A Aitor le diagnosticaron diabetes tipo 1 cuando tenía dos años y medio. Ahora, con 10, es un experto en controlar sus niveles de azúcar y en calibrar sus sensaciones. Salvo porque se levanta la camiseta para enseñar la riñonera en la que lleva la bomba de insulina, un mecanismo que le suministra esta sustancia de forma continuada y regulada durante las 24 horas del día, lleva una vida como cualquier otro niño de su edad. Le gusta el fútbol. Y las motos. Un deporte para el que tiene a su ídolo, con permiso de Marc Márquez, dentro de casa. Su hermano es Borja Sánchez, el piloto de Abegondo que ya ha llegado hasta el Mundial de Superbikes. Pero la admiración es mutua. Tanto que el mayor ha preparado, con motivo del Día Mundial de la Diabetes, que es este sábado, un homenaje muy especial. El próximo sábado abrirá las puertas de su escuela KSB, situada en Outeiro de Rei, a diez niños de entre 8 y 14 años con esta misma enfermedad que, de forma totalmente gratuita, se subirán a las dos ruedas para, a toda velocidad, superar obstáculos y derribar barreras.

"Las plazas se cubrieron rapidísimo", señala el coruñés. "Ahora estamos buscando los trajes, las botas, los cascos y los guantes para todos, que lo tenemos prácticamente completo", añade antes de agradecer la colaboración tanto de Juancho Romero como del circuito y el concello de Outeiro de Rei para sacar adelante esta iniciativa. "El objetivo es concienciarlos de que pueden hacer el deporte que les gusta aunque tengan diabetes", apunta. Contarán con el testimonio de Dani Albero, que en 2019 se convirtió en el primer piloto con diabetes en participar en el Rally Dakar, así como con testimonios de los pilotos de motos del Mundial. "De momento pinta muy bien y espero que el 21 lo pasemos muy bien con ellos", apunta.

El mejor ejemplo también lo tiene en casa. Aitor, con diez años, juega al fútbol y, admirador de Aketxe y Messi, no se desenvuelve nada mal en su puesto de extremo o punta. De hecho, hace dos años acudió a un campeonato a nivel nacional para niños con diabetes -germen de la idea desarrollada ahora por su hermano- y fue elegido mejor jugador de España con esta enfermedad. Como todavía no se pueden disputar partidos de su categoría por las restricciones derivadas del coronavirus, se ha decidido por fin a subirse a la moto después de haber visto a su hermano dar la vuelta por medio mundo. "Viene desde hace dos o tres meses y entrena como los otros niños. Les da caña. Y ellos a él", asegura.

El pequeño, que habla con toda naturalidad, indica que se cansa menos sobre las dos ruedas que sobre el terreno de juego: "En la moto no paro más que los otros niños. Si estoy alto me regulo y a no ser que esté bajo, no paro más". Pero no consigue decidirse por solo uno de los dos. "Son cosas diferentes, no me gusta más ni una ni otra. Algún día me divierto más en el fútbol y otros en las motos", dice. Ese tendría que ser el lenguaje universal de los niños.

De hecho, confiesa con su cara de pillo que "a veces" se le olvida controlar sus niveles "por la diversión". Es solo un desliz porque se maneja a la perfección: "Por las mañanas me pincho para calibrarme el sensor y también por la noche. Cada seis días cambio el sensor y cada tres, el reservorio. Sin olvidarme de llevar un zumo siempre encima". "Se cuida tanto que está como un toro", dice admirado su hermano Borja. Y esa es la cuestión. Darle la vuelta a una supuesta debilidad para convertirla en una fortaleza.

El sueño del Mundial, aplazado un año

Borja Sánchez decidió con su familia y equipo no terminar el Campeonato del Mundo de Superbikes, en el que competía en la categoría de Supersport300, por todas las circunstancias que rodearon a esta temporada atípica marcada por el coronavirus. Ahora, ya con 20 años, sigue recibiendo ofertas para volverse a subir a la moto, pero espera pacientemente que llegue su momento. Cada vez está más complicado encontrar sponsor, las ayudas públicas escasean y sin el respaldo de una buena compañía es difícil llegar hasta los mejores asientos del certamen, pero no renuncia a un sueño que comenzó cuando solo tenía seis años y que ya le ha llevado mucho más lejos de lo que nunca hubiese soñado como fue pisar varios podios mundialistas. El coruñés está centrado en otro proyecto que le llena tanto o incluso más en la escuela de pilotaje KSB BS21 en Outeiro de Rei, además de terminar sus estudios y realizar las prácticas. Cosas de un chico normal que cuando sube a las dos ruedas se pone a 200 kilómetros por hora de velocidad.