Carlos Alcaraz Garfia sigue asombrando. Con solo 17 años de edad y 3 meses disputará hoy, a partir de las diez de la mañana, la primera final de un torneo Challenger ATP en su carrera deportiva. El murciano dio ayer sobre la tierra batida del torneo de Trieste, donde derrotó en semifinales (7-5, 2-6 y 6-3) al italiano Lorenzo Musetti, un chico de 18 años que ha sido número uno del mundo júnior, otra lección más de una madurez impropia para su edad. Dejó claro que es 'el niño' sin miedo, un chico capaz de superar barreras sin temor. Hace una semana, cuando cayó en la primera ronda del torneo de Todi, cogió un cabreo monumental. Su entorno tuvo que hacerle ver que a su edad se podía permitir el lujo de caer tan pronto en un torneo del circuito Challenger y que era más normal la derrota que la victoria. Pero durante todos esos días sin jugar, solo entrenando a las órdenes de Juan Carlos Ferrero, Alcaraz cargó pilas y alimentó un poco más su sed de victoria. Hoy disputará su séptimo partido en los últimos nueve días, ya que en este torneo tuvo que pasar por la previa para acceder al cuadro final, y lo hará de nuevo luchando contra unos problemas físicos en el abdomen que le están impidiendo forzar demasiado el saque.

Mathias Bourgue, Matteo Viola, Tomas Martin Etcheverry y Lorenzo Musetti han comprobado en este Challenger de Trieste que Alcaraz no es jugador normal. La expectación cada vez que salta el jugador de El Palmar a la pista es máxima -en este un torneo sí hay público en las gradas-. Además, a través del canal web de la ATP es habitual ver más de dos mil personas conectadas a sus partidos. El murciano, que está igualando hitos que obtuvieron a su misma edad leyendas como Roger Federer y Novak Djokovic, jugó frente a Musetti, otro jugador llamado a ser protagonista en los próximos años en el circuito profesional, un partido con altibajos, donde incluso dio la impresión de tenerlo perdido cuando en el segundo juego del tercer set estrelló con rabia la raqueta en la pista después de tirar fuera una bola fácil. Pero Alcaraz, al que no le asusta la presión, que está encantado de ver que miles de ojos le persiguen por todo el mundo, reaccionó. Sufrió una rotura de servicio, se puso abajo 1-3, pero remontó con una brillante reacción que le hizo sumar cinco juegos consecutivos cuando todo parecía perdido.

Alcaraz tuvo un inicio de partido muy serio. Le hizo un break a su rival en el primer juego y pese a los problemas que está teniendo estos días para sacar, que le obligan a utilizar su segundo saque como primero, fue sumando su servicio hasta situarse con 5-2. Pero Musetti, un jugador que está en el puesto 280 del mundo, no se dio por vencido e igualó el choque forzando dos roturas (5-5). En ese momento emergió el gen competitivo de Alcaraz, que sumó dos juegos consecutivos para firmar un 7-5 en la primera manga.

La segunda fue de un claro dominio del italiano, que en el cuarto juego se escapó con un 3-1 frente a un murciano que empezaba a tener problemas con su servicio. La manga concluyó dando la sensación de haber cambiado radicalmente el choque de bando, y así comenzó también la tercera, en la que Alcaraz, ofreciendo síntomas de cansancio, perdió los nervios en un momento de máxima frustración. Pero fue un punto de inflexión porque después de verse abajo 3-1, encadenó cinco juegos ante el asombro de su rival, incapaz de frenar el vendaval del jugador criado en el Club de Campo.

Esta mañana, a partir de las diez, jugará una final donde estarán en juego 100 puntos ATP y un premio en metálico de 12.000 euros. El italiano Riccardo Bonadio (408 del mundo), que ayer eliminó al alicantino Mario Vilella, compañero de entrenamientos de Alcaraz en la Academia de Juan Carlos Ferrero, será el último obstáculo en el camino hacia el primer título en un Challenger de un chico que solo tiene 17 años y 3 meses de edad.