Palermo parecía una estufa. Soplaba el mismo aire cálido que desprende un secador de pelo a potencia media. La temperatura llegaba a los 40 grados y los árboles se movían como si fueran abanicos en plena acción. Súbanse a una bicicleta, desciendan por una recta que parecía penetrar en las entrañas de la tierra y apuren la frenada como si fuesen un piloto de MotoGP. Resultado, una contrarreloj inicial disputada a velocidad de vértigo y con los ciclistas asustados al comprobar la velocidad máxima que marcaban los cuentakilómetros. La mayoría superaron los 100 kilómetros por hora.

Y, entre los ciclistas voladores en la etapa inaugural del Giro de Italia destaco uno, nada menos que el campeón del mundo de contrarreloj, título que estrenaba tras su victoria en Imola la semana pasada, donde se disputó el Mundial. Un chaval italiano de 24 años llamado Filippo Ganna, que corre en el Ineos de Geraint Thomas, que ya demostró que no estaba en Italia para bromas, y al que habían apuntado a la carrera para que hiciera lo que hizo; es decir, ganar la primera etapa y vestirse con la 'maglia rosa' que este domingo puede perder en el ascenso final a la ciudad de Agrigento, allí donde está una colección de templos que son una maravilla de la humanidad.

¡A 106 km/h!

Chillaba el narrador de la RAI que sigue la carrera en moto. "¡Ganna, a 106 kilómetros por hora!". Ganna, corpulento, 1.96 metros y 76 kilos en forma, no tiene pinta de escalador, sino de especialista en pista y hasta la marca Pinarello, la fábrica de bicis con la que Miguel Induráin ganó cuatro de sus cinco Tours y los dos Giros, le preparó para la ocasión una máquina casi diabólica que cuesta, por si alguien quiere comprarla, 25.000 euros, casi el precio de un modelo utilitario de coche.

Y así era imposible fallar, en lo que aquí en Italia parecía una victoria anunciada y un festín para los cientos de sicilianos, todos con la mascarilla en la cara, que se apostaron horas y horas junto a las vallas de la ciudad de Palermo, con un calor inhumano, sudando lo que no está escrito y soportando encima el viento que se paró cuando partió Vincenzo Nibali, como si fuese un guiño al corredor de la tierra, al 'Tiburon del Estrecho de Messina', en la otra punta de la isla de Sicilia.

Una nueva perla

Ganna venció pero el Giro comenzó a descubrir a otra perla del ejército de casi niños ciclistas, verdaderos monstruos sobre la bici, que han explotado esta temporada para sorprender a todos, para quedarse, levantar la mano, no acobardarse y demostrar que con poco más de 20 años se pueden hacer cosas muy grandes en este deporte. Joâo Almeida, con 22 años recién cumplidos, quedó por detrás de Ganna pero dando la sensación de que puede dar guerra en este Giro. Y, de paso, para empezar a acuñar el término 'pogacazo', atribuible al joven debutante que llega a una carrera de tres semanas y la gana para sorpresa de todos, tal como hizo hace 15 días Tadej Pogacar en el Tour.

Almeida ha ocupado en el conjunto Deceuninck la plaza reservada a Remco Evenepoel, el mismo que se precipitó al vacío al caer por un puente mientras disputaba la clásica de Lombardía. Y fue precisamente Evenepoel, el ciclista de oro, del que dicen que incluso es mejor que Pogacar, el que lo atacó siendo compañero en la subida a las Lagunas de Neila, en Burgos y en julio, cuando creyó que el corredor portugués, 17 meses mayor que él, podía quitarle la victoria en la carrera castellana.

Los favoritos

Y, entre los favoritos, todos perdieron tiempo en relación a Thomas; Simon Yates le cedió 23 segundos, mientras que Nibali acabó a 1.06 minutos y el neerlandés Steven Krujikwijk, a 1.21 minutos, pero todos ellos superon los 100 kilómetros por hora en el descenso de la catedral siciliana de Monreale.