¿Se han preguntado alguna vez por qué poco tiempo después de leer uno de esos libros que te atrapan hasta no poder dejarlos o de ver una serie de un tirón, ya no recordamos la mayoría de cosas del relato? ¿Por qué, incluso, por mucho esfuerzo que hagamos, no encontramos en nuestra memoria qué ocurrió al final?

La culpa la tiene la ´curva del olvido´, que no es otra cosa que la velocidad a la que olvidamos. Cuentan los expertos que al limitarnos a leer o ver sin hacer trabajo de recuperación, nuestro cerebro olvida rápidamente esa cantidad de información que hemos absorbido en un corto periodo de tiempo.

Añaden además que somos capaces de describir detalle a detalle dónde leímos el libro, el color de su portada o dónde lo compramos, pero por mucho que lo intentemos, a la mayoría nos costaría recordar la historia solo unos días después de acabarla. ¿Y por qué les hablo de la ´curva del olvido´? Porque después de ver el juego desplegado por el Real Murcia en los dos primeros partidos de liga, la ´curva del olvido´ se va a convertir en la mejor aliada del Real Murcia de Adrián Hernández.

En solo unas horas, cuando los aficionados granas repasen la clasificación o miren el calendario, solo recordarán lo único importante del partido de ayer, que para los visitantes no fue otra cosa que el 1-2 que reflejó el electrónico del Artés Carrasco a la finalización de los noventa minutos.

Gracias a esa amnesia, el triunfo, el primero de esta temporada que para los murcianistas comenzó más tarde que para el resto, los tres puntos y los dos goles de Alberto Toril quedarán grabados en una memoria que rápidamente enviará a la papelera no solo el mal juego de los granas, incapaces de dar tres pases seguidos o de no perderse a la hora de encontrar el camino hacia la portería, sino también el repaso que les dio un Lorca Deportiva que se fue al descanso con un 1-1 en el marcador y que en los primeros veinte minutos de la segunda parte tuvo KO a un conjunto que tiene que acabar sí o sí en los tres primeros puestos.

Con Emilio y Sergio Rodríguez desnudando a Iván Pérez, que ya ha perdido la cuenta de los striptease con los que ha premiado a los rivales desde que viste la elástica grana, y a Sandoval, y dejando en entredicho la defensa de tres o de cinco, elijan la opción que más les convenza, a la que volvió a agarrarse Adrián Hernández después del experimento fallido de hace una semana, el Lorca Deportiva vivió unos instantes en los que convirtió al Real Murcia en un muñeco de trapo. Ni el centro del campo, con Abenza sumándose a Youness y Yeray, ni la defensa en la que Edu Luna encontraba refuerzos en Antonio López y Álvaro Moreno, eran capaces de ejercer de zurcidores.

Cuando las compuertas granas se abrieron de par en par en la retaguardia y las aguas del Lorca Deportiva empezaron a correr arrasando con todo, a los aficionados solo les quedó rezar. Y las plegarias hicieron efecto. Especialmente las dirigidas a San Alberto, porque fue Alberto Toril el que logró sacar a los suyos del aprieto en el que se estaban metiendo. Lo hizo en la primera parte. Aunque el inicio fue más igualado, cuando el reloj ya marcaba el cuarto de hora, ya se podían interpretar cosas.

Las urgencias eran las mismas para los dos equipos, pero mientras que los de Urbano buscaban la meta de Tanis, los de Adrián Hernández preferían guardar la ropa a la espera de algún error, aún sabiendo que ni con mil regalos eran capaces de montar una simple contra. Porque cuando hay que tirar de ideas y de calidad, los murcianistas son un conjunto más que plano. Sin caminos hacia el gol y con un Lorca en el que futbolistas como Celloy, Marcos Legaz y Musoni no permitían ni un despiste a Tanis y compañía.

El exgrana, a diferencia de sus compañeros, se dejó de bromas y de balas de fogueo cuando en el minuto 18 provocó el primer microinfarto en la que hasta hace unos meses era su afición. Solo un balón caprichoso, que acabó en las manos de Tanis después de chocar con la madera y de pasearse por toda la línea de cal de la meta del vasco, evitó que el 1-0 subiese al marcador. El cabreo por el fallo o la mala suerte quedó en nada respecto al enfado por lo que ocurrió después. De imaginarse celebrando el 1-0, los de Iban Urbano pasaron a verse por detrás en el marcador. Solo una acción a balón parado podía convertirse en la salvadora del Real Murcia.

Si ante el Sevilla Atlético no hubo conexión en posiciones de ataque, ayer volvió a surgir el mismo error. Pese a los numerosos cambios, los granas se perdían incluso antes de comenzar a andar. No había ni mecha ni fuego para encenderla, por lo que un lanzamiento de falta se convirtió en petróleo. Metía el esférico al área Yeray y, ante la caraja del Lorca Deportiva, Youness controlaba para poner la bola en los pies de un Alberto Toril que definió de forma espléndida ante Iván Martínez. Le duró la alegría a los murcianistas más que hace una semana. Pero al descanso no llegaron con la ventaja puesta por el atacante mallorquín.

Cuando ya miraban el túnel del Artés Carrasco, Oliva aprovechó un mal despeje para acomodar el balón como el que acuna a un bebé, y con el esférico ya domado en su pierna buena, batió a Tanis Marcellán para poner el empate en el marcador y hacer justicia a lo visto en una primera parte en la que los lorquinistas habían sido más atrevidos de centro del campo para arriba, aunque muy ingenuos a la hora de definir.

La segunda parte traería sorpresas. Los aficionados del Real Murcia pronto descubrirían que los suyos todavía tienen muchos defectos que enseñar. Un equipo recién ascendido a Segunda B les sacó los colores en apenas veinte minutos. Iglesias estrelló el segundo balón en la madera, en esta ocasión en el travesaño; Cellou continuó dejando detalles, a la vez que demostraba que le falta más cocción a la hora de definir; y los laterales no solo habían abierto la nevera de Adrián Hernández sino que además la habían vaciado en un momento.

Pero por algo el Lorca Deportiva no sabe lo que es ganar y por algo los lorquinistas son unos recién llegados a la categoría. Fueron incapaces de matar al Real Murcia cuando lo tuvieron KO y lo acabaron pagando. Como ocurriera en la primera parte, Alberto Toril salió al rescate de los suyos. Si el 0-1 nació de una falta; el 1-2 llegó tras un saque de córner lanzado por Yeray.

Aprovechando una vez más la fragilidad de una defensa que no era capaz de cubrir a las torres murcianistas, el mallorquín se sacó un remate espectacular para no solo adelantar a los suyos sino también para cerrar prácticamente el partido, porque aunque el Lorca siguió peleando como un gato con las pocas uñas que ya le quedaban, llegando a asediar a Tanis hasta en el minuto 96, el cansancio y el golpe causado fue demasiado para los de Urbano y un alivio para un Murcia que incluso se permitió algunos detalles con un Pedrosa inventando regates y con un Segura galopando por la derecha.