Y nada más engañoso. Suena a atraco viejo, pero es el epílogo a un presidente nefasto y el preludio del fin de una etapa luminosa. La época más brillante de la historia culé, aunque ese tiempo no lo ha protagonizado solo. Rijkaard, Guardiola, Xavi, Iniesta, Busquets, Pujol y algunos más han sido fundamentales en el crisol del mejor futbolista que hemos visto generaciones de aficionados. Hasta Cristiano le sirvió de acicate desde enfrente.

Esta temporada será una mera transición hasta saber dónde entonará Messi el canto del cisne. Con 34 para 35 le quedarán apenas un par años para seguir abrillantando palmarés, pero sus mejores cien partidos ya los ha jugado, a mayor gloria blaugrana; ninguno con su selección.

Una temporada de transición porque es improbable que con Koeman alcance siquiera el nivel de la pasada. Y eso si dura el holandés, circunstancia también dudosa. Con marzo en el horizonte electoral, algún aspirante con posibilidades vendrá con técnico bajo el brazo; Xavi tiene todas las papeletas. Hacer una revolución con el mejor futbolista de la plantilla en el disparadero y algún otro notable melancólico es un empeño suicida. Más si se le suma el desprestigio de quien lo ha traído, que ni tiene delfín ni predicamento en los que vengan. Otra cosa sería con un presidente con cuatro años por delante para cuajar proyectos.

El colmo será que a partir de enero empiece el baile de novias de Messi, que se iría gratis a final de temporada para gozo de su cartera. Porque nadie cree que por buen trabajo que hagan Koeman, Messi -si permanece física y anímicamente- y compañía el Barça llegue tan sobrado a Navidad como para disipar tantas dudas como dimes y diretes respecto al futuro. Mimbres hay, no obstante, pero no tiempo. Y ese general, como el invierno en Rusia, manda más que la voluntad, la cartera, la calidad, la táctica y la estrategia juntas; la vida misma.

Por otra parte, el tiempo de las figuras insustituibles también ha pasado. Y hablo de futbolistas que marcan época futbolera mundial. Pasarán varias generaciones hasta alumbrar dos ilustres como el propio Messi y Cristiano Ronaldo.

El Liverpool el pasado año y el Bayern este han demostrado que igual que una golondrina no hace verano, un solo jugador, si no está acompañado de otros diez de notable para arriba con media docena de sobresalientes entre ellos, tampoco garantiza títulos continentales. Si acaso domésticos. Y eso, hablando del Madrid o Barça en este tiempo global, se antoja ya escaso. Que le pregunten por ambos temas al árabe milloneti del PSG.

La Liga 20-21 es tan impredecible como parcos han sido los clubes en fichajes. Y eso le añade un plus que puede paliar el deslumbre ficheril. La apuesta por la cantera es mano de santo para quienes creemos en la promoción interna antes que en foráneos de nombre que demasiadas veces buscan retiros dorados. Lo que no anula la necesidad de nuestros grandes de reforzarse con futbolistas de recorrido y que aporten como titulares indiscutibles, no que cierren caminos a los jóvenes de casa o hechos dentro; Hazard es un ejemplo.

Haría bien el Madrid en confiar en Vinicius o Rodrigo y poner al belga a régimen y a correr para retornarlo al escaparate; le sobran centímetros y le faltan piernas y hambre. Pero no es novedad, en el Chelsea lo conocen bien.

Como el Barça con Ansu. Valverde lo mostró y Setién, acuciado por su papelón, lo devolvió al banquillo. Tal vez hacerlo titular indiscutible sería el efímero legado de Koeman. Y lo mismo con Puig, que junto a De Jong pueden aportar la frescura que invernaron otros. También cuentan Pedri y Trincao, aunque sobran jugadores arriba y faltan detrás. Los culés deben equilibrarse.

Simeone tiene otra temporada para perfilar el estilo que el Atlético precisa en la élite. Y también un joven en torno al que hacer un equipo. Joäo Félix no puede entrar y salir al albur del día que tenga. Necesita confianza: quince partidos seguidos para creérselo. Calidad y ganas le sobran.

Y el Sevilla de Lopetegui, si cubre el inmenso vacío de Banega y se nutre de goles, puede ser el tapado. Porque el quinto en discordia, el Valencia, bastante tiene con los disparates de su indonesio. ¿Qué se le perdería aquí al gachó?

Nos queda el Villarreal de los Roig: el estudioso Emery ante viejos espectros. Plantilla tiene y experiencia también.

Dios reparta suertes.