Carlos Alcaraz Garfia llegó hace tres semanas a la fase previa de Roland Garros cargado de confianza. Con su primer triunfo en un torneo Challenger en Trieste había dado un salto mortal. Subió en dos semanas unos 150 puestos en el ránking ATP. Todo el mundo hablaba de este joven prodigio de El Palmar. Muchos focos se centraron en él. Pero en ese duelo en París ante Aleksandar Vukic donde desperdició dos bolas de partido, entró en una fase de desconfianza que se tradujo en una eliminación en segunda ronda en Biella. Esta misma semana, en los primeros duelos en la Academia Sánchez-Casal, en El Prat de Llobregat, donde ha comenzado el tour de Challenger por nuestro país, tampoco se encontró cómodo en la pista. Derrotó al portugués Pedro Sousa por un doble 6-3 sin llegar a jugar bien; y superó a Mario Vilella, compañero habitual suyo de entrenamientos, en tres sets, pero sin encontrar tampoco su ritmo habitual. En cuartos de final le esperaba Filip Horansky, quien le había derrotado una semana antes en Italia. Sufrió pero ya volvió a ser el mismo de antes. Y tanto en las semifinales como en la final, ante dos rivales rocosos, que se esconden en el fondo de la pista para desesperar al rival, sacó todo ese desparpajo que le ha llevado a convertirse en una de las sensaciones del momento en el mundo del tenis.

Ayer, con 17 años y 5 meses, volvió a demostrar al mundo que está llamado a escribir grandes páginas en este deporte. Dio otra lección de madurez a la que ya tiene acostumbrada a la legión de seguidores que tiene por todo el mundo. Primero cerró por la vía rápida su partido de semifinales -solo necesitaba ganar dos juegos más- frente al incómodo argentino Andrea Collarini (6-3 y 7-5), y dos horas después volvió a la pista central para disputar la final del torneo Sánchez-Casal Leotron Catalonia frente al bosnio Damir Dzumhur, de 28 años, 114 del mundo y que llegó a ocupar el 23. Después de ganar en Trieste y de perder la final de Cordeons, en Venecia, tenía ante sí otro reto que superó con un sobresaliente.

Tuvo un inicio titubeante Alcaraz, pero terminó desplegando un juego excelso para ganar por 4-6, 2-6 y 6-1. El pupilo de Juan Carlos Ferrero, que en su primer título se convirtió en el decimoquinto jugador más joven de la historia en ganar un Challenger, entró en su duelo ante el jugador de Sarajevo con dudas. Muchos errores no forzados cometidos por el murciano propiciaron que en el noveno juego se rompiera la igualdad con una rotura de servicio que puso cuesta arriba el partido al murciano, ya que perdió la primera manga.

De nuevo tenía que hacer una remontada para poder hacerse con el segundo título de su carrera. Y lo hizo recuperando las buenas sensaciones que había mostrado desde cuartos de final. En la segunda manga puso en práctica un repertorio de dejadas que rompió el ritmo a su rival, que siempre buscó el intercambio de bolas desde el fondo de la pista esperando el error. Alcaraz rompió esa zona de confort de Dzumhur ya en el cuarto juego, donde con un break situó el marcador en 3-1, para después cerrar la manga con otra rotura de servicio (6-2). La superioridad en el tramo final del choque fue abrumadora para el jugador de Murcia, que solo permitió sumar un juego a su oponente de los últimos nueve que tuvo el partido.

En el tercer set, con un Alcaraz sin dudas, llegó el mejor juego del tenista criado en la Real Sociedad Club de Campo. En un abrir y cerrar de ojos se situó con un 5-0. El siguiente juego cedió después de tener una bola de partido, pero ya en el séptimo de esta manga no dio opción al bosnio y cerró el choque con un revés cruzado.

Alcaraz suma 80 puntos más en el ránking ATP que le hará subir hoy unos 30 puestos en la clasificación para situarse entre el 150 y el 160. Otro paso más, y van...