Campeones del mundo de fútbol como Iker Casillas o Xavi Hernández; los chicos de oro del baloncesto español con Pau Gasol a la cabeza; Rafa Nadal, Alejandro Valverde, Miguel Induráin, la selección española femenina subcampeona olímpica en Río de Janeiro? Estos son solo algunos ejemplos de deportistas que han logrado por su reconocidos éxitos la más alta condecoración que concede en materia deportiva el Estado español, la Real Orden del Mérito Deportivo. Desde esta semana, en esa nómina tan exclusiva, una lorquina de 103 años y 8 meses, Encarna Hernández, conocida como 'La niña del gancho', también está en ese selecto grupo de deportistas que pueden lucir en sus domicilios esa medalla de una valor sentimental incalculable. Ella no ha sido campeona olímpica ni ha ganado un Tour o un Roland Garros; tampoco ganó un oro en un Campeonato del Mundo; pero sí fue una pionera, una mujer que cruzó barreras y promovió la igualdad de género. Estos motivos, que apenas son reconocidos por la sociedad, sí los ha tenido en cuenta el Consejo Superior de Deportes, que esta semana, a través de su presidenta, Irene Lozano, ha entregado en su domicilio de Barcelona a Encarna Hernández una medalla con una profunda carga emocional.

Propuesta de Juan Luis Soto

'La niña del gancho', que ha vivido una Guerra Civil, la transición y hasta una pandemia mundial, fue protagonista de un documental con ese título que elaboraron las hermanas Sara y Raquel Barrera. El mismo realiza un recorrido por la extraordinaria carrera deportiva de esta lorquina que emigró a Barcelona siendo una niña pero que aun así se siente murciana de pies a cabeza. Gracias a ese trabajo cinematográfico, la figura de Encarna Hernández y de otras pioneras del baloncesto español salió a la luz. La Opinión promovió la emisión del mismo en Murcia hace unos años y también publicó varios reportajes que permitieron conocer a fondo la historia de la lorquina. Y fue el diputado murciano Juan Luis Soto Burillo, responsable nacional de Deportes del PSOE, quien hace unos meses llevó hasta el CSD la propuesta de concederle la Real Orden del Mérito Deportivo tras conocer su historia a través de este medio de comunicación. El confinamiento paralizó todos los trámites, también una caída que sufrió Encarna Hernández que le provocó una fractura de cadera de la que se está recuperado, pero solo han hecho falta unos meses para que finalmente Irene Lozano le haya entregado a Encarna Hernández la condecoración.

«La enseñanza de Encarna Hernández merece la gratitud pública e institucional de quien a contra corriente de los tiempos ya quiso poner las bases de la igualdad en nuestro país, siendo una decidida luchadora e impulsora del deporte del baloncesto femenino», dice Irene Lozano sobre la figura de la lorquina. Asimismo, el alcalde de Lorca, Diego José Mateos, ha anunciado la proposición de dar el nombre de Encarna Hernández 'La niña del gancho' a una instalación deportiva municipal. «Queremos seguir reconociendo la labor de esta gran mujer y, por ello, creemos que desde su ciudad natal el mejor homenaje que podemos hacerle es denominar una de las instalaciones deportivas municipales como Encarna Hernández 'La niña del gancho'», dice la máxima autoridad municipal.

Encarna Hernández nació en 1917, el año de la Revolución Rusa, en Lorca, en el seno de una familia numerosa. Su padre tenía un hotel en Los Alcázares y un casino en la Ciudad del Sol. Pero una cruel sequía convirtió Murcia en una Región casi desértica. El hijo mayor de la familia decidió irse a Barcelona a buscar trabajo. Al poco tiempo, en 1929, coincidiendo con la Exposición Mundial, toda la familia le acompañó. En plena adolescencia y ya asentada la familia en el barrio barcelonés de Les Corts, Encarnita, que entonces tenía 13 años, descubrió a unos chicos que los fines de semana botaban un balón sobre una pista de tierra y jugaban metiéndolo en un cesto. Una tarde decidió sumarse a ese juego que le llamaba tanto la atención y sin saberlo se convertía en una de las pioneras del baloncesto español. Su padre, muy liberal, no veía con malos ojos que su pequeña Encarnita jugara al baloncesto. Allí, en una pista muy primitiva que construyó el hermano mayor de quien años después se convirtió en su marido, Jesús Planelles, empezó una carrera deportiva prolífica. En 1931 se enroló en el recién nacido Atlas Club, del que fue cofundadora, y después estuvo en la Peña García de Hospitalet, donde se convirtió en la primera entrenadora del país. Cuando acabó la Guerra Civil creó la sección femenina del sindicato franquista Educación y Descanso, y en 1944 pasó a jugar en el nuevo equipo femenino del FC Barcelona, donde estuvo hasta 1953, cuando con 36 años decidió ser madre. Entre medias llegó incluso a tener una oferta de un equipo italiano, el SEU.