo, precisamente en el día que su vida se apagó. De manera cómplice con su mujer María Teresa, quiso que en su esquela, con el consentimiento de sus hijos, quedase plasmado su agradecimiento eterno al genio nacido en Rosario con una frase que resume su admiración: "Natural de Vilaxoán e moi agradecido a Leo Messi por facelo desfrutar durante os seus derradeiros anos de vida".

Así era Juan José. Una persona de las que paladeaba el fútbol y que lo dibujaba con una destacada habilidad para la tertulia y la retranca. Alguien que empezó a mostrar su preferencia por lo azulgrana en su infancia, que disfrutó y sufrió a partes iguales con los vaivenes culés y al que la llegada de Cruyff en su etapa de jugador al Camp Nou le supuso un idilio futbolístico de juventud que luego encontraría en Messi la certificación de la verdadera idolatría.

Como no podía ser menos, el fútbol fue su deporte de cabecera a la hora de jugar. No destacó por tener grandes dotes para ello y quizá por eso le llevó a valorar aún más la facilidad de Leo Messi para marcar las diferencias sobre el terreno de juego. Pero incluso mucho antes de que Messi llegase al mundo, Juan José se afanaba en que los niños pudiesen disfrutar del placer de practicar fútbol. Él fue uno de los que más fuerte apostó por la creación de las categorías base en el San Martín de su Vilaxoán querido. También fue un participante asiduo en competiciones de aficionados, ya fuesen de fútbol sala o de fútbol. Jugaba de delantero y de ahí su debilidad por los grandes que ocupaban tal posición, sobre todo si vestían de azulgrana, pero también por uno al que le sienta muy bien el celeste y que responde al nombre de Iago Aspas.

Junto a sus hijos Xoán y Roi siempre que el Barcelona se acercaba a Galicia no dudaba en acudir a sus partidos. Disfrutó al máximo con los equipos de Guardiola e incluso pudo ver al club de sus amores en el Camp Nou en un partido de Champions League acompañado de su familia. Eran momentos de felicidad para él en medio de una enfermedad que enfrentó con el fútbol como uno de sus apoyos y con Messi como referente absoluto. Cuenta su hijo Xoán como "lo tenía súper estudiado. Sabía ya si iba a jugar bien o mal con verlo calentar. Veía todos sus partidos y los disfrutaba muchísimo. También los de Argentina. Le encantaba ver fútbol, pero con Messi era una debilidad especial".

Futbolero nato, también tenía en el Pontevedra otra de sus debilidades. Un club del que fue socio toda su vida y del que recibió su última camiseta, la del retornado Charles, regalada por su familia el pasado 2 de noviembre, día en el que celebró su 64 cumpleaños.

Seguro que le habrá pillado de sorpresa todo el revuelo que ha causado su sincera despedida. Ha sido su familia la que ha hecho frente a la voluntad de Juan José con el orgullo de ver como el agradecimiento de su padre se ha hecho sentir y seguro que ha llegado al propio conocimiento de Leo Messi al que, a partir de ahora, Vilaxoán no le sonará extraño gracias a un embajador de excepción como Juan José.