La esperada reunión entre el Barça y el padre de Leo Messi se ha celebrado esta tarde y ha concluido poco antes de las 21 horas sin que, por lo que ha trascendido, se hayan modificado las posiciones de ambas partes. Jorge Messi, acompañado de su hijo Rodrigo y un abogado del bufete Cuatrecasas, Jorge Pecourt, ha transmitido la voluntad de la estrella argentina de abandonar el club. Enfrente tenía a Josep Maria Bartomeu y el directivo Javier Bordas, que han reiterado la voluntad del club de no dejar marcha a Leo e incluso de renovarle

La reunión se ha producido en las instalaciones del FC Barcelona después de un día de persecuciones y de jugar al escondite con los periodistas. Según fuentes del Barça, el encuentro ha durado una hora y 50 minutos y se ha desarrollado en un ambiente cordial. No está claro si a esta reunión sucederá otra, pero lo que parece evidente es que las posturas siguen tan distanciadas como hace una semana, cuando los representantes legales de Messi enviaron el famoso burofax.

Persecuciones

Jorge Messi llegó a primera hora de la mañana y la palabra que utilizó define la actual situación entre Messi y el Barça: difícil. La palabra la dijo el progenitor, a vuelo de micrófono, para describir la probabilidad de que la estrella argentina vuelva a jugar con el Barça. Difícil se ha visto el caso desde que los abogados del futbolista notificaran vía burofax la ruptura con el club de toda su vida.

Las escenas que se vieron ayer en Barcelona llevó al periodismo deportivo más experimentado a evocar los tiempos de las persecuciones de Maradona con Josep Lluis Núñez en la presidencia. El vuelo privado del progenitor de Leo Messi aterrizó a primera hora de la mañana y un enjambre de cámaras aguardaban sus primeras palabras. "No sé nada, muchachos", dijo de entrada.

Luego, al llegar a su oficina de la Diagonal, instaló la trinchera desde la que se pensaba enfrontar a Bartomeu: "difícil, difícil", dijo sobre la continuidad de la estrella argentina. Alguna cosa sabía, obviamente. A Bartomeu no se le escuchó hablar de Messi, pero es de suponer que diría "imposible, imposible" sobre su marcha del club. Posición de máximos en ambos bandos, como se sabe desde hace una semana. Luego, ya se verá como acabará la cosa.

Campaña promocional con intención

En este sentido, pareció un mensaje directo a los Messi, una especie de trash talk, la divulgación de una publicidad de las nuevas camisetas del Barça con la inclusión de Messi y en el centro de la imagen. Le rodeaban otros pilares del equipo de Koeman, como Griezmann, De Jong o Ter Stegen.

La campaña se lanzó poco más de una hora después del aterrizaje del padre y representante del jugador a Barcelona. Una forma de recordar a la otra parte que Messi es el baluarte comercial del club, el jugador que más camisetas vende del mundo y el valor primordial para obtener patrocinios globales.

Jorge Messi, ajeno o no a este recado de la entidad, se reunió toda la mañana con los abogados que tramitan la huida y después se fue a comer con su hijo Rodrigo a un restaurante italiano de Sarrià, como atestiguaron las cámaras de nuevo. Las cámaras le han seguido desde que despegó de Argentina y no se desmarcaron de él en Barcelona. La política de hermetismo se impuso desde el club azulgrana, rotundo hasta ahora en su intención de impedirle partir. La intención es ofrecerle una renovación de contrato.

Las persecuciones continuaron por la tarde, con escenas extrañas y rocambolescas, como verse al hijo de Bartomeu conducir un coche de su padre hasta el piso que mantiene Jorge Messi y, tras descubrir a periodistas en guardia, dar media vuelta y alejarse. Es evidente que buscaron una discreción complicada, a la vista de la expectación mundial sobre el futuro del mejor jugador de la historia.

"Es un caos, están pasando muchas cosas" explicó a un medio holandes Frenkie de Jong. Y cuesta llevarle la contraria la vista de lo contemplado estos días en el Barça, ayer en particular. De Jong aportó que Messi, quien se considera ya fuera del club, sigue en el grupo de Whatsapp de los jugadores. A estas alturas, ya no se sabe por cuánto tiempo.